Pero en ese caso, Rubí de igual forma tendría que decírselo.
Cogí aire mientras me sentaba bien en el sofá de cuero y acomodaba mi ropa. El hombre me miraba expectante.
— Acompañé a Rubí al hospital. – Dije evitando tener contacto visual con él.
— ¿Al hospital para que? No me consta de que tenga revisión o consulta con su médico.
— Fue una revisión con él…
— ¿El..? – repitió intentando que terminara la frase.
— Ginecólogo.
— ¿Por qué fueron al ginecólogo? ¿¿Rubí tiene algún problema??
— No… por ahora no, que sepamos.
— ¿Por qué fueron entonces?
— Rubí quería, bueno necesitaba hacerse unas pruebas para ver qué todo estuviera bien, después de lo sucedió. Tiene miedo de tener problemas para tener hijos en un futuro. – me sincere totalmente.
El señor Wolf es un hombre muy comprensible. Impone mucho, porque es un hombre grande. Es muy alto y robusto, sus hombros son igual de anchos que los de Jake. Pero igual de musculosos que los de Nam.
— Esa chica es incapaz de confiar en mí… Me siento mal como padre, soy un fracaso. – El hombre se derrumbó ante mi.
Dejó de ser ese hombre imponente, para convertirse en un señor dolido consigo mismo. Tomó asiento de nuevo a mi lado, llevándose las manos a la cara, para cubrirse.
¿Cómo se supone que debía actuar ante esto?
— No lo eres, señor Wolf.
— No mientas, Luke. Soy un padre terrible, mis hijos no confían en mí. Deseo con todas mis fuerzas que me cuenten sus cosas, sus problemas, sus inseguridades, sus dichosos miedos. Pero no lo hacen. Me entero siempre de sus problemas por terceras personas… y luego no se de que forma ayudarlos sin que sepan que lo sé, porque entonces perdería aún más confianza con ellos, ya que creerían que los espío o algo así.
Me quedé en silencio, escuchando al hombre desahogarse. También me atreví a dar alguna que otra palmadita en su hombro.
— Ari es ninfomana, Izan consume drogas y Rubí… que decir de Rubí. ¿Qué se supone que debo hacer para no perderlos? Ahg es tan difícil hacerlo solo.
— Pruebe a hablar con ellos, hacer más cosas juntos.
— Es fácil decirlo, pero ¿Y si ellos no quieren estar conmigo? – Su tono era tan apagado, ni siquiera tenía fuerza para intimidarme como suele pasar normalmente.
— Busqué algo que realmente le importe, pero primero hágalo uno por uno. Empiece por Ari, busque algo que puedan hacer juntos.
El hombre levantó la cabeza hacia mí, me dio una pequeña sonrisa sin mostrar los dientes. – Siento haberte dado la chapa con mis problemas. Gracias por escucharme y darme un consejo, lo valoro mucho.
— No se preocupe, usted me agrada.
— No me trates de usted, mejor dime solo Wolf. Así suelen llamarme los miembros de la manada, o alfa, pero no sé si sea adecuado al no ser lobo.
— Me gusta Wolf, suena bien.
— En cuanto a lo de tu beca, tranquilo no es nada malo. – el hombre volvió a levantarse y agarró un papel de su escritorio – Solo quería pedirte que tu padre firmará este papel.
— ¿Mi padre? ¿Es necesario que lo haga mi padre..?
Tenía claro que mi padre no lo iba a firmar, por mucho que se lo pidiera.
— A eso voy… Se quien es tu padre, de lo que trabaja y los problemas que tienen en casa. Lo sé por la asistente social que lleva vuestro caso.
Sabía que él era consciente de mi situación, pero nunca dijo nada en contra de mí vida. Ni siquiera me prohibió en ningún momento estar con Rubí, aún sabiendo que podía ser un delincuente como mi padre o la gente de mi alrededor.
— Vengo a darte dos opciones, la primera que lo firme tu padre, sabiendo que eso es complicado. O la segunda, firmarlo yo.
— Si lo firma ust… ¿si lo firmas tú, Wolf, que ahí detrás de eso?
— Eres listo, sabes que detrás de eso hay otra cosa. Pues verás, quería comunicarte algo que inquieta al Goya, no a mi. Me refiero a que a mi sinceramente no me importa, pero al Goya si. Es tu trabajo. Se que trabajas en el club de tu padre y que es una de las formas en las que llevas dinero a tu casa… Yo lo entiendo y para mi no es problema alguno, pero como dije, para el Goya eso da mala imagen, algo la verdad bastante ridículo.
