Capítulo 3 Primeras citas

1877 Words
Pov. Ashley Alba siempre decía dos cosas: — Los hombres nos ven como objetos a los cuales poseer —movió su mano —, es muy fácil caer en ese lugar si no mantienes tus ojos bien abiertos, porque para ellos, nosotras no somos más que unas simples trabajadoras de la noche —me apuntó con el dedo —. Es tu deber demostrarles qué eres algo único. — ¿Cuál es la segunda? —consulté y sonrió. — La segunda es la clave para todo, la única forma en que podrás salir adelante sin que te vean como algo débil —espere que hablara —, seducción, pasión, inocencia y carácter. — ¿Qué tiene que ver eso? — Los hombres siempre se quejan, pero a la hora de enamorarse, de tomarte en cuenta, siempre se fijan en las mujeres que se imponen —levantó un dedo —, eso cariño, te hará ser la mejor dentro de la agencia, no lo olvides. Y no se equivocó, seguí sus consejos, esos que hicieron que fuera una de las mujeres más solicitadas a la hora de ir a reuniones. Todos decían distintos nombres, yo era la mujer de los mil nombres. Tal vez por eso cuando alguien venía y pedida por una chica que no figuraba en el sistema y daba sus características, todos sabían que hablaban de mí. Ahora, contra todo pronóstico, estaba en mi estado natural, era Ashley. Mi pelo encontraba sin pelucas, mi piel con maquillaje ligero y por alguna razón extraña, me sentía más yo que nunca. Nunca me gustó estar en mis zapatos, detestaba mirarme al espejo, no me gustaba lo que había allí. Pero ahora, frente a este sujeto jodidamente atractivo, me sentía bien conmigo misma. Sus rasgos eran algo increíble, piel bronceada, mirada dura y fría, con ojos claros, pero un claro extraño. Mandíbula cuadrada con rastro de barba, cabello recortado. Hombros anchos y cuerpo trabajado. Estaba en un traje bruno de tres piezas, sus manos llevaban varios anillos y un collar de oro macizo adornaba su cuello. Es lindo, sexy y te invitaba a pecar, pero es un cliente, por lo que tendría que mantener mis estancias bien marcadas, no importaba lo guapo que fuera. — Creo que es importante que sepa que el objetivo principal de esto es que usted finja ser mi prometida —moví mi rostro. — Estoy al tanto de eso —era verdad lo estaba —, por eso mismo, le voy a pedir que me diga cosas básicas de usted para poder hacer bien mi trabajo. Sus ojos se veían en los míos, era un poco intimidante, no iba a negarlo, pero trato de mantenerme lo mejor posible para evitar que vea cualquier duda en mí. Relamí mis labios nerviosa y sus ojos fueron a esa zona mientras daba un paso más cerca. Algo que me hizo alejar disimuladamente mientras acomodaba mi vestido. — ¿Qué cosas necesitas saber? —carraspeó un poco. — ¿Tiene alergias? —negó despacio —asumo que es islam. — Exacto —moví mi rostro. — ¿De qué parte? —necesitaba hacer esto bien, porque nadie me creería que era su prometida. — ¿Para qué necesitas saber tanto? —Soy mis cejas por el tono duro en su voz. — Por qué me voy a casar con usted, aun cuando no tenga muchos —moví mi mano —derechos, creo que es importante saber las cosas básicas de tu prometido —esa era la verdad —, porque aún obligada a casarse una mujer siempre aprende todo. — ¿Obligada a casarse? —mis ojos se mantuvieron fijos en él. — ¿Me va a decir que su verdadera prometida eligió casarse con usted? —sus ojos se quedaron fijos en los míos, pero no respondió. Aclaramos algunas cosas más antes de que pusiera su brazo para que lo tomara, me agarré el intentando mantener su ritmo, pues caminaba más rápido que yo. — Si lo que quiere es tirarme por estar ofendido está a un paso de hacerlo —se frenó. — ¿Voy muy rápido? —en verdad no parecía registrar la velocidad con la que se movía. — Sí —hizo una mueca —, pero creo que lo peor de eso es que tengo tacones —mira mis pies. — Lo siento mucho, señorita —su mano tomó la mía y la llevó hasta sus labios para dejar un beso suave —, ahora caminaremos más lento. El tono que usó para decir eso fue bajo, ronco y malditamente electrizante. No sabía cómo lo hacía, pero básicamente me tenía babeando por él en este momento. Le sonreí y otra persona se colocó a nuestro lado, me guiño un ojo, su cuerpo se enderezó es humano se colocó en la parte baja de mi espalda, en un lugar medio peligroso ya que estaba justo arriba de mi trasero. — Malik, te he estado esperando —una mujer atractiva de grandes curvas se inclinó hacia adelante. Quería reir, porque eso no funcionaba, a los hombres no le gustaba que tú te les regalaras, no era algo que ellos disfrutaran, en la caza estaba todo. — Amanda —el tono de mi acompañante fue frío —, te presento a mi prometida. — Mucho gusto —hable y sonreí antes de que terminara —. Ashley Simons —no le había dicho mi apellido al hombre que se encontraba a mi lado. — ¿Simons? —lo miró —¿No debería ser de tu religión? —sus ojos estaban llenos de desconfianza. La