— Silencio por favor y Camilo, te espero al terminar la clase en la sala de castigos.
Camilo puso los ojos en blanco pero no respondió.
— Señorita Sofía, te colocaras al lado de Aninka. — dice para después marcharse.
Mire hacia donde señalaba el profesor, vi a una chica de piel pálida, cabello castaño y ojos azules claros mirándome con alegría.
Por lo menos no se ve loca o con episodios de rabia —pensé mientras me dirigía a ella.
— Hola me llamo Bogdanov Aninka, un gusto conocerte—Dice mientras me da una mano—, ¿Eres de Estados Unidos o sólo viviste allí ?—pregunta.
— Soy de España y viví mis últimos 3 años en Estados Unidos.
— Oh ya veo ¿Y has vivido en otros países?
—Sí, —respondí— en Brasil, Canadá, Inglaterra, Portugal y Colombia.
— Oh que genial ¿O sea que hablas más de dos idiomas? —Pregunta expectante.
— Sí—respondo— Español, Inglés, Portugués, Tailandés y Coreano.
— ¡Vaya que genial!, ¿Te encantan muchos los idiomas?
— Sí —respondo— Me encanta las historias que tiene cada cultura y pues obviamente sus idiomas para entenderlas.
— Señoritas, presten atención — nos regaña el profesor del que no nos habíamos percatado de su presencia.
— Sí, señor. — respondemos al unísono.
~~~~horas después ~~~~~~
— Por fin podremos ir a comer, me estoy muriendo de hambre —Comenta Aninka.
Yo asiento, Aninka me toma del brazo y nos dirigimos a la cafetería, como toda cafetería de alta clase hay una especie de bufete con comidas que a la vista se te hace agua la boca, las mejores bebidas, postres, platos principales y de acompañamiento dignos de la realeza.
Nos sentamos a comer y comenzamos a hablar un rato
— Eres nueva, por lo que me imagino que tienes alguna duda ¿No?
— Ninguna en particular — respondo y con ello todo entusiasmo desaparece del rostro de Aninka.
Me aclaro la garganta.
— Bueno, me gustaría saber si hay alguien a quien no debo ofender o no estar en algún lugar de la escuela porque es una zona prohibida o algo por el estilo.
La alegría invade el rostro de la chica. Al parecer, es fácil de contentar.
— Pues, lugares prohibidos no hay. Pero si es prohibido el exceso de contacto físico en cualquier lugar de la escuela o fuera de ella si aún llevas el uniforme puesto.
Asiento. Eso ya lo sabía. Todas las escuelas a las que he ido son así.
— Pero de acuerdo a personas que no debes de ofender, la cosa es fácil de conocer pero difícil de evitar.
La observo con confusión. La chica suspira profundo para después comenzar a hablar.
— Como sabrás, esta escuela es la número uno en Rusia. Ella se caracteriza por sus múltiples clubs de canto, baile, pintura, fotografía, dibujo, deportes, lectura y muchos más. También cuenta con docentes, instalaciones y servicios de alta calidad, que te ayudan a aprender mucho más y de una manera más eficaz y eficiente. Pero no todo es color de rosa, esto no es el paraíso y sin duda, está lejos de serlo.
Pocas son las personas que pueden ser admitidas en la escuela, debido a que sus altos requisitos referente a la matrícula y coeficiente intelectual, lo cual limita la población que pueden ingresar. Volviéndola así una escuela muy exclusiva.
— ¿Y eso lo vuelve un infierno? — pregunto confundida.
Niega mientras suspira.
— El infierno de esta escuela es gracias a dos grupos. Uno es el grupo liderado por Kuznetsov Daniel, en el que se encuentran sus dos primos Kuznetsov Luka y Vinográdov Viktor que están en último año. Y del otro es líder Bogdanov Esteban, Hernández Camilo quien fue el castaño que castigo el maestro y Marshall Michael quienes se encuentran en el penúltimo año y para ser más específica, en nuestra aula de clases.
Asiento comprendiendo lo que dice pero confundida porque aun no comprendo el motivo de que esos grupos hagan de la escuela un infierno. De por si cualquier escuela lo es por si sola. Entonces ¿Qué harán ellos para volverla peor?
— No me digas que son abusadores que hacen los que se les da la gana sin recibir su castigo.
Asiente
— Pero si hace poco castigaron a uno de los intocables.
Rueda los ojos.
— Sin duda el castigo fue recoger los compromisos de sus compañeros y llevarlos a la sala de los profesores por uno o dos días. Nada más.
— Pero eso fue porque no hizo algo grave ¿No?
Sonríe sin gracia alguna.
— Ambos grupos pelean constantemente para saber quién tiene el poder. Por ende cada competencia es un campo de batalla para demostrar que grupo es mejor. Una guerra que aún no tiene fin. Una guerra que hiere y daña cuando a ellos se les antoja, pero ¿Cuál es el castigo? Reparar daños y “trabajo social”, del que pocas veces hacen ellos mismos.
Asiento comprendiendo un poco más la situación. Ambas continuamos comiendo entre comentarios irrelevantes, hasta que se nos sientan unos chicos en nuestra mesa.
— Hola preciosa, ¿Qué tal estas? — habla un chico
— ¿No ves lo obvio? Debe estar genial, ya que se ve igual — responde otro.
— Antes odiaba los nuevos. Pero contigo, todo cambia. Porque gracias a ello tenemos ahora una belleza en la escuela.
