Capítulo 10

1014 Words
El tiempo transcurrió. El lindo paisaje se cubrió de blanca nieve y luego los árboles florecieron. El pequeño bebé creció fuerte y fue nombrado Christoph. Era el orgullo del rey. Alexi aún no ponía en orden sus recuerdos. Conforme el tiempo pasaba sus ganas de huir se volvían más fuertes. Alexi aún no entendía el comportamiento del rey. Siempre se hacía cuestiones similares ¿Por qué recibía ese trato de él? ¿Por qué comenzaba a enamorarse del asesino del hombre que amaba? ¿Por qué su aroma era dulce y cálido? Y luego, después de casi un año su gran huida por fin dió fruto. El plan que había estado preparando tenía que salir a la perfección, ya que había memorizado cada salida y el número de guardias que había en cada entrada. También había robado ropa de los criados, así podría pasar como uno de ellos. La libertad le sonreía. Al atardecer se reunió con Cedric. Con su bebé en brazos camino hacia donde en alfa se encontraba parado y lo miro. Contemplando la bondad de su corazón, intentando entender sus futuras acciones. El rey malévolo solo le habia demostrado bondad en todo ese tiempo, pero, al no tener bien claros sus recuerdos, aún temía al dominio que esparcía. Sus recuerdos mostraban su niñez en su antigua vida. Mostraban como era maltratado por esos alfas en el burdel. Mostraba el rostro borroso de su prometido mientras lo llamaba e intentaba acercarse a dónde él estaba. Mostraba el aroma de su asesino, un aroma idéntico al del rey que lo tenía prisionero. Después todo era un mar de confusión. No lograba recordar nada más allá de eso. El bebé fue entregado a las nodrizas para que cuidarán de él, luego Alexi camino hasta la cama. Se removió de encima las ropas que lo cubrían y libero su intenso aroma. Eso tomo por sorpresa a Cedric; quien, apresuradamente, caminó hasta donde el Omega lo esperaba de pie. —¿Es tu celo?— preguntó. Alexi solo lo miro, tomo su mano y la coloco sobre su mejilla, haciendo caricias suaves. Cedric tomo la cintura de Alexi y lo atrajo hacia él y también libero su aroma. El don de Alexi; su aroma dulce y atrayente. Capaz de enganchar a cualquier alfa. Era claro, Alexi pagaría la amabilidad del alfa con una noche larga de placer, después tomaría sus cosas, a su hijo y huiría de esa prisión, lejos del asesino de su prometido. Los aromas de ambos se volvieron uno solo, inundando la habitación con ellos. Alexi ayudo a quitar las ropas de Cedric. Luego, cuando ambos estuvieron desnudos, Alexi miro a Cedric, se levantó de puntas y beso los labios del alfa. El botón que libero la explosión. Cedric soltó la mejilla de Alexi y envolvió su frágil cuerpo con ambas manos, lo levanto del suelo y lo recostó sobre la cama. El beso siguió, mientras que las manos de Cedric se paseaban por la suave piel de Alexi, al mismo tiempo que pequeños gemidos se escapaban de los labios del Omega. El acto continuó. Ambos eran saciados por su pareja. Está vez, Alexi no temio al contacto de un alfa. Se sentía extasiado por el aroma, por los toques delicados, por lo bien que aquel alfa lo trataba mientras el acto ocurría. Lágrimas comenzaron a desbordar sus ojos. No eran de dolor ni sufrimiento, tampoco de tristeza; más bien eran lágrimas de felicidad, porque por primera vez no había sido tratado como basura, porque por primera vez se sintió amado de verdad. Entonces la duda y cobardía surgieron. Por un segundo creyó que huir no era la mejor opción, pero después recordó que aquel hombre era un asesino y su propósito inicial volvió a surgir. Las lágrimas no se detuvieron, Alexi se aferró más fuerte y ahogo su llanto en el pecho de su alfa. —Lo siento— susurró. Cedric se detuvo y lo miro —¿Qué sucede?— pregunto preocupado. Tal vez lo había lastimado, tal vez no era el momento indicado para hacer lo que había hecho. No obtuvo respuesta, de nuevo y al igual que todas las veces anteriores en que él planeaba charlar con su Omega. Lo envolvió con sus brazos y lo reconfortó. Alexi se acurrucó en su pecho hasta calmarse y quedar dormido. Durmió profundamente, está vez sin las pesadillas que lo perseguían desde que su mente se había vuelto un caos completo. (...) A la mañana siguiente, muy temprano. Alexi despertó, recostado sobre el brazo de su alfa. Lo miro por unos segundos, luego tomo su mejilla y se acercó a sus labios, depósito un tierno beso y se levantó sigiloso. Tomo las ropas que había hurtado de los criados y se las puso. Salió de la habitación, por fortuna los guardias aún no habían llegado a tomar sus posiciones, ya que aún era de madrugada. Se dirigió a la habitación de la nodrisa y tomo a su hijo. Con siguió y evitando a los gosrdias que ya se encontraban en sus puestos, salió del castillo. Comenzó a correr en dirección al pueblo. Tomo la ruta segura que había trazado y logro escapar. Su huida sería gloriosa. Al salir del reino se adentro al bosque. No sabía lo que había ahí, o más allá de ahí. Lo único que sabía era que estar del otro lado de los muros le había traído de vuelta su libertad, tanto para él como para su pequeño hijo. Corrió sin parar, su único propósito era huir, ya que probablemente el rey se había dado cuenta de su ausencia y pronto movilizaría a sus guardias para buscar al Omega. Atravesó el bosque hasta llegar a las lejanias. Luego de eso su viaje se demoró una semana, hasta que finalmente llegó a una tribu de nativos. Estaba agotado, hambriento y también sediento. Mostró una sonrisa, la vista le fallaba y sus piernas estaban débiles. Avanzo lento y en poco tiempo una silueta se formó frente a él. No tenía más fuerzas, así que se desvaneció al suelo quedando inconsciente.
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