Pov. Ashley
Tú no eres alguien que pierde el control Ashley, has vivido situaciones horribles a lo largo de tu vida. Una chica me golpeó hasta casi dejarte inconsciente, la señora del orfanato me marco con un cinto mi espalda por terminar presa.
Qué tanto podía hacer un hombre que se notaba tenía manicura en la mano.
Ultrajarte. Romperte de esa forma que no tiene retorno. Tanto que guardaste tu cuerpo para la persona correcta y podías terminar abusada y muerta en un descampado.
Él podía matarme y nadie lo sabría.
Su mano se movió y observé de nuevo sus uñas. Era increíble que un sujeto como él se hiciera las uñas o se las arreglará.
¿Cómo era posible?
Joder, estaba con un árabe, en su auto. Un hombre que no tenía respeto por el género opuesto, que nos veía como objetos, él podía tranquilamente subirme a un barco y enviarme como carne para los hombres.
Mis manos tomaron mi teléfono, envíe un mensaje a Demon, era mi única salvación, él y Alba. Coloque mi ubicación en tiempo real y el teléfono de Malik no tardo en sonar.
— Demon —hablo tranquilo.
Su ceja se subió y giró para mirarme un momento. No dijo nada, solo me observó y luego volvió a mirar al frente. Estaba segura de que lo estaba amenazando, eso solía hacer.
— Vamos a ir al café de la quinta avenida —respondió —, el mismo que conoces —se calló —, luego si quiere la acercare a su casa o se ira con su auto, viene detrás nuestro —miró por encima de su hombro —, estoy seguro que tiene rastreador, hazlo.
Siguió escuchando un poco más hasta que suspiró y corto la llamada, sus ojos volvieron a mí. Me observó un momento antes de tomar aire y soltarlo despacio.
— No confías en mí —susurró.
— No te conozco —miré mis manos —, como yo lo veo, puedes estar llevándome directo a mi agonía —sus ojos dieron con mi rostro.
— Pero te subiste —chasquee la lengua.
— Lo hice, porque…
No sabía exactamente que responder a eso, no es como si pudiera decir mucho, no tenía idea de la causa principal de ello, podemos decir que me deje llevar por su mirada.
Estaba aturdida. Ahora no había espacio entre nosotros y el ambiente solo olía a su perfume. Esa mezcla picante, amaderada con tintes de alguna flor.
Solo era eso, pimienta negra, sándalo y rosa.
Cerré mis ojos un momento tratando de mantener la compostura y volver a mi centro.
— ¿Por qué? —insistió.
— Porque me guste o no, tengo que hacer todo lo que el cliente ordene —arrugó la nariz —, dentro de lo que es acompañamiento —aclaré —¸no presto ningún servicio extra y usted dijo que tengo que hacer esto más veces, lo que me deja con una tarea más extensa —dije lo obvio.
Tal vez tendría que agregar que sentí curiosidad por él. Lo había visto analizarme durante toda la reunión, observe como sus ojos juzgadores más repasaban.
No debía tener muchas luces para saber que al igual que todos me estaba juzgando por mi profesión. Creía que lo mío era acostarme con clientes e ir de cama en cama.
La mayoría de las personas que nos conocía pensaba que esto se trataba simplemente de dinero y luego hacer lo que ellos quisieran.
Muchos de los hombres con los que lamentablemente tenía contacto trataban de pasarse, cuando me enojaban soltaban unos pesos extra y esperaban que con eso se solucionará todo.
Malik me miraba de acuerdo con su cultura, él solo veía una mujer que se entregaba por dinero, solo era eso, no valía mucho el tiempo.
Eso ya lo había escuchado.
Creo que la razón principal por la que jamás me anime a entrar en una relación fue por esto, para todos no era más que la chica que se entregaba por dinero. Aun cuando ni siquiera me entregará en verdad, cuando a nadie me tocaba.
Yo no dejaba que nadie pasara aquel punto, porque ya había sufrido lo suficiente para dejar qué otra persona me lastimará. No dejaría que nadie más lo hiciera, no importaba quién fuera.
