Prólogo.
La ciudad, con sus rascacielos que rozaban las nubes un poco grisáceas por todo el smock de los autos y sus calles siempre concurridas que nunca dormían, locales bulliciosos porque siempre estaban llenos de personas compartiendo en grupos joviales, entre todo ese caos convertido en una costumbre para quienes vivían en la ciudad había nacido Lucille Shepard, era el lugar que ella conocía como un hogar. Hija de William Shepard, un veterinario de renombre en aquella ciudad y Amanda Miller, una doctora de medicina general con una carrera impecable, su hermana mayor Ninette y su hermana menor Alicia, su familia en total se conformaba por cinco miembros acostumbrados a todo aquel jaleo. Lucille creció entre el bullicio urbano y la promesa de un futuro brillante pues su padre desde pequeña le inculcó el amor por los animales, ambos padres tenían la ilusión de que sus hijas decidieran seguir los pasos de cualquiera de los dos, la vida de Lucille estaba llena de posibilidades, cada día una nueva aventura entre las luces de neón y el constante zumbido de la civilización.
De pequeña, entre sus cinco a trece años, se la pasaba metida en la clínica veterinaria de su padre William al igual que su hermana mayor, siempre ayudando a los doctores y enfermeros a atender a todas las mascotas que llegaban, lo más salvaje en lo que tuvo que ayudar fue una pitón reticulada albina, la cual se le enroscó en el muslo derecho confundiéndola con una posible presa, por suerte su padre sabía cómo manejar aquellas situaciones y la ayudó a salir del problema. Pero los tiempos son cambiantes y los deseos van variando, así como los sueños del futuro, Lucille descubrió que su deseo realmente no era ser veterinaria como su hermana Ninette, ni quería ser doctora como su madre, mucho menos enfermera, sus intereses de adolescente estaban muy alejados de los deseos de sus padres.
Con quince años Lucille estaba convencida de estudiar diseño de moda al momento que tuviera que estudiar en la universidad, consideraba que tenía el talento y las habilidades necesarias para desempeñar aquella carrera, sin embargo, sus deseos generaron conflictos con sus padres pues ninguno de los dos consideraba el diseño de modas como una carrera real e incluso llegaron a insinuar que era un juego de niños y que al final iba a terminar muriéndose de hambre. Lucille, terca como siempre fue desde que nació, defendió sus deseos frente a sus padres y hermana, que al ser mayor que ella ya tenía su carrera universitaria como enfermera veterinaria y tenía como pareja a uno de los mejores doctores que trabajaba para William.
Su madre, Amanda, le dio el tiempo antes de que fuera a la universidad para pensar bien las cosas dejándole en claro que solo podía optar por una sola rama, medicina, la rama que escogiera no importaba en lo absoluto, pero ella debía seguir los pasos de toda la familia. Al cumplir los dieciocho años y tras haberse graduado con honores de la secundaria, Lucille intentó convencer a sus padres de que le permitieran asistir a una academia de modas para aprender lo que tanto deseaba, pero ambos se negaron a otorgarle los fondos ahorrados para sus estudios y fueron firmes, veterinaria o un doctorado, si no era algo de eso ninguno de los dos iba a ayudarle a financiar sus estudios, se encapricharon tanto con que Lucille cediera a sus voluntades que sabotearon todos sus intentos por conseguir becas que la ayudaran.
Lucille se sintió muy frustrada por todo lo que su familia estaba haciendo, pero se negó a dar su brazo a torcer y eso generó muchas más peleas, eso hasta que ella amenazó con irse a vivir con su abuela materna si ellos no dejaban de molestarla con el mismo tema universitario y para mediar entre todo aquello, William decidió que si su hija quería estudiar diseño de modas iba a tener que costearse todo por su cuenta y Lucille tomó aquello como un perfecto reto para demostrarles que era capaz de hacer todo por su cuenta, pero pronto se encontraría con un gran problema que afectaba a muchos jóvenes como ella, no tenía experiencia laboral, tampoco tenía un título universitario para optar por un puesto muy bien remunerado; los lugares que querían contratar a alguien tan inexperto como ella ofrecían un sueldo muy por debajo de lo establecido por los códigos de trabajo y otros estaban muy por fuera de la ley, Lucille para comenzar a ahorrar dinero decidió aceptar un trabajo como mesera en un restaurante de comida italiana.
