20

1409 Words
Me desperté con un horrible dolor de cabeza y de oídos. Sentía mucho calor, no me abrumaba, pero me recordaba a cuando dormía con mis padres. Los lobos tenemos la costumbre de mantenernos muy en manada y de pequeños solemos dormir bastante con nuestros padres o con nuestros hermanos. De igual forma cuando nos transformamos en luna llena dormimos juntos. El olor me era familiar, lo primero que despierta en nuestros cuerpos es el olfato y luego ya los oídos. Abrí mis ojos lenta y perezosamente. Lo que menos esperaba era encontrarme a Jeon. Bufé mientras dejaba mi mejilla pegada en su pecho. Me esperaba de todo, menos despertar en su habitación. Si que debí hacer fuerte el ridículo. — Con esos bufidos despertarás a mis madres. Ni me tome la molestia de mirarlo. Sabía que estaba sonriendo. — ¿Qué hora es? – Pregunté mientras bostezaba. — las nueve de la mañana, despertaste pronto. Pensé que tardarías más, con lo que bebiste anoche y la madrugada que me diste. — Iba a decir que lo siento, pero recordé que eres un idiota y te lo mereces. – por fin me separé de él. Pegué mi espalda al cabecero de su cama, él imitó mi acción. — Ya dije que lo siento, pero entiendo que no me perdones. Puedes dormir un poco más y después te llevaré a casa. — No quiero dormir más. ¿Hice el ridículo ayer? — Si, demasiado. Pero te frene antes de tiempo. Ibas a desnudarte delante de hombres babosos de treinta tacos. Se incorporó de la cama, solo llevaba su típico pantalón deportivo n***o. Siempre duerme sin camiseta, lo sé porque lo hace desde pequeño y la mayoría de lobos también lo hacen o duermen directamente desnudos por el fuerte calor corporal que tenemos. Se podría decir que, siempre estamos calientes. — Tu y yo no hicimos nada ¿cierto? — Ojalá, en lugar de eso vomitaste mis zapatillas y creaste un gran alboroto. Por eso está toda mi habitación tirada… Hice un video, por si me acusabas de mentirte. El chico me pasó su teléfono. Pude desbloquearlo con mi huella. Pensé que ya la habría quitado, pero no es así. Le di play al video y me arrepentiré al instante. Literalmente me puse a bailar por toda su habitación, de lo borracha que estaba y encima en ropa interior. — Dios mío… qué vergüenza doy. — Y eso no es nada, eres viral en Tik Tok, por lo sucedido en la fiesta. — No me jodas… ya no quiero salir de la cama, hice el mayor ridículo de mi vida. — Fue entretenido, yo me divertí y tu público también. Triunfaste cariño. – Sonreía como estúpido, mientras se cruzaba de brazos. Deje el teléfono tirado por la cama y me tape la cara con las mantas, mientras gruñía tal cual niña pequeña. — Odio, odio, ¡odiooo! – patalee, algo aún más infantil. — Ya, venga, olvídalo. Yo hice cosas aún más vergonzosas… como la vez que me metí la cabeza en la lavadora y tuvieron que venir los bomberos. — Eso fue gracioso. — Oh la vez que me caí en la escuela y me di en mis partes masculinas. Eso fue duro y todo el mundo se rió de mí. Me quité las mantas de la cara y no pude evitar reírme al recordar la graciosa escena. — Ese fue el karma, por meterte con mis saltos en gimnasia. Odiaba tanto ir a gimnasia en ese tiempo de preadolescencia. — Eran clases duras, llenas de mocosos con las hormonas por los cielos. Hasta yo, sentía tu incomodidad por tu rápido desarrollo. Los dos nos quedamos en silencio por un rato. Él ordenaba su habitación, mientras yo lo miraba. Tampoco sabía qué más hacer, así que, me limitaba a observar su habitación. Me parecía increíble lo poco que había cambiado y luego recordé que no hacía tanto de lo sucedido. Prácticamente fueron tres años, muchas cosas no cambian en ese corto periodo de tiempo. — ¿Vamos a desayunar? – preguntó centrando toda su atención en mí. – Creo que aún ahí ropa de cuando te quedabas a dormir. — No creo que me valga, mi trasero creció