No sé si es mi imaginación pero cada vez que hay la oportunidad, Lucas me da unos arrecostones que me ponen a mil por hora. Cuando está detrás de mí en la cocina y necesita agarrar algo que está más arriba, se me arrima y puedo sentir su bulto presionando. O cada vez que pasamos por el pasillo (que es muy estrecho) al mismo tiempo y él me pone de espaldas con sus manos para pasar, siento como me rosa. Pero yo no le digo nada, no reacciono. "¿qué haces? ¿Quieres jugar?" me dijo Luisa, desde su cama. "Estoy haciendo tarea" le respondí desde mi escritorio. Escuché ruidos fuera del cuarto, seguramente Lucas había llegado del colegio también. Él iba a otro colegio, nuestros padres todavía se discutían quienes iban a cambiar de colegio si Carlitos y yo, o Luisa y Lucas. "vamos, juguemos a alg