El sueldo no era tan bueno como le hubiese gustado, pero era lo que había y por suerte sus padres no fueron tan malos como para exigirle pagar renta aun viviendo con ellos, sin embargo, siguieron insistiendo sobre que no tendría que atravesar aquellas dificultades si no fuese tan caprichosa y si pensara de mejor manera las cosas, pero Lucille tenía el don para no darse por vencida a pesar de las dificultades que tuviera que atravesar. El primer año de aquella aventura laboral con el deseo de que ahorraría lo suficiente como para entrar a la universidad cuando cumpliera los diecinueve, se llegó el siguiente año y la matrícula de la academia había subido su costo provocando que sus planes se cancelaran porque lo que tenía no iba a alcanzar, deseando ver el lado positivo pensó que podría ahorrar por un año más, ese pensamiento se desvaneció a mitad del año porque fue despedida gracias a un error que ella no cometió, pero los dueños del restaurante decidieron que pagarían justos por pecadores y despidieron a todo su personal.
Luchando por conseguir un nuevo trabajo se enteró que su padre había recibido una oferta de trabajo que no podía rechazar, la clínica veterinaria había estado flaqueando un poco gracias a la crisis vivida en todo el país; Lucille se enteró que la oferta de trabajo era para convertirse en el veterinario principal en el rancho de un hombre cuya riqueza era tan vasta como las tierras que poseía. La decisión fue repentina, su madre aceptó la idea al igual que sus hermanas, un torbellino que arrasó con la rutina de la familia Shepard y destrozó los planes que Lucille tenía para su vida.
El rancho era un mundo aparte, un reino donde la naturaleza dictaba las reglas y los animales eran los verdaderos reyes, para Lucille, acostumbrada a la inmediatez de la ciudad, ese nuevo entorno era un enigma con el que no tenía ganas de lidiar, investigando un poco sobre el rancho descubrió que la tierra se extendía hasta el horizonte, los bosques eran espesos y los arroyos se mostraban como serpientes sinuosas en aquellas fotografías, aquello era un lugar donde el tiempo parecía moverse al ritmo de las estaciones y no al compás de los semáforos.
El dueño del rancho, Daniel Pemberton, era un hombre que imponía respeto con solo su presencia en aquellas fotografías, su nombre era sinónimo de poder y éxito, pero también de soledad porque a pesar de la edad que tenía seguía siendo un hombre soltero, aburrido y engreído a los ojos de Lucille, él era el tipo de hombre que ella había aprendido a despreciar gracias a su tiempo trabajando en el restaurante, era de aquellos que, desde su pedestal de riqueza, parecían ignorar las realidades de la vida común y de los esfuerzos de los demás.
William tenía intenciones de llevarse a toda su familia al rancho e incluso le pidió al señor Pemberton que le consiguiera panfletos sobre la carrera universitaria de veterinaria en aquella pequeña ciudad a la que iban esperando que finalmente Lucille se animara a dejar su terquedad aun lado, pero ella busco cualquier forma para poder independizarse por completo, un nuevo trabajo con un sueldo mínimo fue su esperanza para poder conseguir lo que tanto deseaba e ignoró las presiones de sus padres, de su hermana mayor e incluso de su cuñado, un hombre entrometido que no desaprovechaba cualquier oportunidad para burlarse de todos sus esfuerzos por ser independiente. Sin embargo, el tiempo se le fue acortando cada vez más y la mayor piedra que tuvo en el camino fue que su padre puso en venta la casa de su infancia, tuvieron que mudarse a casa de su abuela paterna mientras esperaban el tiempo para mudarse al rancho y ahí, Lucille tuvo que pagar una renta porque según su abuela era una irrespetuosa y desobediente, la estaba castigando por no ser una veterinaria como su padre, eso hizo que sus deseos por independencia se vieron muchísimo más frustrados.