gracias al gimnasio y como mucha carne. Por mucho que me joda, con Jeon nunca me siento incómoda. Puedo hablar de cualquier cosa, sin sentir vergüenza por ello. — Créeme, lo note. No puedo quejarme de las vistas y a tu público de anoche le encantó. — ¡Yah! ¡Eres tonto! ¿¡Cómo me dejaste hacer eso!? – le tire uno de los cojines de su cama, mientras me incorporaba. — Insistías en qué debías hacerlo y no hubo forma de pararte. Además, me odias y no me dejabas acercarme. — Vale, eso puede ser cierto. No te odio, pero me siento defraudada y dolida contigo. — Dejemos a un lado eso, por lo menos hoy. Desayunamos y después te llevo a casa, tu padre sabe que estás aquí, le llame anoche. Acepte la pequeña tregua por hoy. Me dejó una de sus sudaderas enormes y ambos bajamos a desayunar. Me sentí algo incómoda cuando las dos madres de Jonan repararon en mí. Hacía tiempo que no nos encontrábamos, a no ser que fuera en galas benéficas. — Rubí Wolf… – Mi nombre salió de la boca de la mujer rubia con camisa azul. Su tono me indicaba que no estaba muy de acuerdo con mi presencia. Mientras tanto, la otra madre de Jonan me hacía sentir lo contrario. La mujer de pelo castaño y vestido salmón se acercó a mí y me abrazó directamente. — Wah Rubí, me alegro mucho de verte de nuevo en casa. – Su abrazo fue tan cálido y sus palabras tan sinceras. La madre biológica de Jonan es un amor de persona. Pero su pareja, no lo es tanto a mi punto de vista. Antes era más agradable o al menos fingía serlo. — Igualmente señora Jeon. — Yo debo irme. Jonan, recuerda los entrenamientos. No faltes ¿me oyes? – Ordenó la rubia. — SunHoo déjale el día libre, el chico se merece un día para descansar después de sus espléndidas notas. — Descansará cuando terminé sus entrenamientos, Haneul. El torneo de boxeo está a la vuelta de la esquina y debe estar en forma. – a veces siento que Sunhoo utiliza a Jonan para cumplir su sueño frustrado. Hace años ella era atleta, se le daban muy bien los deportes. Pero un accidente dejó su pie mal, intentó por todos los medios recuperarse con rehabilitación, pero no lo consiguió, no recuperó el cien por cien de la movilidad de su pie derecho y sus sueños se vieron destruidos. A día de hoy trabaja como entrenadora en el Goya. Entrena a varios equipos, el de natación, baloncesto, fútbol, tenis, gimnasia rítmica, Taekwondo y por último boxeo. Jonan llegó a estar en todos estos deportes, tiene cientos de medallas y trofeos por su habitación. Pero conforme fue creciendo, fue dejando algunos de ellos y centrándose en unos pocos. Ahora creo que solo va a Taekwondo y a boxeo. La mujer rubia terminó abandonando la casa y tras ella, Haneul. Quien antes de irse, se aseguró de que Jonan me llevara a casa y recogiera lo que utilizaremos para desayunar. Haneul es veterinaria, trabaja con todo tipo de animales y también es capaz de atender a seres sobrenaturales como nosotros. Jonan se veía frustrado mientras lavaba los platos, lo que me da a entender que no está pasando una buena etapa en su vida. Ya somos dos. — Jeon, sabes dónde está mi teléfono? — No lo traías contigo, supongo que se lo quedo el estúpido vampiro. — ¿Hablas de Min Luke? – el asiento con la cabeza mientras secaba sus manos y venía hacia mí. – ¿Él estaba? — Si, quería llevarte con él. Pero terminé haciéndolo yo. Me ahorré decirle que hubiera preferido ir con Min, antes que con él. Más que nada por la incomodidad que había entre nosotros. Pero ahora mismo estoy bien con él. No sé en qué clase de término, pero me sigue recordando lo sucedido, al mirarlo. — Quiero ir ya a casa, puedo pedir un taxi si lo prefieres. — No, no. Si no te llevo a casa Jeon Haneul me castigará. Además, quiero llevarte. No me opuse. La verdad, quería ir a casa cuanto antes.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD