Lucille se partió de risa ante todo aquel drama causado por el pequeño engendro, los demás canes no le guardaron rencor y se dejaron rascar el lomo por ella muy contentos, mientras Alain iba a tirar a la basura las jeringas con sus respectivas agujas en cajas especiales para eso ella se quedó afuera disfrutando de toda aquella atención canina. — Señorita, lávese las manos para que venga a sentarse. — dijo la mujer de antes que ya había servido en la mesa toda la comida del almuerzo. — Muchas gracias... — ante los primeros pasos soltó un grito porque Gargamel le mordió el tobillo derecho — ¡Que animal más resentido y odioso! — dio un pisotón al suelo y lo vio correr. — ¿Te mordió duro? — Alain se agacho para revisarla. — No, solo fue un apretón fuerte, no me rompió la piel. — igualmente