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1343 Words
Ver a Rubí salir por la puerta del camerino, me enfureció. Esa chica no entiende qué significa trabajar aquí. Pero no puedo impedírselo, ella sola debe darse cuenta. No soy el niñero de nadie y ella ya es mayor para saber qué decisiones toma. — No te pongas así, Min. Solo le dará trabajo de camarera, sabes como es Sunwoo. – Comentó Hanul, mientras seguía preparándose para su actuación. — Por eso mismo, se que le pedirá algo, a cambio del trabajo. Salí de los camerinos molesto, me dirijo directamente a la barra del club y comencé a trabajar. Aunque en mi mente no pudiera dejar de pensar en Rubí y en lo que estaría haciendo ahora. Pasó bastante tiempo desde que se fue con Jinho y no la volví a ver. Mi cabeza no deja de decirme que fui estúpido y que debía haber ido con ella. Limpiaba una de las mesas, mientras me maldecía por lo bajo. Hasta que sentí, como me abrazaban por la espalda. Sabía que era Rubí, escucho sus pulsaciones y las diferenció del resto. Pero soy un orgulloso y la ignoré. Seguí limpiando, aun teniendo su mejilla pegada a mi espalda. — Me dieron el trabajo, Luke. Ahora seré tu compañera y camarera. — Hablaba entusiasmada, por fin se había separado de mí, pero me seguía detrás de la barra. — Genial. – fue lo único que dije. Sonreí internamente al ver la mueca de frustración de la chica. — Luke… no te enfades. – agarró mi brazo. Es imposible enfadarse con ella. O al menos a mi me es imposible. Resople mientras me cruzaba de brazos. – ¿Qué te pidió Sunwoo a cambio por darte el trabajo? — Me pidió una cita. – comentó sin más. Mi mandíbula se tenso, solo de imaginar a ese chico, con Rubí. Sunwoo es según las chicas del club, un hombre atractivo. Pelo n***o, alto, un chico musculoso y una sonrisa que podría romper familias. Eso dicen las del camerino constantemente. Suele encargarse de la seguridad de mi padre y también lleva los papeles y cuestiones del club. — ¿Una cita? – Pregunté incrédulo. — Si, iré el sábado al cine con él. Resulta que también es un hombre lobo. Eso ya lo sabía yo, Sunwoo pertenece a la manada de los Jeon, pero fue expulsado de esta y por eso termino aquí. La ignoré de nuevo, mientras me ponía a trabajar. — Genial. No hablamos en el resto de la tarde, ambos nos concentramos en trabajar y solo hablamos de eso mismo. Le enseñé cómo debía atender la barra y le pedí expresamente que no saliera de ella, bajó ningún concepto. También le dije que intentará mostrar la marca de su brazo todo lo posible. La mayoría de clientes, por no decir todos, son vampiros. Por algo es un club de vampiros. The Vampires of Paradise, es el nombre del ridículo club de mi padre. Más bien es una tapadera, para poder vender todo tipo de drogas. Las chicas de aquí son humanas, menos las más veteranas, que son Jinho, Hanul y Sana. Ellas son vampiras, pero convertidas, no de nacimiento. Cuando nuestro turno terminó, a las diez de la noche, me dirige a los vestuarios. Rubi me seguía los pasos. Ambos nos cambiamos en el mismo sitio, intenté no mirar, pero Rubí es complicada de no ver. El orgullo, Luke. Recuerda que estás enfadado. Los dos salimos del club, ya se iba notando el frío de finales de otoño. Aunque, para mí es poca la diferencia de temperatura. Siempre es prácticamente la misma. Ambos montamos en el coche de la chica. Esta vez ella conducía, el camino a su casa fue en silencio. Para cuando llegamos, ya eran pasadas las doce de la madrugada. — Quédate aquí a dormir. Es tarde y no vas a ir andando a tu casa… puede ser peligroso. — Soy un vampiro, Rubí. Pero está bien, lo acepto. La verdad es que no tenía ganas