Nuevamente los sonidos acompasados de aquella cama me daban claridad que un nuevo encuentro s****l ya se llevaba a cabo; eso era la locura, estaba completamente desquiciado por querer saber que sucedía, en mi desesperación tomé un cigarro que Karina había dejado tirados, lo prendí con las manos temblorosas y absorbí la primera bocanada de ese humo tóxico con gran avidez. En dos caladas había consumido la mitad de aquel cigarro, el tiempo que no había fumado me provocó un extraño mareo que combinado con el licor y la anochecida me provocó nausea. Para colmo, era lo que faltaba para acabar mal la noche, encontrarme vomitando en el retrete de un hotel mientras mi esposa está con otro hombre en el cuarto vecino. Aquel sentimiento no podría hacer que me sintiera peor, en ese momento ya era las