— ¿Quiere que deje de trabajar en el club de mi padre?
— Yo no, el Goya quiere eso. Para mantener tu beca, debes dejar de trabajar allí.
— Pero yo no puedo… Trabajó allí para llevar dinero a mi casa, para cuidar de mi madre y para pagar las deudas que tenemos con mi padre.
— Si es necesario te buscaré trabajo y a tu madre, solo quiero que pienses en tu futuro y en las oportunidades que te da la vida.
— ¿Puedo pensarlo?
— Tienes dos días para pensarlo, necesito llevar este papel cuanto antes al Goya.
Me limité a asentir, el hombre me acompañó hasta las escaleras.
— ¿Vas a comer aquí? – me pregunto mientras se acomodaba la americana.
— No lo sé, debo ir a trabajar esta tarde.
— ¿Rubí irá contigo? No me gusta mucho que ande por ese club, pero sé que está bien contigo. Confío en ti.
Eso era mucha presión, ese hombre confiaba demasiado en mí. Y me hace temer fallarle y decepcionarle. Además parece no saber que Rubí trabaja de vez en cuando en el club. La verdad es que ella no es trabajadora oficial, ni siquiera tiene un contrato real. Simplemente ayuda en el club y lo que gana, me obliga a quedármelo o se lo gasta en comida que termina dejando en mi casa.
— No lo sé, probablemente. Pero después de la prueba que le hicieron no se si tenga ganas de salir.
— Cierto, yo no vendré a casa para dormir. Ah otra cosa, mañana me reuniré con los jeon, para intentar aclarar el asustó y también debo ir de nuevo a comisaría. Tienen un avance de cómo murió Georgina, le cortaron las muñecas, pero no fue suicidio.
— ¿Dónde fue exactamente del Goya? – necesitaba más pistas de lo sucedido para seguir avanzando.
— En los vestuarios del gimnasio. Alguien preparó todo para que pareciera un suicidio y la verdad, me da miedo que sea un estudiante cercano a Rubí.
— a mi también me inquieta.
Terminé de despedirme del hombre, para después subir a la habitación de Rubí. La chica salía del vestidor en bata de andar por casa, sospecho que no lleva nada debajo.
— ¿Estás mejor?
Ella se limitó a asentir, pero no tardó en acercarse y abrazarme. Adoraba tenerla cerca de mí, su cuerpo es tan cálido, que me reconforta. Deje mi mejilla apoyada en su cabeza, mientras soltaba un ligero suspiró acompañado de un "Umh".
— Por favor haz eso de nuevo. – susurro, Rubí.
— ¿Cuál?
— Tararea algo, acabo de descubrir que amo tu voz ronca.
No pude evitar reírme, con Rubí era casi imposible no reír. Le hice caso y me puse a tararear cualquier extraña melodía que rondaba mi cabeza.
No sé cuanto tiempo estuvimos de pie en la misma posición, pero tampoco me quejaba. Podría estar así todo el día, jamás me cansaría.
— Me encanta sentir la vibración de tu voz, creo que cada vez me gustas más.
— Creo que eso nos pasa a ambos. Pero debo joder este momento… Tengo que ir a trabajar.
— Iré contigo. – mis ojos se encontraron con los de ella.
— Creo que deberías descansar, Rubí.
— Pero no quiero alejarme de ti y aquí me siento sola.
— Está bien, puedes venir conmigo. Pero no vienes a trabajar, te quedas en mi casa.
Ella asintió, aceptando la propuesta. Entiendo que no quiera quedarse sola en esta enorme casa. Los dos salimos de su casa, en cuando se vistió y agarró algo de ropa para dejar en mi casa.
Creo que cada vez, nos íbamos convirtiendo en algo más oficial. Pero íbamos poco a poco, tampoco teníamos prisa. Comimos juntos en mi casa, Jae se nos unió y mi madre llegó minutos después.
Lo malo fue que media hora después de comer, me tocó irme. Pero tenía claro que Rubí estaba bien y Jae estaría con ella si algo le pasara.
Aún así, debía admitir que no estaba del todo tranquilo. Sólo confiaba en mí mismo, para cuidarla.
Me centré en trabajar, no podía estar pensando en ella o la mayoría de pedidos me saldrían mal.
— Oye, Min. ¿Sabes algo de Rubí? Cambiamos la fecha de la cita por unos problemas que le surgieron el mes pasado y mañana es mi cita con ella.
