Me quedé en silencio al ver como mi padre le hacía un gesto al chico. Los dos se alejaron un poco de mí, mientras me qués aun sentada en el borde de la cama.
Unos minutos más tarde, los dos volvieron a mi. Ambos parecían estar tranquilos. Lo entiendo, Luke no tiene sentimientos y mi padre tampoco es que sea el hombre más expresivo del mundo.
- ¿Quieres quedarte a dormir, joven Min? Es peligroso salir ahora.
Me sorprendió la pregunta de mi padre. ¿Realmente le iba a dejar quedarse?
- No puedo... Debo regresar a casa y estar con mi hermano. Pero le agradezco la preocupación.
- Te llevaré a casa, así podré quedarme tranquilo. Te espero abajo. - comentó mi padre.
Se acercó a mí y me dejó un pequeño beso en mi frente, para después salir de la habitación.
- Debo irme, pero... ¿Quieres que venga mañana?
Me pilló por sorpresa su pregunta, mañana era sábado, lo que significaba que no había clase. ¿Él quería pasar tiempo conmigo? Eso me sorprendió.
- Cómo prefieras... puedes venir a comer si quieres.
- No puedo por la mañana, trabajo, vendré por la tarde.
Me sorprendió, no sabía que trabajaba. Aunque, para ser sincera, no sé nada de él. Apenas lo conozco de una semana. Me limité a asentir, no podía entretenerlo más.
- Buenas noches, Rubí - Su tono de voz me decía que no quería irse y su actitud me gritaba lo mismo.
Dio un último vistazo a mi habitación y salió de ella. Abracé mi almohada al sentirme sola en la gran habitación oscura. Estaba claro que hoy, no podría dormir.
Cada vez que cerraba los ojos, veía a Jaebong caer al suelo delante de mis ojos. Y eso me llevaba a ver como Sanghyun, también creía delante de mí. ¿Tengo un imán para la muerte? Debería ser yo, en vez de ellos.
Mi teléfono empezó a sonar, llevándome un susto de muerte. En la pantalla ponía "Kookie Cara culo " rechace su llamada, pero volvió a insistir y así, hasta en tres ocasiones. Terminé contestando.
- Son las cinco de la mañana, vete a la mierda Jeon.
- Buenos días, yo también me alegro de escucharte. - inició su diálogo con sarcasmo.
- Va en serio, vete a tomar por culo, idiota.
- Cuanto odio hacia mi persona a estás horas... Llame porque me preocupó por ti, no podía dormir sin saber qué estabas bien.
- ¿Ahora te preocupas por mí? eres un grandísimo hipócrita y no te importa hacer daño a la gente.
- Ya me disculpe, no lo hice bien y debí haber estado más contigo, lo sé y me atormenta aún. Pero tenemos que pasar página, si lo hubiera aceptado, ahora estaríamos casados por obligación.
- No me hables más, por favor. Ya has visto que estoy bien, no me jodas más. - no espere su respuesta, directamente colgué y puse en silencio el teléfono.
No aguante más las lágrimas, miles de recuerdos de ese año, el año de las tragedias pasaron por mi mente uno tras otro. Vivía atormentada por mis acciones pasadas.
Conseguí dormirme entre lágrimas, mientras me aferraba a mi peluche de lobo. Deseaba no poder recordar, tener mi mente en blanco y no sentir el fuerte dolor en mi pecho.
☆│☆│☆│☆
El Sábado fue un día horrible, me encerré en mi habitación y me negué a ver a nadie. En las noticias salió lo sucedido en la gala, incluso consiguieron imágenes de la fiesta. La gente ya no tiene respeto, grabaron a Jaebong agonizando, en el suelo, mientras yo permanecía en shock a su lado.
Encima mentían añadiendo cosas que nada que ver. Como que el culpable de lo sucedido era mi padre y que a quien querían matar, era a mi.
Pero yo tengo claro que es mi culpa, si hubiera jodido la gala, él estaría vivo. Si, ya confirmaron la noticia de que Jaebong murió. No llegó al hospital.
El Domingo decidí salir con mi padre, le ayudé con un par de asuntos en Incheon y volvimos a casa por la noche. Me quedé un rato en el jardín, mirando fijamente la piscina. Al final no vi a Luke en todo el fin de semana, sinceramente no quise ver a nadie.
Sentí como alguien se sentaba a mi lado, no me moleste en mirar de quien se trataba. Era Ari.
- ¿Estás bien? - se atrevió a preguntar.
- Si, perfectamente. ¿No ves mi enorme sonrisa? - el sarcasmo se apoderó de mi cuerpo en ese instante.
- Ya, no jodas. Hablo en serio, ¿cómo lo estás llevando? Jaebong no era tu amigo, no tendría que afectarte tanto.
- No éramos amigos, pero era una persona y no merecía lo que le pasó. - defendí.
