La conversación se quedó en el aire, cuando miré al frente a mis amigas. Somi y Lena nos miraban desde las escaleras de la entrada. Por sus sonrisas traviesas, ya se lo que deben de estar pensando.
— Debemos ir a clase. – comenté, mientras revisaba mi maquillaje en el espejo.
Ambos bajamos de mi coche y caminamos a la par. Me pilló por sorpresa que no se alejara y que permaneciera a mi lado, aun teniendo a las otras dos.
— ¿Te encuentras bien? Lo sucedido debió ser traumático – preguntó Somi, mientras desabotonaba dos los botones de su camisa.
Somi es la hija perfecta, según sus padres. La chica que lleva el uniforme impecable al salir de casa, pero la que se sube la falda y desabotona su camisa al entrar en el Goya. No la juzgo, el uniforme es realmente feo y cada uno hace lo que quiere con su cuerpo. En mi caso yo siempre llevo escote, pero no lo oculto en mi casa.
En el caso de Lena, es una chica que prefiere ir en ropa deportiva o negra.
— Bueno, simplemente respiro y eso es bueno, supongo. ¿Saben algo de los padres de Jaebong?
— Pues mi madre es la encargada de su caso, está llevando lo sucedido. – Comentó Lena. Su madre es la inspectora del departamento de policía de Seúl.
Es una buena amiga de mi padre y del padre de Somi, que es profesor de matemáticas en el Goya. Nuestros padres fueron compañeros de clase cuando eran jovenes. Ambos padres están divorciados de sus parejas. La madre de Somi es actualmente la mujer de la madre de Jonan. Y el padre de Lena está en Alemania. La mayoría de padres en el Goya están divorciados o metidos en asuntos raros. Así que, nadie de aquí es perfecto.
— Cambiemos de tema, no quiero que nos estanqueros en Jaebong. – Somi volvió a tomar la palabra. – ¿Ustedes dos están saliendo?
Me ahogue con mi propia saliva al escuchar su pregunta. El chico de tez pálida y pelo n***o azabache se quedó igual de sorprendido, vi como sus mejillas se sonrojaron levemente.
— Somos amigos. – Corregí, aun sin tener claro qué clase de relación teníamos. Nunca hemos aclarado que somos amigos y no se si el me considera una amiga.
— Así que, amigos… – repitió Lena con un tono travieso.
— Oh miren, llegamos tarde a clase. – me adelante subiendo las escaleras a toda prisa.
Me incomoda que me emparejen, es frustrante para mi y vergonzoso. Mis mejillas se sonrojan muy fácilmente y también me hace pensar en Sanghyun. El llegó a gustarme mucho. No podrá decir que estaba enamorada de él, puesto que no se lo que es enamorarse. Pero le quería y estar con él me ponía feliz.
Era una persona pura de corazón y jamás me juzgo a pesar de saber lo peor que he hecho en mi vida. Él sabía mis más oscuros secretos. Y Jonan también los sabe, de hecho él es culpable de ellos.
Durante la clase apenas presté atención por culpa del susodicho. No dejaba de molestarme y preguntarme cómo me sentía. No entiendo qué tanto le importó ahora.
Durante la hora libre, me encaminada a mi lugar apartado de siempre. Pero de nuevo Jeon Jonan me perseguía.
— Tu de nuevo…
— Te traje un bocadillo, es de carne. Sé que estás igual de estresada por la luna, que yo. Y también sé que día es mañana… lo siento.
— Ese lo siento, no cambia las cosas, Jeon. – Le arrebate el bocadillo y tomé asiento en las gradas. Él imitó mi acción.
— No podíamos hacer nada, Rubí. Se hizo lo correcto y quieras o no, fue lo mejor para ambos. ¿Estuvo mal? Si, joder, lo estuvo. Pero era necesario por el bien de ambos. – puso su mano sobre mi muslo, no le tomé mucha importancia.
— No quiero hablar del tema, por favor.
— Pero es necesario que lo hagamos. Rubí, me importas, fuimos amigos por mucho tiempo y no quiero terminar de perderte. – Su mano seguía en mi muslo, fue ahora cuento le tome más importancia. Lo aparté con suavidad, no quería ser tosca o brusca con él.
— No puedo, Jonan. Me perdiste hace tiempo y no estoy preparada para poder mirarte a la cara sin revivir todo lo sucedido. Duele, me duele recordarlo.
Suspire entre añoranza y pesadez. Estaba cansada de esto, pero también añoraba a mi mejor amigo. Su familia y la mía, pasaban bastante tiempo juntas. Desde pequeños fuimos muy unidos, nos pegábamos constantemente. Este idiota me tiraba del pelo y yo le mordía el brazo. Lo divertido era poder jugar siendo lobos y comportándonos como tal. Con otros niños debíamos fingir o directamente nos prohibían jugar.
