Pov. Ashley
Mis ojos no se apartaban de él, me tenía en un trans porque básicamente lo único que quería era que me dejase de mirar.
Sus ojos parecían consumirte por completo, me afectaba y no tenía idea de por qué. No lo conocía, no sabía nada de él, no podía dejarme engatusar.
— Yo no hago nada —simplifique y se inclinó hacia atrás.
— Lo haces —cruzó los brazos —, aunque no inconsciente, quizás —ladeo el rostro —¿Por qué trabajas de esto?
No tenía idea de cuál era su afán por saber por qué lo hacía, cuando no iba a cambiar nada la situación. Él seguiría pensando de que yo era una simple oportunista que vendía su cuerpo al mejor postor y yo, que él simplemente se basaba en lo que decía sus costumbres.
Malik vivía en base a su cultura y ya.
— ¿Qué sentido tienen que te diga por qué trabajo de esto? —moví mi mano —, si al final de cuentas tú creerás lo que consideres conveniente.
— No me conoces como decir que eso —su tonó ofendido me hizo ladear el rostro —, no me conoces y me observas como si te estuviese juzgando.
— ¿No lo haces?
La pregunta salió sin más, había visto como entrecerraba sus ojos e intentaba analizarme en todo momento para sacar sus propias conclusiones.
El sujeto era lindo, estaba bien, pero no íbamos a fingir qué creía que yo era una mujer decente.
— Tengo mis dudas y estoy intentando que me ayudes a encontrar las respuestas —movió la mano—, no considero que sea algo malo intentar entender.
— Lo es cuando lo único que quiere hacer es simplemente decir te lo dije o yo lo sabía —me incliné —¿Quiere ver si puedes llamarme puta con razón?
Arquee mi ceja y me hice de nuevo hacia atrás sabiendo que era toda la distancia que podía poner con él, aunque quisiera parecía que no había forma de qué esto saliera bien.
— ¿Quieres saber por qué trabajo de esto? —aclararía esto de una vez —, es simple, mis padres murieron cuando era chica y terminé en un orfanato, no voy a entrar en detalles de todas las cosas que viví, pero puedes imaginar cada una de ellas y sí, es así de feo cómo crees.
Me encargué de aclarar aquello cuando observé la forma en que sus cejas gruesas se contraía junto con su gesto. Si había escuchado lo que pasaba en los orfanatos, podía deducir lo que me había pasado.
Claramente no todos los lugares eran iguales, pero los había malos, jodidos y peligrosos. Lo sabía, me pasó, viví la peor parte de todo esto.
No siempre en esta vida podías obtener cosas buenas, pero estaba consciente de que conmigo se las había pasado un poco la mano.
— ¿Qué es lo que te hicieron? —aquella pregunta salió entre dientes.
Estaba a punto de decirle que no era su asunto cuando la chica apareció con nuestra comida y colocó todo en el medio. Mis labios se curvaron y abrí mi cartera para dejar pagada mi parte de la comida.
Malik me observó molesto y algo contrariado, supongo que pensaba qué le pediría que se hiciera cargo de esto y actuaría como si nada, pero yo no dejaba que ningún hombre me pagara las cosas desde que pude valerme por mí misma.
— ¿Por qué pagas? —una chica miró el dinero y luego Malik qué le hizo una seña para que se fuera.
— ¿Por qué no pagaría? Usted no es nada mío para tener que andar pagándome lo que decido comprarme para comer —lo miré y deje la plata en la mesa —, el evento ya terminó, solo estoy acá para que arreglemos lo que falta de nuestras próximas reuniones —corte un poco de mi comida —. Conteste a su pregunta para evitar que me sigan mirando como si fuese una puta, que está entregándose por dinero, porque aunque no lo crea, no necesito hacer eso para poder trabajar ni tener clientes —subió su ceja —, que hay mujeres que lo hacen, seguro, pero no soy yo una de ellas señor Malik, así que le agradecería que dejara de mirarme como si estuvieras viendo algo en descomposición —subió sus cejas —, si le parezco desagradable puede hablar con el jefe y buscar a alguien que sea de su agrado, ya sabe, que no le moleste tanto a la vista.
Estaba siendo dura y borde, probablemente bastante maleducada en estos momentos, pero necesitaba que le quedara en claro que no iba a tratarme de esa forma.
