Capítulo ocho: El reencuentro

1725 Words
Siento el peligro antes de llegar a mi cabaña, Nala no comprende lo que sucede y no confía en las personas que se encuentran con ella, al parecer, Luciano intenta protegerla y está comunicándose en occitano. El calor de mi cuerpo aumenta y abraza todo mi cuerpo, no hay luna llena, pero mi lobo interior ha detectado el peligro y el temor de su pareja destinada. Siento la esencia de un olor que conozco muy bien, el mismo que sentí anoche, pero que ya no tiene el mismo efecto en mi forma de hombre, siento a Luminara. ¿Qué hace en mi cabaña? Me acerco y descubro tres lobos afuera de mi casa, tengo la impresión que Luminara quiere forzar a Luciano a transformarse delante de Nala. Me desnudo con rapidez, quitando mis zapatos, mi camiseta y mi pantalón n***o ensangrentado, sin dejar de observar el movimiento de los lobos. Me concentro en mi cambio, no puedo perder el contacto con mi mente humana y dejarme controlar por los instintos de mi lobo que claramente solo quiere entrar y rescatar a Nala. “Ónix ¿Dónde estás?” “Me siento en la dimensión desconocida” “Y solo quisiera ver a mi hermana y a Drago” “Me siento muy triste por su muerte, Ónix debes estar destrozado” Escucho los pensamientos de Nala y pierdo la concentración al comprobar que se preocupa por mí. Vuelvo a intentarlo; me centro en cada hueso de mi cuerpo y a pesar del dolor que se empieza a adueñar de mi ser, permito que cada músculo se tense y retuerce bajo mi piel, la sensación es intensa, el dolor insoportable y puedo escuchar cada hueso cambiando su forma. A pesar del dolor, me repito quién soy, una y otra vez y le permito ver a mi lobo que podemos hacerlo juntos, soy Ónix, te respeto como lobo y eres importante, pero sigo siendo Ónix y tengo un objetivo para venir a buscarte. Hablo conmigo mismo y con mi lobo interno, mientras mis uñas se endurecen y se convierten en garras afiladas e intento comunicarme con Luciano, lo que es complicado si no estoy cerca o me encuentro en plena transformación, como en este momento. “Sácala de aquí” Logro decirle, esperando que me haya escuchado. “Cuando a tu exnovia se le pase el ataque de celos” La respuesta de Luciano me enfurece, no quiero tener nada que ver con Luminara. “Solo sácala” A una velocidad inverosímil, mi lobo se apodera de mi cuerpo, alargando mi rostro, el vello brota cubriendo todo mi cuerpo de una capa de pelaje espesa y negra. Mis piernas y brazos crecen y vuelvo a sentir el dolor mientras mis dientes se afilan y mi mirada y todos mis sentidos se intensifican. El color de los árboles y de los lobos fuera de mi casa es más nítido y sé que mis ojos brillan con un tono amarillo. Mi aullido desgarrador, cuando logro posicionarme en mis cuatro patas, alerta a los lobos que adoptan una posición de ataque y empiezan a gruñir. El olor de cada lobo se vuelve más fuerte, son solo omegas que acompañan a Luminara. Sin embargo, a pesar de la desconfianza y del miedo que siente Nala, no los ha visto. Mi instinto animal me induce a atacar y rescatarla, me muevo de manera precisa mientras siento como mi pelaje se eriza, me acerco hasta ellos en una postura erguida y feroz y con la cola levantada. Están en mi territorio y ningún lobo puede tomar lo que es mío. El que parece el más osado de los omegas me muestra los dientes y gruñe; de inmediato me lanzo contra su cuello y lo muerdo con salvajismo. Escucho su aullido y siento el mordisco de otro de los lobos en mi pata delantera, me sacudo con fuerza soltando a su compañero que cae contra un árbol y gruñe. Me vuelvo a atacar al lobo gris que me ha mordido; es mucho más pequeño, pero se lanza contra mi cuello, me sacudo con rapidez y ataco una de sus patas, girándolo y sacudiéndolo hasta que logro capturar su cuello. Me vuelvo con agilidad hacia el tercer lobo que gruñe mostrando sus dientes. — ¡Oh, Dios mío! Luciano, hay varios lobos aquí fuera. Pensé que ya no había en este bosque — Me vuelvo hacia la voz de mi luna un segundo antes de acercarme con agilidad a mi adversario y gruño mostrando mis dientes. — Ven Nala, tenemos que irnos — La voz de Luciano me distrae y siento el ataque del lobo. Sacudo mi pierna con ferocidad y me alejo para al segundo lanzarme contra él y tomar su cuello, empujo con fuerza y rodamos por una pequeña pendiente, golpeándonos con fuerza mientras muerdo y recibo pequeñas mordidas del omega. Escucho su quejido al golpearse contra un árbol y gruño por el dolor en mi pata y por el golpe que recibí al chocar contra otro árbol. Me muevo con agilidad a