Malor introdujo su lengua dentro de mi boca y no opuse restricción, incluso y aunque con vergüenza y torpeza, yo hice lo mismo. Era delicioso besarlo, su boca era tan suave aunque su actitud fuese tan ruda que era un torbellino de sensaciones lo que mi cuerpo estaba sintiendo. Antes de mi secuestro, había tenido dos besos reales, y fueron con un chico de mi edad que definitivamente en aquel entonces no tenía la experiencia que este hombre tenía. Toribio reventaba mi boca y los vellos de su bigote y de la barba me daban demasiado asco cuando me besaba, incluso llevaba muchos golpes por resistirme a besarle, porque aunque fuese más doloroso prefería ser azotada que sentir su lengua dentro de mi boca. Con Malor era todo tan distinto que aturdía. La mano que no sostenía mis manos acariciaba