Nala
— Todo estará bien — Luciano es un amor, es una muy buena persona y por lo que he comprendido, está muy enamorado de su esposa — Tal vez te tome algo de tiempo, pero pasará — Su abrazo me reconforta.
Me siento tan mal, porque sé que lo ha sucedido en este lugar no va a pasar; hace dos años perdí a mi padre en una accidente que nadie comprendió y mi hermana ha sido asesinada de una forma cruel y vil ¡Esa bestia destrozó su hermoso cuerpo!
– No sé qué voy a hacer sin ella — Susurro y sigo llorando y dejando mis lágrimas y mucosas en la camisa de Luciano.
— Suéltala — El susurro de Ónix nos sorprende y me alejo de él con la sensación de que he hecho algo mal.
— Solo no puedo dejarla llorar en una esquina, acaba de ver a su hermana — Le responde Luciano y Ónix pareciese solo concentrarse en la distancia que ahora hay entre Luciano y yo.
— Lo siento — Me dice y toma mi mano — Nos vamos, mi familia se encargará de preparar el sepelio de tu hermana, ¿necesitas llevarla a algún lado? — Niego con la cabeza.
Pienso en Loretta y Rommel los mejores y casi únicos amigos de mi hermana, les avisaré, aunque estoy casi segura de que todo el mundo lo sabe.
— No han entregado los datos de tu hermana a la opinión pública, por el momento — Me dice.
— Tengo que hacer una llamada — En el parqueadero tengo más espacio y me alejo un poco y le marco a Loretta, pero cómo era de esperarse, su teléfono está apagado.
— ¿Rommel? ¿Cómo estás? — Lo saludo intentando contener las lágrimas, algo imposible en este momento.
“Mi hermosa Nala, todo va muy bien por acá, extrañándolas ¿Cómo estás? ¿Y la pesada de tu hermana?”
La alegría de Rommel es contagiosa, pero en este momento solo aumenta mi llanto.
— Rommel yo... ¡Dios! — Suspiro, no tengo la fuerzas para aceptar que Belatrix está muerta, a pesar de que acabo de ver su cuerpo
en una fría mesa de la morgue.
“Ha sucedido algo malo, ¿verdad mi amor?”
La angustia en su voz vuelven más insoportable este momento.
— Su hermana Belatrix ha sido asesinada — Escucho la ronca voz de Ónix al teléfono, acaba de arrebatármelo y ni me he enterado.
— ¿Pero qué haces? ¿Cómo le dice algo así de esa manera? — Tomo el teléfono que Ónix sostiene sin esfuerzo.
“... una broma, ¿quién es ese tipo? ¿Nala?”
¡Pobrecito Rommel!
— Lo siento Rommel, es verdad. Estoy en el anfiteatro y acabo de ver su cuerpo y... — Vuelvo a largarme en lágrimas — La destrozó Rommel y yo estaba ahí y no pude hacer nada — Creo que desde anoche no dejo de estar en el lugar donde ese bestia ataca y nunca puedo hacer nada.
“Pero por Dios, hablé con ella anoche, yo no comprendo, yo...” “¿Sabes quién fue?”
Me limpio una lágrima y sonrío agradecida a Luciano que me pasa un pañuelo, mientras el cuerpo de Ónix parece tenso y en su ceño se marcan tres líneas.
— La bestia del bosque — Susurro.
“No puede ser, no me digas que mi Belatrix es la chica de la que están hablando los medios”
Mi llanto confirma su afirmación y solo quiero desaparecer.
“Loretta y yo iremos a acompañarte, no estás sola hermosa”
Le agradezco, todavía perdida entre lágrimas, y cuelgo la llamada.
— ¿Quién es ese hombre? ¿Rommel? Te ha dicho hermosa y mi amor ¿Es tu pareja? — Me pregunta Ónix sin dejarme al menos responder a la primera pregunta.
— ¿Cómo sabes lo que dijo? No tenía el teléfono en alta voz — Me sorprende que me pregunte eso.
— Habla muy fuerte tu amigo, yo también lo escuché — Luciano justifica el comentario de su amigo.
