Daniel va manejando cuidadosamente. Sin embargo, el enojo es palpable en el ambiente.
— Lo siento — digo mientras él conduce.
— ¿Por qué me dices lo siento? — pregunta sin quitar los ojos de la carretera.
— Porque sé cuánto se odian. Y sin pensarlo, te dije que me vinieras a buscar. Por eso te digo lo siento.
— No es tu culpa. Nuestra relación está tan rota que el que tú estés o no, no cambiaría que él y yo nos tratemos así.
— Sin embargo, si no hubieras venido a buscarme no se habrían hablado así.
Sé que no es mi culpa que ellos se traten así. Pero si me hace sentir culpable el que haya discutido, porque Daniel vino a buscarme a un lugar que es propiedad de Esteban.
Analizando lo poco que alcance a escuchar, me hace pensar que si es verdad que se detestan y que no es un juego de ni