miré, estaba tratando de competir conmigo y me daba risa, pero se suponía que debía fingir ser la mujer de este hombre, una mujer que estaba siendo atacada. — Amanda, no es problema tuyo eso —respondió tranquilo y fue a pasar. — Es raro —hablo —, he tratado de ignorar el hecho de que tienes un apellido que no es marroquí, lo intenté, pero ahora resulta que tampoco tu prometida lo es —cruzó los brazos levantando su pecho —, creo que sabes que somos socios. — ¿Qué se supone que quieres decir con eso? La voz de Malik se volvió más seca, me lo imagine apretando los dientes, porque no lo miraba, solo observaba a la mujer frente a mis ojos. — Es un poco absurdo que creas que por mi apellido no soy islam —sonreí —, primero que nada porque no me conoces, no lo conoces a él y esto —la señalé —, te deja mal, pareces un poco desesperada —miré a Malik —¿Podemos ir por algo de beber? — No deberías hablar —hablo la anaconda —, no es que deberías estar calladita y sonriendo. — Eso en todo caso es en mi país —me acerqué —, pero no estamos en mi país —sonreí —, aléjate de mí hombre o perderás una de tus siliconas. Puede que me estuviera extralimitando, pero quería terminar con esta farsa hoy, algo me decía que estar cerca de Malik no iba a ser bueno. Una risa ronca llegó y de nuevo mi piel se erizó. Mire hacia un costado donde mi cita falsa se encontraba, sus labios se curvaron en una sonrisa y volvió a tomarme de la cintura. — Ya escuchaste a mi mujer Amanda, no estamos en nuestro país —me pego a su cuerpo —, y no te puedes acercar a mí. Después de eso y me alejo de ella, pero no llegamos muy lejos de ahí. Otros socios nos detuvieron en el camino provocando que frenáramos cada una cantidad de tiempo. Cuando hablaron de negocios ni siquiera participé, solo sonreí y me quedé ahí esperando que me soltara la cintura para poder ir al baño o en su defecto emborracharme en algún sector. Gracias a Dios no se me nota mucho cuando eso pasaba, de lo contrario tendría problemas. Pero podía decir tranquilamente que era de esas ebrias no ebrias, la calle me había dado lo necesario para pasar desapercibida. — Cariño, lo siento —el rostro de Malik giró mirándome con curiosidad —, pero necesito ir al toilette un momento. Movió su rostro pensativo para terminó aceptando mientras que lo hacía señas a un hombre para que se acercará y siguiera. Caminé con el hombre siguiéndome las pisadas hasta que llegamos a los baños donde entré sola, algo que agradecí porque le veía cara de querer entrar conmigo. Hice lo mío y cuando salí asombre, negué mientras caminaba a lavarme las manos, había que estar un poco desesperado para seguir a otra mujer al baño, también para hacer esa escena y vamos, el hombre era lindo, pero no vale la humillación de nadie. — Será mejor que lo dejes —me apuntó con el dedo —, ese hombre es mío. Me habían pasado cosas raras en esta vida, me había topado con gente asquerosa, con algunos fetiches extraños. Cada uno de ellos me habían dado gracia o asco, depende de la situación, pero esto jamás lo había vivido. Algo como esto, en una primera cita, no sucedía. Ahora me había topado con una loca, una que se exponía así, de la nada, por lo general te hacían la vida imposible y te decían que se acostaban con él o algo por el estilo, pero esta mujer estaba tratando de amenazarme y actuar como una nena mala. Yo tenía en claro lo que era alguien malo. — No me digas ¿Quién lo dice? La mira a través del espejo y ella apretó los dientes molesta. No le encontraba sentido a todo su acting. — Yo. — Bien, eso es una mala respuesta —negué —¿Por qué haces todo esto? No me conoces, no te conozco, no tengo un problema contigo, pero pareces odiarme —dije lo obvio. — Yo salí con él, fuimos a comer, me llevo a almorzar y luego simplemente dijo, estoy comprometido, no me interesas —arrugue la nariz —, él me uso, lo hizo y ahora apareces tú, luego de esos días. — ¿Jugo contigo? Bien, vamos a ver, la mujer estaba loca, no iba a negarlo, pero bajo ningún concepto he estado al lado de los hombres que jugaban con las mujeres. Mis experiencias con ellos eran pocas, la crueldad que sufrí cuando era chica era una de las causas principales de ello, no confiaba lo suficientemente en nadie para dejarlo pasar a ese punto, pero si este hombre había hecho eso con esta mujer. — Lo hizo —giro el teléfono mostrándome el chat de ellos. — Okay, mira, entiendo, no quiero leer eso —en verdad no quería —, pero tienes que entender que en nuestro país arreglan las bodas —suspiro. — Lo sé, es solo que no me parece justo —sus ojos se llenaron de lágrimas. Ahora me sentía mal por lo que le dije, aunque era mi parte volátil y nada sociable la que había hablado. — No lo es —suspire —, lamento esto, en verdad. Apenas atravesé la puerta me encontré con Malik que venía caminando molesto.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD