Se sentía bonito contar con alguien, nunca antes lo vi de ese modo, pero el apoyo de esa persona cuando no la ves pero tienes la seguridad que está detrás de ti, cuidando tus espaldas y sintiendo orgullo por tus acciones, juro que era algo… inexplicable. Era oficial, había adquirido el lugar donde la Fundación Selaginella se formaría, el contrato estaba siendo cerrado ante un notario con la parte del Estado representada por un abogado regordete y calvo de nombre Arthur James, y mi parte, estaba Raquel como una de los testigos con una sonrisa muy grande, y Malor había pedido ser el otro testigo presente, por supuesto no me rehusé, se lo debía, de hecho. Puse mi firma y el notario selló, dando a entender que estaba hecho el traspaso de propiedad. Ahora era la dueña. Suspiré dando las graci