Cerré los ojos cuando su boca empezó a viajar por el canalillo sobre mi ombligo, torturándome un poco, haciéndome sentir en la luna cuando su húmeda lengua entraba y salía de mi ombligo, me sentía muy mojada y creí que me haría pipi en algún momento. Su boca bajó a mi vientre mientras sus dos dedos pulgares se instalaban en ambas caderas para bajar la tanga, quedé completamente desnuda para él, nerviosa y excitada, y loca por más.
Lo halé a mi cuando se alejó para mirarme, no quería que lo hiciera porque en algún momento vería las cicatrices que la guerrilla había dejado en mi piel, puñaladas, quemadas de cigarrillos, planazos, latigazos, y otras cosas que simplemente no se marcaron en la piel, sino más a fondo, más allá.
Lo besé con pasión, abriendo mis piernas para apretar su cadera co
