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1364 Words
Esperé desesperado a que Jack se dignara a venir. No dejaba de dar vueltas por la sala, por los nervios. Con Rubí intenté mostrarme tranquilo, pero realmente estoy preocupado por lo que pasó. Leí las noticias de la ciudad en Google y la policía ya dejó en claro que Georgina no murió suicidándose. Y que seguirán investigando a las últimas personas que estuvieron con ella en la fiesta de su casa. Escuché la puerta de casa, abrí a Jack antes de que llamara más fuerte y despertara a Rubí y a Jae. Lo agarré del brazo bruscamente y lo hice sentar en el sofá. Me crucé de brazos esperando a que abriera la boca de una jodida vez. — Buenas noches ¿cómo están? — ¡No me jodas, Jack! Habla de una puta vez ¿que les dieron? — En la sangre de Zack, encontré restos de escopolamina. Una buena droga para hacer lo que quieras con una persona, con esto puedes controlar a cualquiera… Se usa normalmente para drogar a mujeres y llevarlas a la cama, sin que ellas puedan quejarse y sin que recuerden si fueron violadas o no. — ¿Rubí también tenía? — Si, pero además de eso, encontré restos de éxtasis en su sangre. Alguien quería que Rubí perdiera todo el control de sí misma. –El chico de hoyuelos y pelo rojizo se cruzó de brazos.– ¿Tienes algo de comer? Muero de hambre. — ¿Tenemos alguna forma de que recuperen los recuerdos de esa noche? — No, no la hay. Pero podemos saber quién vende éxtasis. Por lo que pude ver, Rubí tomó el éxtasis una hora o hora y media después. Por lo que, no se lo dio la misma persona. — ¿Quién vende éxtasis? — Kim Nam, deberías saberlo. — Hijo de puta… lo llamaré mañana a primera hora para saber quién le compró el éxtasis esa noche. Y si vio algo estando allí. Jack asintió, recogió sus cosas y salió de mi apartamento. Zack se quedó en la habitación de Geum, quien está ahora mismo viviendo en Incheon mientras termina de estudiar. Suele venir a menudo, pero normalmente es por la mañana. Estaba por entrar en mi habitación, pero de nuevo escuché como se abría la puerta, dejando ver a mi madre. Notaba a kilómetros su cansancio, dejó las llaves colgadas en la entrsda y se dejó caer en el sofá. Fui un buen hijo, y le traje algo de comer de la cocina. Me senté junto a ella, quien me sonrió ampliamente. — Gracias, Lukie. ¿Qué haces aún despierto? — Soy un vampiro mamá, sabes que solo duermo a partir de las seis de la mañana, por el sol. Ella puso los ojos en blanco, mientras empezaba a comer. Suspiré profundamente mientras recargaba mi espalda en el respaldo del sofá. — ¿Cómo está Rubí? — Creo que mañana no será un buen día para ella. Y encima tenemos clase. — La próxima vez ya sabes que debes usar protección, piensa en ella y en lo que debe pasar. Ojalá hubiera sido yo el causante, pero no. No fui yo, pero eso mi madre no lo sabrá. Jeon es un auténtico imbécil y un aprovechado. — Lo sé, mamá. Lo siento. — Oh cielo, no tienes que disculparte conmigo. Debes hacerlo con ella. Estoy segura de que ahora mismo no quiere un bebe y tu menos, no te veo con un bebé. — ¿Por qué no? — No eres muy niñero y creo que jamás te vi ser afectivo, con alguien que no sea Jae y ahora Rubí. — Todos cambiamos mamá, tal vez algún día madure. Pero para ese entonces no creo que esté con Rubí. — ¿Por qué? — Somos especies diferentes, ella viene de un mundo totalmente diferente al mío y está claro que yo no soy bienvenido en él… Rubí se convertirá en el alfa de su manada y deberá casarse con un lobo. — Si Rubí se vuelve un alfa, ella podrá tomar las decisiones de su vida y su manada. No comenté nada más. Decidí que ya era hora de irme a la cama, me despedí de mi madre y entré en la habitación. Rubí dormía abrazada a sí misma. Me pareció adorable. Me tumbé a su lado y me quedé observándola dormir. Es gracioso como arruga su nariz, mientras duerme. Es algo que hacen los perros, supongo que los lobos también. La chica se giró hacia mí. Sonreí cuando la chica me olisqueo, para después abrazarme. 