— ¿Por qué tan triste, señorita Wolf?
Me asuste al escuchar la voz prominente de lo alto del árbol. Mi vista busco desesperadamente esa voz
— ¿Me estoy volviendo loca? – Dije aún mirando la hacía las ramas del árbol.
Sentí como me tocaron el hombro, me llevé las manos al pecho asustada. Tenía a mi lado sentado, a Min Luke, el chico misterioso.
— Para ser un lobo, no utilizas tus orejas.
— Para ser un vampiro, eres un poco cobarde ¿no?
Él sonrió agachado la cabeza. La primera vez que lo vi sonreír de verdad. Sentía una atracción extraña por él, más bien, la curiosidad podía conmigo.
— No soy cobarde, pero valoro mi ‐no vida‐.
— Prácticamente estás muerto, ¿no? – Pregunté con cierta ignorancia, nunca me llamaron la atención los vampiros, ni cuando vi Crepúsculo.
— Veo que alguien no prestó atención a sus clases de Vampirismo.
— Para serte sincera, no. Cuando dimos el vampirismo el año pasado, estuve pasando por una grave tos perruna. Fue terrible, toda la manada la tuvo.
Se que eso a él le importaba una mierda y me arrepentí de decirlo al notar su silencio. Soy Rubí, cargando la desde tiempos inmemoriales.
— Tenemos dos tipos de vampiros, los que se convierten y los que nacen siendo vampiros. Yo nací siendo vampiro, así que, técnicamente no he muerto, pero tampoco estoy del todo vivo… es extraño.
— Comprendo… – mi vista fue directamente a mis manos, al sentir su atenta mirada puesta en mi.
— No has respondido mi primera pregunta.
— Solo recordé a alguien con el que solía venir aquí y ya no está.
Me hacía daño recordarle, Sanghyun era un elfo, literalmente, su especie era un elfo. Tenía una altura normal, pero sus orejas lo delataban. Eran adorables, como sus pecas.
— ¿Se mudo? – preguntó en un tono más bajo, esta vez con su vista centrada en el lago.
— Algo parecido.
No podía decirle que estaba muerto y que yo tenía parte de culpa, pensaría que soy un monstruo.
— Debo volver, mi amiga me estará buscando y la clase no tardará en empezar…
— Te acompaño, yo también tengo clase y aún no me oriento.
Caminábamos a la par, pero inundados en un profundo silencio. Por alguna razón el chico me acompañó a mi taquilla y espero a que terminará de agarrar lo necesario para mi siguiente clase.
— ¿no vas a cambiar libros a tu taquilla? – Pregunté curiosa.
— Para ser sincero, no sé cuál es mi taquilla.
Me hizo gracia ver como apretó los labios, consiguiendo una mueca adorable, a mi punto de vista.
— Tal vez pueda ayudarte…
Tenía pensado ayudarlo a buscar su taquilla, pero el fuerte ruido de la mía cerrándose, me asustó.
— Tenemos que hablar, Rubí.
No me dejó responderle, ya que agarró mi muñeca y tiró de ella bruscamente. Era el zorro de Zack.
Observé como Min Luke se iba haciendo más y más pequeño conforme me alejaba. Él parecía indeciso y frustrado, por la situación. Llegó un momento que desapareció, cuando doblamos la esquina.
El chico de cabello castaño me empujó dentro de uno de los vestuarios masculinos y cerró la puerta con seguro, tras su paso.
El resto del grupo estaba aquí. Somi y Lena estaban sentadas en uno de los bancos centrales. Jeon Jonan estaba en toalla, quien parecía acabar de salir de la ducha. Park Jimmy estaba apoyado en una de las taquillas, junto a Choi Yug y Jaebong. Por último estaba mi hermano Izan, Nadia y Sam, la persona que más odio y rencor tengo.
— No sabía que los idiotas se reunían en un mismo vestuario. Si me disculpan, debo irme.
Tenía intención de salir, pero Zack bloqueaba la puerta con su cuerpo. Me mostró sus ridículos colmillos de zorro.
— Eres la que más debería estar aquí, tú tienes la misma culpa de lo que pasó, que nosotros. Y evades el tema todo el rato. – contraataco Jimmy, mientras se acercaba a mi.
— Jimmy dijimos que dejaríamos esto en el olvido y que no volveríamos a pronunciar su nombre. – defendió Somi.
—El problema aquí, es que Rubí va a meter la pata de nuevo, con otro becado. Es tan estúpida que por su culpa pasará de nuevo. – la arrogancia de Sam, se hizo presente.
— Tú lo mataste. ¡Tú eres el único jodido problema aquí! – grité al recordar todo lo sucedido. – No entiendo porque le salvaís el culo, es un jodido asesino, yo no pienso entrar en su ridículo juego.
Empuje con todas mis fuerzas a Zack y salí corriendo, envuelta en lágrimas. Salí del instituto Goya, directamente me fui a casa en el primer Uber que pude subirme.
Ya en casa me encerré en mi habitación, no saldría en todo el día. Por más que escuchara a mis hermanos llamarme. Hoy no saldría de mis sábanas, estaba enfadada, estaba llena de ira y rencor y sobre todo, estaba rota. Sanghyun ante todo era mi amigo, lo quería. Pero no podía hablar.
Para todos era una estúpida niña rica, que se distraía con los becados, como si fueran juguetes. Pero no es así.
Salí de mis pensamientos al ver cómo la puerta de mi habitación se abría. Mi padre entró por esta, venía con su típico traje. Tomó asiento en el borde de mi cama, mientras observaba cada rincón de mi habitación.
— Rubí, debes bajar a cenar. – Su tono era calmado, estaba preocupado por mi actitud. – no volvamos a repetir lo mismo del año pasado, ya estás bien, no caigamos de nuevo.
— No tengo hambre, papá.
Jugaba con mis manos nerviosa. No me gusta tener toda la atención de mi padre, normalmente él está más pendiente de Ari, la mayor y Izan, el pequeño. Pero yo soy la neutra y me gusta serlo.
— No puedes engañarme, soy perro viejo. Y tu una loba adolescente que necesita alimentarse bien o devoraras a las empleadas.
— Jamás les haría daño, papá.
— Lo sé, cielo. – dejó escapar un pequeño suspiró suspiró aire, mientras se acomodaba mejor en mi cama. – por favor Rubí, no me lo pongas más difícil. Baja a cenar.
— Pero no quiero hablar con Ari e Izan.
— ¿Entonces quieres cenar fuera conmigo?
— ¿No tienes una reunión con la manada americana por videollamada?
— Si, pero pueden esperar. ¿Nunca escuchaste el dicho de ‐Un rey puede hacerse esperar‐?
Negué con la cabeza, mientras me sacaba una pequeña sonrisa.
— ¿Qué deseas cenar?
— Muero por comida italiana… ¿podemos?
Asintió, mostrándome su mano, para acompañarlo. No podríamos salir por la puerta, así que, tendríamos que saltar por el balcón de mi habitación. Pero para nosotros es fácil, tenemos la agilidad de un lobo