Capítulo 40: Más caos

1216 Words

La madrasta de Esteban solo me mira sonriente. La malnacida me sonríe. — ¿No ven que tanto nos hemos perdido? —pregunta Aninka en un hilo de voz. Su rostro se ve hinchado de tanto llorar. — En serio piensas seguir protegiendo a esta asesina por encima de nosotros — afirma herida. Abro mis ojos ante tal declaración y estoy segura que no soy la única. Sabía de lo que hablaba Aninka, ya que mientras estábamos de camino aquí, recibimos —en realidad Aninka la recibió— información de un asesinato causado por la madrasta de Esteban hacia el hijo menor de esta familia. Aunque era de una fuente confiable —Viktor— catecismos de pruebas sólidas. Por lo que Aninka y yo descartamos tal idea. Pero ahora, con el CD que sujeta Aninka en su mano y el dolor de su rostro, puedo deducir que hay algo que

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