Ese día pasé la mañana en casa de los Min, después de él momento tenso con Luke, a él le llegó una llamada y tuvo que bajar a la calle para reunirse con alguien.
Me duche aprovechando su salida y volví a ponerme mi uniforme. Pasé un buen rato con Jae en su habitación, él me mostró algunos de sus diseños. El chico ama la moda y diseñar sus propios atuendos. Creo que él y Zack se llevarían bien, si ambos se pusieran a hablar.
Cuando llegó la hora de la comida, la señora Ahn insistió en que también me quedara a comer. No pude negarme. Me mantuve en silencio, mientras ella hablaba con Jae. Mingi de igual modo estaba en silencio.
Cuando terminamos, el chico de tez pálida y yo, salimos de su casa. Subimos ambos en mi coche, pero él conducía. Creo que le gusta llevar las riendas de la situación.
Pensé que iríamos a mi casa, pero fuimos al club de su padre. Dejó el coche a un lado y me miró atentamente.
— Me quedaré aquí, debo trabajar el resto de la tarde. Me gustaría llevarte a casa, pero ya voy tarde y no quiero más problemas con mi padre.
— Si necesitas dinero, yo puedo encargarme… Puedo ayudaros –Me corto, tapando mi boca con su mano.
— No, no por favor… Rubí, tu padre ya hizo suficientes cosas por nosotros. No puedo pediros más. Ya no es algo de dinero, es orgullo entre vampiros.
No sabía qué decir. Entiendo que es algo que debe resolver él, yo haría lo mismo en su situación. — ¿Al menos puedo hacerte compañía un rato? No quiero ir a casa aun. – Para ser sincera no quería dejarlo solo y tampoco quería aguantar a Ari hoy.
— ¿Quedarte conmigo? ¿En serio? La otra vez no parecías muy cómoda.
— Porque no sabía dónde me metía… ahora ya lo sé.
El chico suspiró detonando cansancio. No le quedó más remedio que llevarme con él. Me agarré a su brazo al entrar, el me guío directamente a una sala apartada, donde estaban las taquillas y vestuarios de los trabajadores. Además del camerino de las chicas. Estas entraban y salían de él. Muchas con prisa por tener que ir con un cliente y otras por tener que actuar. Y eso que ahora mismo no era la hora punta en el club.
Tomé asiento en el banquito del medio, mientras miraba a esas mujeres. Ellas trabajan duramente para llevar dinero a su casa y yo simplemente respiro para conseguirlo. Siento que mi vida es un privilegio, pero una injusticia para los demás. Debería esforzarme por ganar las cosas, por mi misma.
Mi vista se centró en el chico de cabello n***o, quien empezó a cambiarse de ropa. El tiempo parecía retroceder mientras se quitaba la camiseta, dejando su torso al descubierto. No podía negar que a mis pensamientos llegaban miles de pensamientos poco impuros.
— ¿Rubí? ¿Rubí estás ahí? – preguntó mientras daba un pequeño toque en mi barbilla.
Salí bruscamente de mis perversos y calurosos pensamientos. Carraspee, mientras me ponía de pie, nerviosa.
— Si, si… Solo estaba pensando.
— ¿En mi?
— Si… eh no, no. En ti no. – Me dí una palmada mental en toda la frente. Nací siendo estúpida, no puedo remediarlo.
El me miró achinando sus ojos, como si no me creyera. La verdad es que miento muy mal. Él sonrió negando con la cabeza.
— Toma, cámbiate de ropa. Con el uniforme conseguirás que te confundan con una de las chicas. – me paso una camiseta negra que sacó de su taquilla, era idéntica a la que se acababa de poner el. – Creo que no tengo parte de abajo… Espera aquí.
Me dejó sola en los vestuarios con varias chicas mirándome. Abrazaba la camiseta básica negra, sin saber qué hacer. Tenía pensado no moverme de allí, pero una chica de cabello rubio se me acercó.
— ¿Hola? ¿Estás bien? ¿Eres de las nuevas?
¿Qué se supone que debería decir? – amh… No lo sé.
La chica sonrió, me agarró de la muñeca con delicadeza y me guío hasta el camerino de las chicas.
— Hagan silencio, chicas. Tenemos una nueva, denle la bienvenida a nuestra familia, ¿me escucharon?
— No seas plasta Jinho, bienvenida novata, soy Hanul. – la chica delgada y de cabello castaño me dio un apretón de manos, para después alejarse y continuar a lo suyo.
Todas me saludaron de forma amable, menos un grupito que estaba algo más apartado. La tal Jinho no me soltaba, me seguía enseñando el camerino.
— ¿Cuál es tu nombre? – Me pregunto, mientras me hacía sentar frente a un espejo.
Estaba por hablar, pero se me adelantaron. Escuché que alguien gritó mi nombre a nuestras espaldas.
— ¡Rubí! ¿¡Dónde mierda se metió!? – La reconocí al instante, el reparó al fin en mí. Llegó hasta nosotras y se cruzó de brazos. – ¿¡Se puede saber porque te mueves!? Me asustaste, Rubí.
— Lo siento… – el chico agarró mi brazo para llevarme con él, pero Jinho le frenó.
— ¡Eh tú, mocoso, no le grites! – me defendió la rubia, mientras agarraba mi brazo y me volvía a sentar.
— Jinho no te metas.
— No te metas tú, ahora estás en nuestro territorio. – Se unió Hanul a la discusión. Repare en qué todas nos miraban y esto empezaba a ser incómodo.
Luke bufó incrédulo con la situación. Agarró mi muñeca y se la mostró a las chicas.
— Deja de tratarla como una posesión. No es un objeto o una comida, Min. – Volvió a defender Jinho.
— No sean pesadas por favor, ella vino conmigo y se va a ir conmigo. No es parte del club.
— Pero quiero serlo. – Dije rápidamente, ganando toda su atención.
Me miró confundido – ¿Qué?
— Quiero trabajar, quiero ganar mi propio dinero con esfuerzo… Y quiero poder ayudarte.
El chico suspiró, se relajo un poco más y agarró mis dos manos. – Rubí, no es necesario que trabajes y menos aquí. Es peligroso y apenas sabes moverte por la calle, esta vida no es para ti.
— No creo que entiendas mi posición, pero día a día, me siento inútil. Hacen todo por mi y yo no sé hacer nada, porque nunca me han dejado hacer nada… No quiero vivir sin saber qué se siente cuando consigues algo con esfuerzo. No quiero ser una inútil el resto de mi vida.
— Entiendo tu posición, pero no, Rubí. – él sonaba tan tajante. Lo tenía muy claro.
— Él no es quien contrata a los trabajadores. Park Sunwoo es quién lo hace. – Comentó por lo bajo Hanul.
— Hablaré con ese tal Sunwoo. – Estaba decidida, lo iba a hacer. El pelinegro agarró mi brazo, intentando impedir que saliera del camerino.
— Rubí… Sunwoo no hace nada gratis. No lo hagas. – me solté de su agarré y seguí a Jinho.
Lo sentía. Pero debía hacerlo. Estoy cansada de vivir como una inútil y quiero saber que es el esfuerzo y que es el verdadero trabajo. Me da igual que sea aquí, en ningún otro lado me cogerían para trabajar. Uno, porque no tengo experiencia y dos, porque la mayoría saben quien soy, más bien, de quien soy hija.