Observaba a los bebés recién nacidos desde el cristal. Me sentía una persona horrible, una de las tantas voces de mi cabeza me insultaba y juzgaba por lo hice.
Pero mi otra voz, me decía que todo estaba bien y que ese no era el momento. ¿A cuál debía hacer caso?
— Soy un monstruo.
— No lo eres, Rubí. – el chico me abrazó por la espalda, pero aún así me sentía mal.
— Si da negativo en fertilidad no podré ser alfa y defraudaré a mi padre. Mi vida no tendrá sentido ¿Sabes?
— No digas eso Rubí, tienes toda una vida por delante.
— Mi vida se basa en graduarme, hacerme alfa, casarme y tener una familia. Si no puedo tener hijos, no puedo ser alfa. Y quedaré a la deriva como Ari.
— No seas negativa, no sabemos aún los resultados. Y si hace falta, cuando quieras un hijo, lo robo solo para ti.
El chico me hizo sonreír, se que lo último lo dijo en broma, para animarme un poco. Suspiré profundamente cuando escuché mi nombre en la voz de una de las enfermeras. Nos hizo un gesto para que la siguiera. La seguimos hasta una de las consultas, antes de hacer nada, hablamos primero con el médico.
— ¿Están pensando en tener un hijo? – Preguntó el médico, después de haberle comentado que necesitaba hacerme una prueba para comprobar mi índice de fertilidad.
Era lógico que preguntará algo así, puesto que normalmente deben acudir parejas que vienen en busca de un hijo.
— Realmente no. Solo necesito comprobar si puedo tenerlo por mi misma y si no hay ningún tipo de problema conmigo.
— Comprendo, creo que haremos primero una ecografía transvaginal y una citología.
Me limité a asentir, la verdad no tenía idea de qué consistían las pruebas. Pero tampoco me iba a negar, ya que lo necesitaba. Me dieron una extraña bata abierta por la parte trasera, nada agradable.
Fue incómodo que Yoongi estuviera ahí y me viera el trasero. Peor aún cuando me tuvo que ayudar a subir a la extraña camilla.
— Siento que te vieras obligado a acompañarme.
— No tienes que disculparte, vine porque quería acompañarte. Somos amigos ¿no?
Asentí, mientras el entrelazada su mano con la mía. Nuestra vista se centró en el médico, que entró de nuevo en la consulta. Sacó un par de extraños aparatos que dejó dejó la mesita al lado de la camilla.
— Empezaremos por la ecografía transvaginal, es posible que sientas frío en la zona y también incomodidad ahí abajo.
¿Ahí abajo? Me hice una idea de en qué consistía la prueba un poco tarde. Ver a ese hombre con ese palo en la mano, me asustó.
Me espanté aún más cuando la enfermera empezó a colocarme las piernas. El hombre se acomodó mejor en la silla y empezó a preparar el palo blanco.
— ¡Esperé! ¿Es necesario eso? – mi voz temblaba, del miedo que sentía en ese momento.
— Rubí, esto no va a doler. Sólo será un poco incómodo. – El hombre intentaba convencerme de que no pasaría nada, pero seguía sin creerle.
La enfermera se acercó a mí, y me mostró más de cerca el palo. No sé cómo se llamaba esa mierda, pero me incomodaba su simple forma y existencia.
Miré de reojo a Yoongi, este se mantenía tranquilo. Tenía sus labios apretados, y su vista estaba perdida observando la habitación en la que estábamos.
— Si estás aquí, supongo y afirmó que ya tuviste relaciones íntimas ¿cierto? – asentí, la mujer me transmitía más confianza – Pues esto es un poco similar. No te voy a mentir, después sentirás un poco de incomodidad. No dolor, pero sí incomodidad por un rato… Serán sólo unos minutos y estaremos tu pareja y yo todo el rato contigo ¿vale?
Yoongi por fin reparó en la situación. Él se limitó a asentir apretando más nuestras manos. Centré mi cabeza en mirar el techo, pero me lo pensé mejor y preferí cerrar los ojos para que esto terminará cuanto antes.
🥀⚔🥀
Fue la peor experiencia de mi vida, iba sentada en el coche, incómoda. El chico mantenía su vista en la carretera. Ninguno hablaba de lo sucedido en esa consulta y era de agradecer.
Casi muerdo al médico y Luke se vio obligado a sujetarme durante toda la dichosa prueba. Lo peor es que mañana debía volver para una citología, nadie me explicó tampoco en qué consistía eso. Pero viendo lo de hoy, dudo que sea agradable.
Después de hacerme las dos pruebas, me darán los resultados. Bufé al recordar al médico quejarse y pedir un bozal. Idiota.
— Rubí, me estás arañando… – Reparé en su brazo, lo apretaba mientras recordaba lo sucedido.
— Lo siento, no me siento cómoda.
Ambos llegamos a mi casa, me sorprendió ver a Tae sentado en la puerta y jugando videojuegos en el teléfono.
— Ya era hora, llevo dos horas esperándolos. – se quejó mientras se ponía en pie y guardaba su teléfono en el bolsillo del pantalón.
— No sabía que venías a casa… – comenté mientras abría la puerta.
Tina debía haber salido con las demás a hacer las compras o estaban en su parte de la casa descansando.