🥀🗡🥀 Punto de vista de Rubí Desperté con el sol dándome en la puta cara. La alarma del chico no dejaba de sonar y mi cabeza iba a explotar. Me aferre más al chico mientras ocultaba mi cara en su pecho. — Apaga eso, por favor. – Suplique tapandome la cabeza con la manta. Deduje que se estaba riendo, por cómo subía y bajaba su pecho. La alarma al fin dejó de sonar. — Tenemos clase, Rubí. Es lunes y tenemos dos exámenes ¿recuerdas? – destapó con cuidado mi cabeza. — ¿Cómo pueden seguir las clases, después de la muerte de Georgina? — La vida sigue para los demás, Rubí… Vamos a desayunar. El chico me apartó con cuidado y se puso en pie. Yo me mantuve aún tumbada en la cama. – No tengo hambre, solo quiero dormir. — Rubí, debemos presentarnos a los exámenes. Después si quieres nos escapamos. — Me gusta como suena. Él negó con la cabeza, mientras sonreía. Se concentró en buscar su uniforme del Goya, en el armario. Me levanté al fin de la cama, pero muy aturdida. Sentía que mis pies pesaban, era como si estuviera en un castillo hinchable y en cualquier momento pudiera caer al suelo. Era una sensación horrible. — ¿Todo da vueltas o solo soy yo? — Me temo que solo eres tú. Puedes darte una ducha, si no necesitas. — Sinceramente no tengo ganas, solo quiero morir. — No seas negativa, mira el lado bueno, solo será una semana horrible, no nueve meses. — El período de embarazo en los lobos es diferente, dura seis meses. — Eso es interesante, solo sabía el periodo de gestación de los humanos. Es lo único que enseñan en las escuelas públicas, y es complicado adaptarse a ellas. No sabía nada sobre escuelas públicas, toda mi vida fui a privadas. No lo elegí yo, lo hicieron mis padres. Esa mañana no desayuné, mi estómago estaba fatal y toda comida me producía náuseas horribles. En cuanto llegué a clase, acomodé mis brazos en la mesa y me dormí al apoyar mi cabeza en ellos. Sin importarme que la clase comenzará o que el profesor pudiera regañarme. No me importaba una mierda. La primera hora, me la pasé durmiendo. Tampoco me importaba la clase de historia de los centauros, bastante tengo con mi propia historia, como para aprenderme la de ellos. Desperté bruscamente en economía, la clase ya había empezado y la profesora se estaba acomodando en su mesa. Sentía unas inmensas ganas de vomitar, necesitaba hacerlo. Era tan horrible que no podía reprimir lo, tuve que salir a toda prisa de la clase para dirigirme al baño más cercano. Lástima que fueran los vestuarios masculinos. Ignore a los tipos en toalla o sin ella en algunos casos y me adentre en uno de los baños para poder soltar toda mi cena de anoche. Al salir wonho me esperaba apoyado en la pared y con su toalla a la cintura. — ¿Todo bien? ¿Necesitas ir a la enfermería, Rubí? – preguntó en un tono preocupado. — Si, claro. Estoy perfectamente. — Estás súper pálida, tus ojeras asustan y lo acabas de echar todo. Dudo que estés bien. Era Wonho, a él no puedo mentirle. Ambos entramos en el cubículo del baño, para tener más privacidad. — ¿Entonces estás como una mierda, por las pastilla del día después? Wow no pensé que fueras tan atrevida, Rubí. – dijo en un tono divertido, mientras me daba un pequeño golpecito en el hombro. — Rubí Wolf es una atrevida… – Dije de mí misma.
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