pesar del dolor y me acerco al auto, donde Luciano arrastra a una Nala que parece encontrarse en estado de shock. Mientras se alejan, mi dolor se vuelve más agudo y aúllo al sentir como mis huesos se contraen y se vuelven a reconfigurar, creando el sonido de huesos crujientes y de músculos tensándose. Mi mirada se vuelve menos intensa y mis dientes y cara vuelve a su posición normal, mi capa espesa de pelaje empieza a retractarse generando una sensación extraña en mi cuerpo. Sé que mi cambio a la forma humana no ha tomado mucho tiempo, pero después de sentir como mis pezuñas se contrajeron me siento agotado, con dolor y mucho frío. — Vaya, vaya, pero si es mi perruno favorito — Escuchar la voz de Luminara me enfurece. Estoy desnudo y a pesar de que Luminara conoce mi cuerpo de la misma forma en la que yo conozco el suyo, no la veía desde hace cinco años y no me interesa tener una conversación con ella en este estado. Durante muchos años pensé que ella era mi Luna, que no podría seguir adelante después de lo que me hizo y que solo podría purgar mi vergüenza alejándome de mi manada y aunque todavía pienso que no puedo volver a la manada de mis padres; por fortuna, lo que sentía por Luminara solo era algo físico. — He conocido a tu luna, o debo decir a tu mate; porque con eso de que renunciaste a ser el alfa de tu manada, ya no sé si te has convertido en un omega, o eres un alfa solitario o solo un lobo solitario; o lo que sea que a tu estúpida manada se le ocurra inventar — Luminara habla con una sonrisa irónica en sus labios. Mientras escucho sus tonterías, me pongo de pie y paso por delante de ella sin prestar atención a su reacción. Tengo un gran mordisco en la pierna derecha y otro en el cuello que empiezan a sanarse. — Nunca pensé que tu pareja destinada sería una humana, porque se supone que era yo, ¿lo recuerdas? — Sigue hablando detrás de mí mientras entro a la sala de baño. No me he tomado la molestia de vestirme, no la he invitado a mi casa y no tengo por qué esforzarme. — Luminara, aunque no es un placer verte, tengo una conversación pendiente contigo. Así que sírvete algo y ponte cómoda. Yo tomaré una ducha — Le cierro la puerta de la sala de baño frente a la cara y me meto a la ducha. Diez minutos después, continúo agotado, pero al menos me siento más preparado para enfrentarme a mi ex pareja. Me pongo otra camiseta negra y jeans del mismo color, mi reloj brújula y botas negras. — ¿A qué has venido? — Voy directo al grano. Tengo que ir a buscar a Nala y llevarla a otro lugar, tal vez debamos alejarnos del bosque e irnos para una gran ciudad. Luminara se pasea por el salón con una copa de vino en su mano derecha. — Así me imaginé nuestra casa, con un poco más de toque femenino — Me dice llevándose la copa a sus labios. No voy a repetirle la pregunta, si en treinta segundos no ha respondido, me iré. — Te sentí anoche y la sentí a ella, sentí el olor de ustedes dos juntos — Me dice y detecto decepción y celos en su comentario. — ¿Y por eso enviaste cazadores contra los hombres lobos? — Tomo un vaso con agua. — Necesitamos toda la ayuda necesaria para atrapar a esa bestia y además, no les he dicho a los cazadores donde exactamente se encuentran las dos manadas de la zona — Me habla confiada de lo que dice. — Es por eso que dos lobozuelos fueron atacados esta mañana — Tomo mi billetera y las llaves de mi auto. El de ella se encuentra estacionado en la entrada, así que puede irse cuando quiera. — Me voy, un gusto verte y por ahora, intenta cuidarte y cuidar a tu manada — Le digo y me vuelvo a mirarla con frialdad — Lo siento, había olvidado que fuiste expulsada de ella — Me alejo y antes de salir tomo mi teléfono portable que había olvidado cuando salí esta mañana. — Ónix, eso ha sido un golpe bajo y lo sabes — Inclino la cabeza reconociendo que tiene la razón. — Luciano me dijo lo de tu hermano, lo siento mucho — Ella conocía a Drago y durante el tiempo que estuvimos juntos, tuvieron una buena relación. — Gracias, cierra cuando salgas y sobre todo, no vuelvas a meterte con Nala — Le advierto — Ónix, te dije que sentí el olor de los dos juntos y algo cambió, no sé lo que es, pero esa mujer, no es una simple humana — Me dice y mi cuerpo se tensa. Sin querer prestar atención a las palabras de Luminara, salgo de la cabaña y me subo al auto. Le escribo a Luciano, esperando que no la haya llevado a donde mis padres. ¡Maldición! Un hombre sin olor la sigue y a ella solo se le ocurre ponérsele en bandeja de plata.
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