— Aah eso es culpa mía. Se me olvidó que Zack venía y como nos fuimos a eso… pues se me pasó.
Agradecí que Luke no dijera a dónde fuimos. No tengo nada en contra de Zack, pero no me apetece que sepa eso.
Entramos en mi casa y nos dirigimos directamente a mi habitación. Necesitaba cambiarme y ponerme algo más cómodo después de lo mal que pase la dichosa prueba.
Deje a ambos en mi habitación y me adentre en el vestidor. Me puse mi pijama, poco me importó que los dos me vieran así. Total, Luke me ha visto desnuda y Zack no creo que se espante con mi pijama de perritos.
Cuando salí del vestidor, me senté en la cama. Donde ya estaba acomodado Luke, como si fuera suya.
— ¿Qué debías decirme, Luke?
— Ah sí eso, ya sabemos quien drogó a Rubí con éxtasis. Pero aún no se quien os dio burundanga, pero deduzco que fue H – dijo lo último haciendo comillas
— ¿Quién fue? – preguntó Zack, mientras tomaba asiento en la silla de mi escritorio.
Yo me limitaba a mirar el techo de mi habitación, mientras acariciaba una de las manos de Luke, quien se vio obligado a dejarla a mi antojo.
— Park Jim y Sam. Los dos se lo compraron a Nam en la fiesta de Georgina. Debieron dárselo a Rubí, cuando ya estaba bajo los efectos de la burundanga.
— Entonces queda saber qué hacíamos con Georgina en el Goya a las tres de la mañana
— y cómo murió. – añadí, incorporándome en la cama. – Creo que estaría bien que preguntemos a más personas de la fiesta, para ver qué es lo que hicimos.
— Yo recuerdo haber estado con Somi y Jonan.
— Debería llamar a Jonan, yo desperté en su casa, algo sabrá de lo que pasó.
— ¡No! No deberías hablar con él. – Tanto Zack como yo, lo miramos confusos. – Quiero decir, él es sospechoso. ¿Cómo es posible que terminarás en su casa, si estabas con Zack y Georgina en el Goya?
Eso era cierto. Jonan no me explicó cómo terminé en su casa. Y eso es extraño.
Zack tuvo que irse rato después, puesto que debía recoger a su hermana de una clase que tenía.
Me quedé sola de nuevo con Luke, ambos estábamos en mi cama, estudiando. La verdad es que no tenía la cabeza para estudiar, mi vista estaba pegada en el chico. Lo observaba estudiar, él parecía estar tan concentrado.
— Si sigues mirándome, terminarás gastándome.
— Me gusta mirarte, es relajante.
Él sonrió negando con la cabeza. — Estudia, Rubí. El lunes tenemos examen.
— Lo sé, pero no me entra nada ahora… ¿Hoy no trabajas? – Pregunté al recordar que ya eran pasadas las cinco de la tarde.
En mi caso solo voy a trabajar al club los días supuestamente tranquilos. Pensé que sería peor trabajar allí, pero la mayoría de hombres son vampiros y respetan que sea comida de Luke.
No me hace gracia ser comida de alguien, pero siento que tener un trabajo fuera de los pies de mi padre, me ayudará en un futuro a saber apreciar lo que tengo. Y tampoco es un trabajo complicado, lo que suelo hacer es limpiar vasos y como mucho, atender a algún cliente en la barra. Luke hace todo lo demás y tampoco me deja intentarlo.
— Hoy tengo todo el día libre, Nam hará mi turno los días que a mi no me salga de los huevos ir.
— ¿Te peleaste con Nam? ¿Por eso tenías sangre en la nariz antes?
El chico suspiró, arrugó su nariz y apartó los libros que nos separaban.
— Si, discutí con él y tuve que usar la violencia. Pero gané, conseguí que confesara.
— Estás cansado, lo noto. Tienes hambre, ¿cierto?
Observaba con detenimiento, cómo se levantaba de la cama y se tomaba la libertad de quitarse la camiseta, mientras agarraba el pijama que suele usar cuando se queda aquí.
— Estoy bien Rubí. Me quedaré a dormir, no tengo ganas de ir a casa y mañana debemos ir pronto al hospital.
— ¿Vas a venir conmigo de nuevo? – Pregunté sorprendida. Pensé que después de lo de hoy, ya no vendría conmigo.
— Claro, por supuesto que voy contigo… No voy a perderme cuando muerdes al médico –no dejaba de reírse, mientras dejaba su ropa sobre la silla de mi escritorio.– fue gracioso escucharle gritar que trajeran un bozal.
— Para mi no fue gracioso, ya me gustaría verte a ti con un palo en el culo. –hable con resentimiento, cruzándome de brazos.
— Oh vamos, no es lo mismo. Estoy seguro de que no se sentirá igual. – Se tumbó a mi lado.
— Si quieres pruebo, me encantaría verte en mi posición.
— Si me lo haces tú, encantado. Estoy a tu merced, Mommy. – dijo mientras se atrevía a posicionarse sobre mí.
Era irónico que dijera que estaba a mi merced, cuando obviamente ahora mismo era él quien llevaba las riendas de la situación. Al ver sus ojos oscurecer, comprendí que estaba teniendo una batalla interna consigo mismo para no caer en la tentación de morderme.