— Necesitas aclarar que solamente es acompañamiento —habló curioso y afirmé, necesitaba que entendiera.
— Sí, es necesario —no iba a cambiar mi posición —, porque en ocasiones los hombres insisten en que pase algo más y yo me veo obligada a tratarlos de otra manera.
Pensó un momento en mis palabras y se mantuvo callado durante unos segundos antes de mirar por la ventana, nos estamos deteniendo en un café, en la quinta, como había dicho.
— Entiendo —no me miró —, no te acuestas con tus clientes, eso es lo que me estás queriendo decir.
Sí, básicamente podríamos decir que estaba diciendo eso, pero también estaba dejando en claro que no pasaba más allá con ninguno de ellos.
Eso lo incluía.
Solo había salido con un chico, un chico que me encontré cuando estaba trabajando. Un chico que no tenía problema con mi trabajo hasta que me vio con un hombre de mucha plata y los celos fueron más que él.
No dijo nada en el momento, nos miró pésimo, se enojó —por supuesto que lo hizo —y al final nuestra relación terminó porque éramos mujeres que se vendían a hombres y él no podía estar con una mujer así.
No era la clase de mujer que le presentaría a su madre. Sí, me había dicho puta, entonces comprendí que no, no podía tener una relación con nadie mientras trabajara de esto.
Salí dos semana con ese y paso esto.
No podía pasar a ese lugar, solo tenía que esperar un par de años hasta que me recibiera, porque me negaba a entrar a la empresa de Demon sin conocimientos, sin todo lo que necesitaba.
— No, no me acuesto con mis clientes —dije tajante —, no beso a mis clientes y dejó que pasen ciertos límites conmigo, espero sepa entenderlo —sonreí —, en ocasiones me resulta un poco complicado que las personas que contratan el servicio lo comprendan.
— Entiendo, no te preocupes por eso.
Había un pequeño deje de satisfacción en su mirada, lo que me llamaba un poco más la atención, no entendía por qué mi respuesta le ocasionaba satisfacción.
Malik se bajó, rodeó al auto como recién y me abrió la puerta para ayudarme a bajar. Mis ojos se quedaron fijos en él antes de tomar su mano.
Malik además de ser caballero, sin duda era hermoso, sus rasgos eran definidos y perfectos, la mirada profunda tenía esos pequeños tintes de gris celeste, pero no cualquiera, era de un color plomo profundo.
Me señaló la entrada con la cabeza y media sonrisa en sus labios. Comencé a caminar a su lado hasta qué pasamos la puerta y una chica nos recibió.
Sus mejillas se tornaron coloradas, pero mantuvo la compostura a pesar de que parecía querer combustionar. Tomó aire para luego a observarme y hacer una mueca de disculpas.
No me interesaba, no era su pareja, pero se supone que tenía que disimular un poco, pues ficticiamente éramos parejas y sí había alguien aquí que fuese conocido se daría cuenta que todo lo que pasó en la fiesta fue una farsa.
— Buenas noches ¿La mesa de siempre? —sus ojos se quedaron dos segundos en Malik antes no volver a mí —¿o le puedo ofrecer una más privada? —vaya, era educada.
— La más privado, por favor.
Su voz barítono cuando lleno el ambiente. De nuevo la chica se sonrojo, la entendía, el hombre estaba bueno, era para sonrojarse.
— Por aquí —señalo el camino.
La mano de Malik se coloco en mi espalda mientras me hacia pasar de primero, pegue un pequeño soltó por la corriente que me ocasiono.
Mi rostro giro abruptamente y me arrepentí en el momento. Su rostro estaba a escasos centímetros del mío. Mi espalda pegada a su pecho y su perfume rompiendo mi cordura.
— ¿Pasa algo? —sus ojos me analizaron.
— Yo, tú mano… —arrugó su nariz.
Sabía que no me estaba tocando nada malo, no había nada de malo en su toque, para nada. Pero las sensaciones me estaban dejando en un colapso neuronal.
