Alicia llevaba a Mocho en la canastilla de la bicicleta, Lucille le compró una pechera como la que usaban los gatos de Daniel y entendió por qué es que los felinos eran conocidos en el pueblo, los dos iban entre las piernas del hombre mientras regresaban al rancho, muy quietos y a gusto de ir cabalgando. Copo, el gato blanco y Roco, un gato de pintas blancas, amarillas y grises, los dos eran redondos y muy peludos, dulces e incluso juguetones pues los vio extendiendo sus patitas hacia la rienda que iba en las manos de su dueño.
— ¡Que sorpresa más bonita! — la voz de Alain hizo que Lucille volteara.
— ¡Hola! — ella sonrió sin mucho esfuerzo.
— ¿Que andan haciendo? — vio a su amigo yendo muy por delante de ellas.
— Lo acompañamos a recoger a sus gatos y terminamos adoptando uno. — señal