Nuestra relación fue cambiando conforme íbamos creciendo, en la preadolescencia es cuando más nos unimos. Él se abría sentimentalmente conmigo y yo con él. Pero seguimos creciendo, cosas de la vida. Él se volvió un chico musculoso, tatuado y para qué negarlo, atractivo. Cientos de chicas querían salir con él, mientras yo seguía viendo al chico que se comía los mocos y se metía lápices en las orejas. La cosa es que prácticamente me utilizaba para quitarse a todas esas chicas acosadores de encima.
Algo que debíamos dedicar que no iba a terminar bien. Nuestros padres estaban encantados de vernos juntos, no admitían que querían que nos casáramos, pero eran muy obvios emparejandonos. La cosa es que, entre tanto fingir delante de otras, terminó uniéndonos, pero no de forma romántica…
El resto de las clases intenté evitarlo, me tocó sentarme con Jimmy. Prácticamente le supliqué a Wonho que se sentará con él y también me tocó coquetear un poco con Jimmy, para que aceptara el cambio de asiento.
— Vamos a salir mañana a la fiesta que da Jake en su casa, ¿vienes?
Kim Jake, el chico al que todos admiran, el chico popular y el chico hada. Literalmente es un hada. Es de último año y parece llevar toda la eternidad en el Goya. Ese chico puede hacer lo que le de la real gana, su padre fue uno de los directores del Goya y tiene privilegios por todas partes, ya que ‐su padre sufrió un accidente y falleció en el instituto ‐. A pesar de eso, es un estudiante pésimo y ha repetido año como dos veces.
— No estoy para fiestas, Jimmy.
— Oh vamos, no te niegues. Se que deseas ir conmigo, cielo.
— Para ser un vampiro, das demasiada grima. Preferiría que me asesinaran, me descuartizaran, me quemaran y me dieran de comer a los peces. Antes que ir contigo. – intenté ser lo más cortante posible, pero eso a Jimmy le da igual.
Su brazo estaba encima de mis hombros, era incómodo como me atraía a su cuerpo. Pero no me quedó de otra que joderme.
— Chica estás amargada, debes salir y divertirte un poco. ¿Dónde está la Rubí fiestera?
Esa Rubí murió. Lo ignoré el resto de la clase, cuando terminó, fui la primera en salir. Me detuve en mi taquilla y dejé la mayoría de libros. Sonó la notificación de un nuevo mensaje, lo revisé al ver que se trataba de H.
"H"
~ Debes ir a la fiesta de Jake.
14:32
~ Esta vez procura hacer caso a mis palabras.
14:33
No me atrevía a contestar, guardé mi teléfono y cerré la taquilla rápidamente. Tenía miedo, demasiado miedo. Salí a toda prisa del Goya y corrí hacia la ciudad. No me molesté en pensar en subir a mi coche, me fui caminando. El problema;nunca estuve en este lado de la ciudad. Siempre que paso por aquí es en coche.
Estaba asustada, desubicada y encima sentía la adrenalina por todo mi cuerpo, debido a la luna.
— ¿Rubí?
Me voltee a reconocer su voz. No aguante y abracé al chico pálido. Necesitaba sentirme segura. A él le pilló por sorpresa, sus brazos se quedaron en el aire sin saber qué hacer.
Parecía entender la situación, pero no sabía cómo actuar ante mi acto tan repentino. Dio pequeñas palmaditas en mi espalda. Sentí como alguien se unía al abrazo y Min Luke bufaba indignado.
— ¡Jae!
— Yo también quiero un abrazo, es un abrazo de tres.
El abrazo se dio por finalizado, cuando no pude aguantarme la risa. Jae me produce mucha ternura, es un chico muy infantil, algo ya muy raro en gente de su edad, hoy en día.
No sabía qué decir, Luke lo noto y solo entrelaza su mano con la mía, haciéndome caminar a su lado. Caminamos por unos minutos, hasta que reconocí el edificio. Subimos a su casa, Jae se fue directamente a su habitación, después de haber dejado tirada la mochila en la entrada y los zapatos en la entrada.
Me quité los zapatos al ver que Luke también se los había quitado. Aún mantenía mi mano entrelazada con la suya. Me llevé un susto al ver a la mujer del club de la otra vez salir de la cocina, era su madre de acogida.
— Luke saldré a trabajar durante la noche…– la mujer reparó en mí y sobre todo en nuestras manos – oh tú de nuevo. ¿Es tu..?
— Amiga. – aclaró rápidamente. – puedes irte tranquila no saldremos de casa.
La mujer asintió, agarró la mejilla del chico tirando un poco de ella.
— Se un buen chico, eh. No hagas cochinadas con tu hermano estando aquí.
— Ay ya, vete por dios me dejas en ridículo, mamá.
La mujer dejó escapar una pequeña risa traviesa y se despidió de nosotros y salió por la puerta. El chico me guió hasta su habitación, era la última puerta del pasillo.