— Ónix, no sé por qué piensas que tienes derecho a preguntarme algo así de la forma en la que lo has hecho — Le digo golpeando su atractivo pecho con mi dedo índice — No soy tu problema, tampoco soy de tu propiedad y Rommel no es de tu interés — Me alejo de ellos.
— Creo que has encontrado la horma de tus zapatos ¡Vaya con la luna! — Luciano comenta mientras ríe a carcajadas.
Un momento ¿Quién es luna? ¿Acaso Ónix ya está con alguien más?
— He preguntado si Rommel es tu pareja — Repitesin prestar atencióna lo que le he dicho y mucho menos al comentario de su amigo.
— Y te he respondido que no es de tu interés — Siento la tensión entre los dos.
Ónix me ha tomado del brazo y soy consciente del esfuerzo que está haciendo para no apretarlo, su intensa mirada me hace
comprender la furia que siente, la cual no logro entender.
¿Por qué le interesa tanto Rommel?
— Nala, no me hagas perder el tiempo y la paciencia — Su mandíbula apretada y el rictus de sus labios, en lugar de aterrarme, me atraen como una abeja al panal.
— Yo no estoy… ¡Mierda! — Me llevo la mano a la cabeza.
Una descarga de imágenes se apoderan de mi mente; observo a mi padre sonriendo y mostrándome un gran libro dorado y a mi hermana corriendo hacia el bosque.
“Corre, Nala. No tenemos mucho tiempo”
Escucho su hermosa voz e intento alcanzarla.
“Belatrix, espérame. No me dejes sola”
“No estás sola Nala, estamos contigo”
De repente la imagen cambia y me encuentro acostada sobre mi cama, solo que tengo trece años y mi cuerpo levita y mi cabello se extiende en el vacío.
De inmediato observo unos ojos grises que me miran con intensidad y corro por un callejón, estoy asustada, llueve a cántaros y siento mucho frío. El hombre de los ojos grises me sigue, alto e imponte.
Sigo corriendo y al final se encuentra mi padre, con el libro, pero ya no es dorado, es oscuro como la muerte y a su lado un lobo imponente y n***o, como el que vi esta mañana lo acompaña.
Corro hacia el lobo sin sentir miedo y este, se lanza contra el hombre.
— ¡Nala! Nala, estás temblando — Escucho una voz profunda y abro los ojos de inmediato.
— ¿Qué ha sucedido? — La inquietud en la pregunta de Luciano me devuelven al presente. Levanto la mirada y lo observo frente a nosotros conel ceño fruncido.
Estoy en el suelo del parqueadero del anfiteatro y Ónix me está abrazando, como si estuviese protegiéndome con su cuerpo.
— Estás temblando¿Te duele la cabeza? — Me dice y yo me pierdo en su olor a pino y hojas del bosque humedecidas por la lluvia, los latidos de su corazón que parecieran tan acelerados como el mío y su calor, me reconfortan y no quisiera estar en otro lugar.
— Solo tengo frío — Le digo y siento como sus brazos se cierran con mucha más fuerza — ¿Qué ha pasado? — Pregunto sin comprender por qué nos encontramos en esta posición.
— Has gritado y te has desplomado, chiquilla. Nos has dado un buen susto — Siento la tensión en el cuerpo de Ónix ante la respuesta de Luciano e intento separarme de él.
Al parecer no le gusta rescatar a señoritas en apuros y a mí tampoco me gusta ser una carga para nadie.
Con la ayuda de Luciano me levanto y limpio el polvo de mis pantalones.
— Gracias, no sé qué me ha pasado — Le digo a Ónix, bajando la mirada.
Esto ha sido muy incómodo, pareciera que en cada encuentro con él, solo quiero lanzarme asus brazos.
— Tenemos que irnos, no puedes estar expuesta al asesino de tu hermana y mi hermano, estoy seguro de que está buscándote — Dice Ónix y se vuelve hacia Luciano — Dejaré en un lugar seguro a Nala y luego volveré, iré con ustedes a buscarlo.
Me vuelvo a mirarlo, ¿está diciendo que va a dejarme sola en algún lugar mientras él sale a buscar al asesino?
El miedo me embarga, pero no quiero parecer una niña indefensa y asustadiza, me quedaré donde me diga, mientras intento descifrar lo que me ha pasado y luego, saldré a buscar al asesino.