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1639 Words
No llegaba a procesar las palabras del chico. Georgina Sanders estaba muerta, y yo la había visto horas antes. ¿Tengo algo que ver en su muerte? ¿¿Por qué no recuerdo nada?? ¿Por qué apareció en el Goya? Miles de preguntas retumbaban en mi cabeza y no tenía pensado salir de ella. Me di una ducha en el baño de Luke, lo necesitaba. Le comenté lo sucedido con Jonan, pensé que me juzgaría y me dejaría de hablar por lo que hice. Pero no fue así. Lo primero que hizo, fue darme un abrazo y decirme que todo estaría bien. Cuando salí del baño, ya con la sudadera que le dejó el. Me hizo cambiarme, ya que según Min Luke, se quedaría la sudadera de Jeon Jonan para quemarla esta noche. No me opuse, era su sueño. El chico ya estaba vestido y esperando a que yo saliera. Algo que me dejó confusa. Señaló la puerta de su casa, para que saliera por esta. – Iremos a la farmacia ¿de acuerdo? – Él intentó ser sutil conmigo. Asentí, mientras apretaba los labios, sin saber qué decir o cómo actuar. Simplemente me sentía una basura, lo que era. Salimos de su apartamento, él se tomó la libertad de agarrar mi mano y entrelazarla con la mía. Sonreí internamente, ante su acto tan tierno a mi parecer. Pasamos por la plaza donde los niños jugaban, y nos paramos frente a la farmacia. No quería entrar ahí, me daba vergüenza. Nunca había hecho algo así y seguramente todo el mundo me tachara de algo que no soy. Es estúpido que la gente aún juzgue a las mujeres por tener una vida s****l activa y se las tache de putas, zorras o guarras. No es justo que a los hombres los halaguen por hacer lo mismo que nosotras. Pero es irónico que las primeras que nos tiramos mierda unas a otras, somos nosotras mismas. Juzgamos, criticamos y nos burlamos de otras chicas. Y a veces pasa sin darnos cuenta, pero lo hacemos. Somos hipócritas. 🥀🗡🥀 Punto de vista de Luke Los dos mirábamos el escaparate de la farmacia, no puedo mentir, esto agradable no era. Jamás había hecho algo así, me refiero a acompañar a una chica en esta situación. He tenido relaciones sexuales, pero fueron con vampiras convertidas, por lo que es totalmente imposible tener hijos. Y no hay necesidad de tener tantos cuidados como deben tener otras especies. Observaba de reojo a Rubí, notaba como le sudaban las manos y juraría que le temblaban las piernas. Creo que para ella también era la primera vez haciendo esto. Ambos tomamos asiento en el banco junto a la farmacia. Ninguno tomaba la iniciativa de hablar, creo que su inseguridad podía con ella. — ¿Cómo se pide algo así? Me da corte entrar y lo que puedan pensar. — Realmente no debería importar lo que piensen, además, miles de mujeres pasan por esto y no es algo que deba avergonzarte. — Para ti es fácil decirlo, eres un tío y te halagan por follar, no te juzgan, menosprecian o insultan por ello… En la vida de una mujer ¿Sabes la cantidad de veces que le llegan a llamar puta o ha sido insultada simplemente por disfrutar de su cuerpo? – Respondió antes de que abriera la boca – Miles de veces, y lo peor es que muchas de esas veces es por otras mujeres… Rubí Wolf es de las que no puede dejar de hablar cuando está en una situación de estrés. Por lo que puedo deducir ahora mismo, el miedo a lo que piensen los demás, puede más que cualquier parte serena de su cerebro. Agarré sus manos para llevarme toda su atención y dejará de hablar. — Rubí, entraré yo. – Me adelante en decir. Sinceramente me daba miedo, nunca hice algo así y cómodo no debe ser. Pero es necesario. Ella se limitó a asentir con su cabeza. Me lávate sin saber qué es lo que iba a decir dentro. Entre en la farmacia de mi barrio, donde casi todo el mundo me conoce, genial. La hermana de Jack trabaja en la farmacéutica del barrio, junto a la señora Do. Si, mi vecina. Suerte que ahora mismo, está sola Jina. Me fui acercando poco a poco disimulando, de hecho agarre una crema al azar para no llamar la atención. Terminé delante del mostrador, con la chica de cabello castaño y notable vientre de embarazo delante de mí. Su bata de farmacéutica no cerraba y mantenía una de sus manos apoyada en sus riñones, en la típica pose de mujer embarazada. — Umh… ¿Luke qué haces aquí? Es extraño ver a un vampiro en una farmacia, somos inmortales y pocas cosas podemos comprar aquí. Deje la crema en el mostrador y me rasque la nuca