Su rostro se inclino hacia abajo y abrió los labios. No me podía mover, estaba anclada al suelo, prácticamente no podía pensar.
Su aliento toco mi rostro y no entendía como le hacía para tener olor a menta y whisky.
— ¿Te han hecho algo?
— ¿Por qué crees que me han hecho algo?
Balbucee bajo y alguien carraspeo. Ambos miramos detrás de él donde una pareja que está parada esperando. Malik roda mi cintura y aparta dejando que pasen.
— Lo siento, se veían lindos —murmura la mujer mayor.
— Gracias.
Es lo que susurramos ambos antes de caminar al lugar que eligió la chica. No me soltó en todo el camino, su mano permaneció en mi cadera hasta que llegamos y me acomodo la silla para que me sentara.
Murmuré un gracias bajo y me removí para llevar mis ojos directos a él. Se movió tranquilo hasta sentarse frente a mí, sus manos subieron las manga de su camisa ahora expuesta.
Se había sacado el traje, solo dejó a la vista su chaleco la camisa que se apretaba a sus brazos. Espere paciente a que la chica dejaba la carta en la mesa y se vaya.
— No me has respondido —miró el objeto y tomé la carta.
— No entiendo tu pregunta —simplifique.
— ¿Han abusado de ti? —vaya eso era muy directo.
No sabía porque me preguntaba eso, tampoco entendía su necesidad de hablar sobre eso. Se supone que simplemente tenemos que arreglar los temas que nos conciernen.
— No entiendo qué tiene que ver eso con nuestra relación laboral —seguí mirando la carta.
— Es una simple pregunta —no lo veía así.
— No creo que lo sea, es algo personal, que no tiene que ver con esto —hable tajante.
— Eso es un sí —ladee mi rostro.
— ¿Por qué pregunta eso? —tomó aire.
No entendía cuál era la necesidad de tocar un tema como ese. No le encontraba sentido a su interés en mí, no era la gran cosa.
— Bien, entiendo, no sientes confianza —deje de leer para mirarlo —, no lo hablaremos hoy —sus ojos se quedaron fijos en mí.
— No hay nada que hablar —simplifique.
— Claro que hay —tomó las cosas —¿Cuál es tu verdadero nombre?
Arrugue mi nariz, no sabía porque me preguntaba eso, no le había mentido con respecto a mi nombre, lo que era mucho más asombroso de lo que él pensaba.
Yo jamás dije mi nombre.
— ¿Por qué piensas que mentí? —dejé las cosas, ya había elegido.
— Porque no eres honesta con tu vida —la miré —, la mayoría de las mujeres diría que hacen esto porque no les quedo otra —ladeo el rostro —¿Tú? ¿Por qué lo haces? —cruzo sus brazos y la chica llegó.
— ¿Qué desean ordenar? —me miró.
— Un capuchino, una porción de carrot cake y —mordí mi labio —los waffles número tres —sonrió.
— Señor —miró a Malik completamente seria.
— Un café —observó todo —, ¿puedes traer cubiertos para los dos? —arrugue mi nariz.
— No planeo convidarte de mi comida —dije lo obvio y me miró.
— Es mucho dulce, no lo terminaras —subí una ceja.
— ¿Quieres apostar? —sonrió.
— La torta de chocolate —miró a la chica —y mucha soda.
Supongo que tenía razón en la parte de la soda, pero tenía ganas de comer algo dulce, muchas ganas, hacía frio, estábamos llegando a las fiestas.
— Entonces planeas comer todo ese dulce —sonreí.
— Claro, me gusta, hace frío —mordí mi labio.
— No deberías hacer eso —señalo mi boca —, estoy tratando de ser decente y conocerte.
Parpadee y me enderece, no tenía idea de que quería decir con eso. Bueno, si la tenía, le gustaba, me di cuenta en el salón, no fue difícil.
Pero no era lo que esperaban en su religión y yo no sería la chica de una noche, jamás.