de caminar hasta casa, y estoy cansado, hoy fue un día movido en el trabajo. Ambos entramos a su casa y subimos a su habitación directamente. Parecía no haber nadie en la casa y todo estaba apagado. Tomé asiento en su cama, mientras ella se quitaba los zapatos. – ¿Y tu padre? Normalmente está siempre por la casa. — Me envió un mensaje esta tarde, estará fuera toda la semana, por un problema en uno de sus hoteles en Jeju. — ¿Estarás sola toda la semana? – Imite su acción y me quite los zapatos. Los lleve a la puerta, para que no estorbaran. — Si, bueno, también están Izan y Ari. – la chica caminó hacia su vestidor, mientras iba quitándose la camisa del uniforme. – Prácticamente sí, estoy sola. — Puedes quedarte en mi casa, para no quedarte aquí sola… – Para cuando ella volvió, ya estaba con su pijama y llevaba un pantalón corto para mi. Es el que habitualmente me deja, cuando me quedo aquí. — Umh… ¿Ahora si me hablas? – me lanzó con algo de rencor el pantalón, después tomó asiento en su cama, cruzándose de brazos. Admito que me merecía esa contestación, después de haberla ignorado durante toda la tarde. Fue algo infantil por mi parte. Pero sigo molesto con ella y su actitud en el club. Rodé los ojos, mientras me bajaba los pantalones para ponerme los que me dio. No me importaba tener su atenta mirada. – Me comporté de forma inmadura hoy, pero sigo en desacuerdo con lo que hiciste. — Olvidemos lo sucedido. Tengo hambre ¿Quieres comer algo? — Sangre no tienes ¿no? – Pregunté cuando ya estaba cambiado y siguiendo a la chica hacia la puerta de su habitación. — Creo que no, pero si lo necesitas puedo darte. – me mostró su muñeca, mis colmillos salieron al instante. Tenía hambre y no había comido desde esta mañana. Debía controlarme, pero ella ya había visto mis dos colmillos, aunque intente escondernos. Me sonrió de forma traviesa y tiró de mi brazo hacia la enorme cocina de la mansión de los Wolf. Las empleadas de la casa, ya estaban durmiendo en la otra zona de la casa. Prácticamente tienen un apartado que es como una casa solo de empleados. Rubi me estuvo explicando cómo vivían, cuando ella estaba en sus días malos. También admito que me tomé la libertad de darme algún que otro paseo por su casa, pero el señor Wolf me dio permiso para hacerlo. La chica agarró una bolsa que parecía de galletas de perro, también agarró una botella de agua y volvimos a subir. Subió a su cama y se acomodó con las piernas cruzadas. Dio varios golpecitos a su lado, para que imitara su acción. Subí a su cama y me quedé mirando cómo sacaba una galleta con forma de hueso. — ¿Eso es una galleta de perro? La castaña entre cerro sus ojos, mientras apretaba sus labios. – Pues claro – Afirmó de forma obvia. – Es broma, pero es similar… no pongas cara de asco, tu mezclas sangre humana con café y con todo lo que comes. — Cierto, no puedo juzgarte… pero me parece gracioso verte con eso en la boca. — Hablando de bocas, toma, se que tienes hambre. – Me tendió su muñeca, dejándome a la vista sus venas. Aparte mi vista mientras me relamía los labios. — No puedo, Rubí. Esperaré a mañana. — Luke estás hambriento y se nota en tus ojos, están más oscuros de lo normal. Hazlo, yo me recupero pronto y apenas lo noto. Mis impulsos más primitivos me gritaban que lo hiciera. Moría de hambre y también por probar de nuevo su sangre, no lo puedo negar, fue la mejor experiencia de mi vida. La sangre de brick no es que sea la mejor, ni tampoco sabe muy bien que digamos. La chica al ver que no tomaba la iniciativa, se hizo un pequeño corte. En ese momento ya no pude reprimirme más.
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