nervioso. — Quiero eso y… y también… pues quiero… – Se me había olvidado hasta como se decía. — Es para hoy, chico. La señora Song está esperando para su crema de almorranas. — Quiero la pastilla para el día después. – Pude respirar tranquilo al decirlo al fin. — No puedo dártela. — ¿Qué? ¿Por qué? — No sé, tal vez porque no tienes v****a. No pude quejarme o rechistar, era cierto. Supongo que este tipo de pastillas las tienen más controladas y no se las venden a cualquiera. Salí de la farmacia sin pastillas y con una crema que al parecer era para el trasero de los bebés. Rubí me observó esperando que le diera la pastilla, pero en lugar de eso recibió la crema. La chica achinó sus ojos, sin comprender nada. Tomé asiento de nuevo a su lado. — ¿Y la pastilla? — No me la vendieron, porque no tengo v****a. Debes comprarla tú. — Pero yo no… ahg no puedo. Volví a agarrar sus manos entre las mías, para llamar de nuevo su atención. Agarré la crema y mostré la foto del bebé, con el culo al descubierto. — ¿Ves esto, Rubí? – Ella asintió, sin comprender adónde quería llegar – ¿Quieres uno? ¿Realmente quieres un bebe? ¿No, cierto? — No lo quiero, no ahora. — Ya sabes lo difícil que es abortar, en cuanto a mentalidad. Ahora mismo tienes la oportunidad de evitar pasar eso de nuevo y sufrir más… Si en lugar de eso, no quieres entrar y prefieres tenerlo, no importa, estaré contigo, apoyándote y me haré cargo si Jonan no lo hace. — Creo que… entraré. – Se adelantó en decir, mientras se levantaba. Imite su acción y ambos entramos en la farmacia. Jina rodó los ojos al verme otra vez. Rubí se acercó al mostrador, y sin pelos en la lengua habló. — Quiero la pastilla del día después. – Sonaba mucho más serena que yo. — Bien, te haré un par de preguntas. Es necesario para poder venderlas. – Rubí asiento, mientras Jina buscaba el papel. – ¿Cuándo fue tu última relación s****l? — Obviamente anoche. — ¿Usaste anticonceptivos? — Si...o no, no lo sé. Por eso estoy aquí – Por lo que me dijo Rubí, no recordaba nada de anoche. Eso debe ser frustrante para ella. ¿Qué hizo que perdiera la memoria durante ese tiempo? — ¿Última vez que tuviste tu periodo? — Hace unas tres semanas… — Cuatro, ya. – Corregí sin darme cuenta en voz alta. Lo recuerdo bastante bien, porque pasé esos días extraños de lobos, con ella. — Comprendo… ¿Has tomado antes la pastilla? La chica negó con la cabeza, mientras apretaba los labios. Su gesto se me hizo gracioso. ¿Por qué? No lo sé, Rubí saca emociones en mí, que no conocía o no tuve el tiempo de conocer. Jina terminó al fin con sus estúpidas, pero supongo que necesarias preguntas. Salimos ambos de la farmacia, ella iba leyendo la información que venía en la cajita de la pastilla. Es ridículo lo grande que es la caja, para solo una puta pastilla. Por no hablar de lo cara que es, suerte que paga ella y que yo no fui el causante del posible feto con dientes de conejo. Compré dos latas de Coca-Cola y nos sentamos en uno de los bancos de la plaza, cerca de mi edificio. Ambos tomábamos de las latas, mientras mirábamos a los niños jugar con un balón. — Al final, no fue tan incómodo ¿no? — Fue extraño, pero ver a la chica de la farmacia embarazada, me hizo entrar en pánico e imaginarme así… No estoy preparada para eso, no lo quiero y menos con él. Ambos suspiramos a la vez, fue algo cómico, ya que nos miramos y sentí un leve sonrojo en sus mejillas. — Tengo una pregunta para ti… – Comentó, mientras se acomodaba mejor en el banco. Pensé que debía ser molesto para ella llevar solo una sudadera grande y no tener pantalones. Pero se veía bastante cómoda. Imite su acción y me acomode mejor en el banco, apoyando mi brazo el respaldo de metal. – Adelante. — ¿Era en serio lo que dijiste de hacerte cargo? Ni yo mismo tenía en mente decirlo, media hora atrás. Pero si, iba en serio. Fue algo que me salió solo y de forma sincera. Tenía la vista clavada en la lata de Coca-Cola y por primera vez, me sentía tímido. Y podía jurar que mis mejillas me delataban. Sentí como la chica se inclinó hacia mí, aun siendo un vampiro, no pude adelantarme a los hechos. La chica me acababa de depositar un pequeño y tierno beso en la mejilla. No creí que algo tan tierno, como un beso en la mejilla, pudiera ser tan necesario para mi. Rubí me hace sentir tantas cosas dentro de mí, que creía muertas.
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