— Carne fresca y de calidad. — responde otro.
De un momento a otro Aninka golpea fuertemente la mesa, sobresaltándonos a todos
— ¿Por qué los chicos de aquí son tan animales, ah? — se queja Aninka — Díganme ¿Son tan idiotas que no se dan cuenta que con casa palabra se hunden más o necesitaban que se los dijeran para que cerraran sus bicas y se largaran a donde si sean bienvenidos?
Vaya, que carácter.
— No todos somos así —responde un chico que está acercándose a nosotras.
Aninka rueda los ojos
— Tú no eres la excepción — contesta con molestia
Él coloca su mano en su pecho, del lado de su corazón y hace muestra de dolor.
—Eso dolió — responde sentándose al lado de Aninka. Los otros dos chicos se sentaron del otro lado de Aninka.
Como si vieran al mismísimo lucifer en persona, los chicos que estaban molestando nuestra comida, se marchan a la velocidad de la luz.
Después de ubicarse en nuestra mesa, sin pedir permiso, uno de los tres extraños voltea hacia mí.
—Hola princesa— dijo.
Rodé los ojos.
— Y aquí vamos otra vez —responde Aninka suspirando.
— Si vas a hablar de que soy carne fresca, de calidad o algo lindo que vino a la escuela vete por donde viniste, mi cuota de escuchar estúpidos se saturó desde hace tiempo —respondí mirándolo fijamente.
— Bien dicho Sofía, es mi hermano pero eso no le quita lo tonto—dijo burlándose de él.
— ¡Oye! —Grita—.
— ¡Sofía! — me llaman.
Volteó sin pensar y veo a mi hermano con otros chicos a su lado.
— Te presento mis nuevos amigos.
Típico de David, llega y consigue muchos amigos.
Se acerca dónde estoy
— Te presento a Daniel, Luka y Viktor.
Vaya amigos. Según lo que Aninka me contó, son los integrantes de último año que tanto temen.
Ahora solo falta que aparezca el otro grupito y se forme una batalla que impida que continúe con mi apetitosa comida.
— Hola — es lo único que digo.
No es que sea antisocial. Es que no me interesan sus amistades.
— Un placer conocerte — responde el chico cuyo nombre es Daniel— Según lo que hemos hablado con tu hermano eres buena en la música. Es por ello, que espero tu ingreso al club de aquí.
No respondo
— Los clubs de la escuela son muy buenos y te ayudan a salir de la pesadez de que te molesten por estudiar.
— Aja, ¿Eres malo en estudiar o te molestan porque sí?
— La verdad soy excelente pero los padres siempre exigen más y más, por eso ando más en los clubs que en mi casa —dijo sonriente.
Asentí.
Yo pensaba lo mismo, claro, no tenía quien me molestará por estudiar ya que mamá casi nunca está, pero es mejor estar con otros haciendo lo que te gusta que estar en casa aburrida.
— Oye idiota ¿No ves que está conmigo? —dijo el hermano de Aninka, mientras tomaba la mano que tenía encima de la mesa.
Le retire la mano.
Aninka no decía algo estaba embobada mirando al chico cuyo nombre es Viktor.
Me comento lo de los líderes y sus grupos pero no me dijo que le interesaba uno de ellos. Bueno, es normal, apenas me conoce como para contarme todo.
— ¿Les gustaría comer con nosotros? — pregunta Daniel ignorando lo dicho por el hermano de Aninka —Me gustaría comentarte los clubs que hay.
— No gracias —respondí.
El hermano de Aninka se veía feliz por el rechazo que le hice a Daniel. Pero conociendo lo pesado que es mi hermano sabía que no tenía opción, además, era irme con mi hermano y sus nuevos amigos o quedarme con el hermano de Aninka y sus amigos.
Definitivamente ninguna de las dos opciones me extasiaba de felicidad, pero ¿Qué más da? Como dice el autor de mi libro favorito, bajo la misma estrella, el mundo no es una fábrica de conceder deseos, y menos si hablamos de la escuela.
— ¡Sofía! — me regaña el inepto de mi hermano.
— Ya, ya —dije rodando los ojos— ¿Vamos? —Pregunté mirando a Aninka.
— ¿Yo-o? —Dijo mirándome, para después mirar a Viktor.
¿Podría ser menos obvia?
— Oye, ni se te ocurra —Le dice el hermano a Aninka.
— ¿Vienes? —Pregunta Daniel está vez dirigiéndose a Aninka.
Ella sólo asiente. El hermano de Aninka esta agarrándola de la mano.
Y yo que pensaba que mi hermano es pesado.
Suspiro y les separo las manos para irnos.
— ¡Oye! — grita enojado.
— Deja de gritar Esteban, no nos vamos del país — le regaña Aninka.
¿Él es Esteban? ¿Él es el supuesto líder del otro grupo?
Bueno, da igual.
— ¿Me van a dejar comiendo solo por irse con esos? — pregunta indignado.
— Vamos allí están... — quiero continuar pero ahora no recuerdos sus nombres.
— Camilo y Michael — me dice Aninka en un susurro
Trueno mis dedos.
— Eso mismo, Camilo y Michael — afirmo — Así que no comerás sólo ¿O sí?—pregunto a Aninka que esta roja como un tomate y sé que es por la cercanía entre ella y Viktor.
— S-í —responde colocándose un mechón de pelo detrás de la oreja— Vámonos.
Y así nos fuimos dejando a Esteban y sus perros falderos allí con cara de indignación.