- Lo sucedido nos deja en muy mal imagen, debemos hacer algo para remediar esto. Hagamos un donativo a algún sitio que lo necesite. - Y como no, ella siempre pensando en mantener una imagen intacta.
- Haz lo que quieras, pero a mi no me metas, por favor.
Estaba por irme a mi habitación, pero Ari me agarró agarró brazo. La mire con fastidio.
- Mañana es luna llena, yo estaré en Busan, viajo ahora y no estaré. No hagan estupideces ¿Vale?
Me limité a soltarme de su agarré y a alejarme de ella. Subí directamente a mi habitación y me encerré en esta. Me quedé dormida nada más tocar la cama, ya que estaba agotada de no haber dormido ayer.
El lunes comenzó mal, la luna llena de hoy me tenía estresada. No podía ocultar mis colmillos y sentía mis pupilas mucho más dilatadas. Está claro que hoy será un día difícil.
Tina se llevó una sorpresa al verme ya despierta y vestida. Acomode la chaqueta de mi uniforme y me terminé de colocar la falda, para después salir de mi habitación. Salí de casa en cuanto agarré uno de los bocadillos de filetes de pollo a la plancha. Hoy es día de carne, es necesario alimentarnos bien, los días de luna llena. Y preferiblemente que sea carne, mucha carne. Lobo con estómago lleno, lobo feliz. Lobo con estómago vacío, lobo enfadado y hambriento.
Conducí hasta llegar al Goya. Aparqué cerca de la puerta, es pronto así que no hay nadie que me pueda juzgar por cómo devoro el bocadillo.
Estaba tan concentrada, que no note cuando el chico pálido entró en mi coche.
- Pobre bocadillo, ahora tengo miedo de ti.
- Ja Ja, que gracioso. Hoy es luna llena, debo alimentarme bien, si no quieres que devore a media ciudad.
- Estás sangrando, lo huelo. Tienes una herida ¿cierto?
- ¿Y yo soy la que da miedo? Si, me corte con el dichoso envoltorio. Los días que esté con Andrés, mejor no vengo. Qué vergüenza.
- Eso huele diferente. ¿Sabías que tu sangre es dulce? Otras son más amargas y otras ni siquiera tienen sabor.
- ¿Eso es bueno o malo? - Pregunté sin prestar mucha atención, el bocadillo me estaba sabiendo a gloria.
- Para ti indiferente, para mí bueno, porque es un olor agradable. Pero para otros vampiros y para tu seguridad, es malo. Ya entiendo porque Jimmy va detrás de ti.
- ¿Puedes resistirte a ver sangre? Tengo entendido que os es muy difícil controlaros.
- Lo es, si me miraras te darías cuenta de mis colmillos y mis ojos rojos. Pero estás concentrada en ese cacho de pan, con pollo.
Tenía razón, ahora me di cuenta. Sus ojos tenían un tono rojizo, no era algo exagerado. Era bonito de ver y muy intenso. Sus colmillos eran más pequeños que los míos y mucho más finos. Además de que solo contaba con dos, mientras yo tengo cuatro. Dos arriba y dos abajo.
- Ahora que lo pienso... ¿Cómo te alimentas?
- Voy matando gente en las madrugadas. Me bebo toda su sangre y los tiró al río. - empezó a reírse a carcajadas al ver mi cara de pánico, al creerme lo que dijo. - Ya, es broma. ¿Me ves capaz de matar gente? Y sobre todo, de ser tan estúpido de tirarlos al rio.
- ¡Me asuste, tonto! Lo dijiste tan serio, que lo creí.
- Voy al supermercado y compro bolsas de sangre. También venden brick y vienen muy bien, porque parecen batidos y no son sospechosos.
- ¿Los venden en supermercados?
- Si, pero solo en partes especiales. Es como una tienda pequeña, que finge ser una tienda de comida normal. Al entrar mostramos nuestra identificación y nos dejan pasar al lado vampiro. También venden otros productos para más seres sobrenaturales. Creo que para lobos venden champú antipulgas. - el último comentario iba con burla, pero si ofenderme.
- Si supieras lo estresante que es tener pulgas no te reirías... Además, yo voy a la peluquería. Y tengo un collar antipulgas, mira.
Le mostré el collar n***o que llevaba, además de la cadena con la R de Rubí y la Y de Yania; el nombre de mi madre.
- Entonces eres Perrita de peluquería. - Su tono divertido y bromista seguía.
- Lobita, no soy una perrita. - Corregí.
A él volvió a hacerle gracia, deje el envoltorio del bocadillo;ya insistente, en un lateral del coche y me centré de lleno en él chico, girando levemente mi torso.
- Cómo me sigas dejando el corte en el dedo cerca, terminaré necesitando probarlo.
- Pues hazlo, no tengo miedo de que me hagas algo. - lo miraba atenta a cada detalle de su cara. Ladeo su cabeza mientras sonreía de lado.
- La sangre puede llegar a crear adicción, sobre todo si es dulce. ¿Estás dispuesta a correr el riesgo de ser una droga para mí?