Nunca pensé que sentía celos solo de una frase. El chico me miraba expectante por mi respuesta, mientras yo apretaba con fuerza el trato que llevaba en la mano. No sabía que Rubí le había dado largas y aplazado la cita entre ambos.
— No creo que sea buena idea, Rubí tiene estándares muy altos.
— Eso no me importa, confío en mis dotes de conquistador. – sonrió mostrando sus dientes perfectos.
Jinho tenía razón, este chico es un rompe hogares y ahora mismo siento que quiere romper el mío.
Con él no vale mostrar la mordedura de mis colmillos, es un dichoso lobo. Por lo que no hará caso a mis marcas de territorio.
— No puedes hacer eso.
— ¿Confiar en mis dotes? Nunca me fallaron.
— No, me refiero a salir con Rubí.
— ¿Por qué no puedo?
— Porque me gusta. Y estoy intentando algo serio con ella. – me sincere completamente.
— ¿crees que eso me importa? Ya sabía que te gustaba desde que entró a este club. De igual forma saldré con ella, es un lobo y tú un vampiro, lo vuestro es algo imposible. ¿Qué clase de monstruo saldría de vuestro cruce?
Sus palabras me molestaron aún más, tiré el trapo a la barra y me crucé de brazos con indignación.
— Miles de especies se cruzan constantemente, no seríamos la excepción.
— ¿Estás dispuesto a crear niños mitad lobos, mitad vampiros? Estás mal de la cabeza, tío.
— Si, estoy dispuesto. Peor sería tener niños con tu ignorancia. – dicho eso, seguí trabajando ignorando al tipo de sonrisa perfecta y brazos capaz de arrancarme la cabeza.
Cuando llegué a casa, estaba agotado. Las luces ya estaban apagadas, solo estaba encendida la televisión. Vi una escena que me enterneció y eso es algo difícil.
Rubí dormía plácidamente con su cabeza apoyada en el regazo de mi madre. Ella me hizo un gesto para que no hiciera ruido.
Deje mi chaqueta en el perchero de la entrada y coloque bien los zapatos. Después volví a acercarme al sofá, tomé asiento en el suelo, justo a los pies de mi madre. Apoyé la espalda en el sofá y sentí como mi madre acariciaba mi cabeza.
— ¿Cómo estuvo tu día, Luke? – susurro para no despertar a Rubí.
— Fue un día lleno de emociones, mamá. – a mi cabeza llegó el recuerdo de las palabras que me dijo el señor Wolf. – el señor Wolf me comentó un problema que había en el Goya.
— ¿Qué problema hay?
— No quieren que uno de sus alumnos trabaje en un club que vende drogas y ejerce de prostíbulo. Daña su imagen.
— ¿Te van a expulsar? – preguntó preocupada.
— No, el señor Wolf quiere ayudarme. Me comentó que él podría darnos trabajo fuera del club… y pensándolo bien, es lo mejor que podríamos hacer, mamá.
— pero…
— Estoy cansado de tener que preocuparme todos los días por que él te haga daño. Creo que es una buena oportunidad para hacer algo que realmente quieras, ya hiciste suficiente por nosotros… es momento de que pienses un poco en ti. ¿Quieres pasar toda tu vida siendo camarera en un club? Eres joven, mamá. Deberíamos aprovechar esta oportunidad única y salir de este agujero n***o.
— Si tu estás seguro, podemos intentarlo. Confío en tus palabras, Luke.
Me reconforta saber que ella aceptaría. Mi vista se centró en Rubí, ella dormía plácidamente ajena a todo.
— ¿Lleva mucho dormida?
— Una media hora, intentó aguantar hasta que llegarás. Pero viniste bastante tarde.
— Un grupo de hombres dio problemas en una de las habitaciones y me tocó ayudar. – Bostece, realmente hoy estaba cansado y eso era difícil.
— Será mejor que vayan los dos a la cama, ya es de madrugada.
Asentí, me levanté del suelo y agarré con cuidado a Rubí. Mi madre se encargó de abrir la puerta de mi habitación y la cerró después de que entrará. Deje a Rubí en mi cama y la acomode para poder tumbarme a su lado, después de ponerme ropa más cómoda para dormir.
Me quedé como idiota mirándola dormir, es algo adorable, ya que mueve levemente si nariz, como hacen los perros. Es gracioso.
Esa noche por muy cansado que estuviera, apenas dormí. Me quedé la mitad de la noche mirándola y la otra mitad pensando en las palabras del chico del club; Sunwoo.