08

1181 Words
Los dos salimos de su edificio. El chico me llevó a una pequeña tienda, insistió en comprar algo para llevar a mi casa. Según él, no es de buena educación ser un invitado y no llevar nada para agradecer. Chico educado. Me sentía como en otro planeta. Las personas eran muy diferentes a lo que estaba acostumbrada a ver. Para ser sincera era la primera vez que entraba a una tienda que no fuera de ropa, y de marca. — ¿Qué debería llevar? – Preguntó bastante confundido. — Lo que quieras, tenemos de todo… – tal vez eso no sonara tan bien. En mi cabeza no parecía que estuviera alardeando. — De todo no, estoy seguro de que jamás probaste los dumplings o los pasteles de arroz, de la abuela Jung. – el chico me sonrió ampliamente, mientras tiraba de mi brazo con delicadeza. Me guío hasta el escaparate de una pequeña pastelería. Lo reconocí, era la misma que esta mañana. Una señora bastante mayor atendía tras el mostrador. — ¿De nuevo por aquí, Min? — Está vez vengo a comprar, abuela Jung. Por lo que veo, la mayoría del barrio se conocen. Eso es bueno ¿no? — ¿Has visto a Jack? No llego anoche a casa, ese mocoso conseguirá darme un disgusto. — Anoche le vi, estaba con Nam. Creo que se quedó a dormir en su casa. Me sentía fuera de la conversación, porque no entendía de qué hablaban, ni quienes eran. Aunque me sonaba el nombre de Nam. Lo había escuchado en algún otro lugar. La conversación de ambos finalizó, el chico pidió un par de cosas y en cuanto las tuvo en mano, salimos de la pequeña pastelería. Subimos en mi coche y arranque camino a casa. Durante el camino él hizo otra llamada al supuesto Jack, avisándole de que la abuela Jung le estaba buscando. Creo que si es abuela real de ese chico. Dejé el coche en la entrada y ambos bajamos, los dos dogos del Tíbet de papá vinieron a revisar que todo estuviera en orden. Están más que nada para revisar y asegurarse de que nadie sin autorización entra en casa. Entramos directamente, en cuanto Tina nos abrió la puerta. Nos hizo reverencia a ambos y se alejó por el pasillo. — Sígueme, puedes dejar la mochila en mi habitación. El chico obedeció y me siguió los talones escaleras arriba. Caminamos por el largo pasillo, hasta mi puerta. Era fácil deducir que era mía, por la enorme R de color rojo Rubí en la puerta blanca. Abrí la puerta y ambos entramos, él se quedó observando con detenimiento el lugar. Mientras yo acomodaba mi mochila en el banquillo junto a la puerta. — Puedes elegir si quitarte o no los zapatos. Nosotros no solemos hacerlo, más que nada porque somos lobos y acostumbramos a pisar y jugar con tierra. Por eso tenemos tanto personal de limpieza. – comente, mientras tomaba asiento en mi cama. — No te veía una chica capaz de jugar con tierra. – dijo mientras se acercaba a la pared de fotografías que tengo. — Las apariencias engañan. — No con todos. Muchas veces es al contrario, gracias a las apariencias te das cuenta de quién es. En tu caso, es cierto que engañas. Me sorprendes, Rubí. Iba a responderle, pero Tina llamó a la puerta, para avisar de que bajemos a comer. Le agradecí y se fue por donde vino. — Si te sientes incómodo con mis hermanos o con mi padre, podemos comer aquí si quieres. Sabía perfectamente que esta comida podría volverse un suplicio para el chico. Él negó con la cabeza. — Me gustan los retos. Además me gustaría agradecer a tu padre el haberme dado una beca. Creo que yo me sentí más nerviosa que él, nunca traje a ningún chico. Bueno a Jonan, pero en ese entonces vivía mi madre y las cosas eran diferentes con Jeon. En ese entonces no sabía lo hasta dónde llegaría la estupidez de Jeon Jonan. Ni el daño que me haría. Aunque tengo claro que la mayor culpa la tengo yo, por mis actos. — ¿Estás bien? Te has quedado fija mirando esa foto. – señaló con la barbilla la foto que tenía con Jeon años atrás. Negué con la cabeza. Agarré su brazo, sintiendo la frialdad de su pálida piel y salimos de mi habitación. Al llegar a la planta baja, llevé al chico a la cocina, allí dejó lo que había comprado. Después le guíe hasta el comedor, donde ya estaban mis hermanos en la mesa. Tomamos asiento frente a ellos, Izan no tardó en poder muecas de asco y Ari me miraba con rencor por haberla dejado tirada. Ella sólita se lo busco. — Es tan indignante compartir mesa con esto. – trato al chico, como si de basura se tratará. — Izan, los modales en la mesa hacen al caballero. Y no veo que lo seas ahora mismo. – comentó mi padre, anunciando su llegada. Tomó asiento en el frente de la mesa, como el rey que dice ser. Se aclaró la garganta, mientras acomodaba su corbata y apoyó sus codos en la mesa, llevando toda su atención a Min Luke. — ¿Quién es usted, joven? — Es uno de los dichosos becados papá. – se adelantó en decir de nuevo Izan. — Veo que tus modales siguen sin salir a flote. Izan Wolf, tres vueltas al jardín. – ordenó mi padre. Hoy no es el mejor día para molestarlo. Aún está dolido del día sufrido ayer, aniversario de la muerte de su mujer e hijo. Izan gruñó sin ocultarlo y salió por la puerta corredera al enorme jardín. Mi padre lo observó cumplir con sus órdenes, para después volver al chico pálido de mi lado. — Como decía, ¿a quién tengo el placer de conocer? Un joven vampiro, me suena de algo tu olor. — Soy Luke, Min Luke, señor Wolf. Mi padre achinó sus ojos al oír al chico. — Joven Min Luke, uno de mis becados. Un placer conocerlo en persona y no por exámenes de evaluación. — Me siento muy agradecido con usted, por la beca. Mis más sinceros agradecimientos. — Fue un placer. ¿Qué te trajo por aquí? ¿Son amigos? Evite la pregunta porque no sé si ya podemos considerarnos amigos y no quiero incomodarlo. — Invite a Luke a la gala de esta noche. Me pareció una buena idea y una forma de adaptar mejor a estudiantes y becados. — también nos da buena imagen. Bien pensado, es un vampiro y becado, la mejor opción para una imagen impecable. Realmente no era así, yo le invité porque quise, no por quedar bien. Cosa que espero que el tenga clara. La comida continuó con varias preguntas más, de mi padre hacia el chico. Izan también volvió a la mesa, pero no habló en ningún momento. — Papá, Luke trajo unas cosas para agradecer la invitación. — Oh no hacía falta joven Min, pero agradezco el detalle y obviamente lo acepto.
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