No era una cualquiera. Estaba en este trabajo porque Demon me dejaba manejar mis tiempos y la forma en que quería la situación, solamente eso, el hombre no me iba a juzgar por eso, nadie, porque ninguno de ellos había estado en mis zapatos ni vivido lo que yo viví.
— No te miro de esa forma.
— ¿Seguro? Quizás debería decirle a su cerebro que mejore los gestos, porque sí me mira de esa forma.
— Bien —carraspeo —, no te observe de ninguna forma que sea desagradable, me pareces divina, impactante, pero siento curiosidad por saber qué fue lo que pasó contigo para terminar metiendo un ambiente como este —arquee mi ceja —, tienes clase, eres educada —dije puta varias veces —, sabes vestirte, aunque no sé si es parte del paquete.
— ¿Quieres saber si ando mostrando parte de mi cuerpo cuando salgo a la calle? No, no lo hago, no me gusta que me miren, no me gusta que se me acerquen hombres, porque ya sufrí en manos de algunos —apretó los puños y me calle —, solo me parece desagradable.
— ¿Quién te hizo daño? —se inclinó —, solo tienes que decir un nombre y puedo solucionarlo.
— ¿La vas a matar? —inclinó un poco mi rostro para que me escuchara mientras bajaba la voz, sentía curiosidad por sus respuestas.
— ¿Quieres que lo haga?
Recuerdo cuando Demon lo que había sugerido, cuando entre charlas le dije cada cosa que pasé en el que el orfanato, lo vi a apretar los dientes, negar y maldecir por lo bajo.
Me pidió que, por favor, le dijera quiénes eran, pero yo no dije nada, no me atrevía nombrar a ninguno, era revivir el dolor. No le respondí, solo dije que no valía la pena, porque quería acabar con eso.
— Responde Ashley ¿Quieres que los mate?
— Fue hace mucho tiempo Malik, seguramente ninguno de ellos sigue ahí ya, no tiene sentido, lo que se vivió no se borra, no hay forma en que eso sane.
— ¿Por eso trabajaste con Demon?
— Comencé a trabajar con él, porque fue la primera persona qué me hizo sentir segura, lo conocí por otra chica, ella me llevó con él y le dijo que me había encontrado en la calle —miré la mesa —, en esa época era puro hueso, no comía bien y llevaba mucho tiempo en la calle —mi estomago tiro en todas direcciones y comí —, se negó a dejarme trabajar con él, yo insistí, le dije que era mayor de edad y me dijo qué podía hacerlo, pero que no tendría clientes hasta que estuviera preparada para defenderme —sonreí —, él solo se acercó a mí, me dio trabajo y sueldo desde que pise la empresa, ese mismo día sin haber empezado a trabajar me depósito plata, fuimos al banco, me hizo una cuenta, compro ropa, me dejó quedarme con él hasta que estuve completamente sana, porque sí, también me llevó al médico y le hablo de mi desnutrición, la falta de cuidados y las marcas que tenía —eso lo susurré.
— ¿Qué?
— Después de eso me preguntó quienes habían hecho daño, no le dije, porque no tenía sentido, por lo que simplemente aceptó mis palabras, me prometió que nunca más volvería a estar sola y lo cumplió —lo miré —, lo ha cumplido en todo este tiempo, me cuido, acompañó y se encargó dejarle en claro a cada cliente que si me lastimaban sufrirían las peores consecuencias, él solo ha estado para mí.
Apenas terminé de decir aquellas palabras su rostro se quedó clavado en el mío. La observé hacer una mueca de disgusto, apretó los labios y negó antes de pasar una mano por su rostro y resoplar varias veces.
Estaba contrariado y no había dudas eso, pero me llamaba un poco la atención como parecía pelear contra ello en todo momento.
— ¿Por qué no te ofreció trabajo en sus empresas?
Estaba tratando de buscar algo malo en él, encontrar alguna situación o cualquier cosa que pudiera usar en su contra para decir que sí fuera alguien bueno no me detendría trabajando esto, pero la realidad es que Demon era increíble.
Él a pesar de ser malo con los demás, jamás fue malo conmigo ni con nadie qué quisiera.
— Estás tratando de buscar algo para decir en contra suyo y no hay nada que puedas decir —sinteticé —, Demon es muy bueno, fui yo la que no quiso trabajar en su empresa porque no tenía idea de nada de lo que se hacía, no quería decepcionarlo, porque confío en mí, lo hizo a ciegas, aun sabiendo que podía traicionarlo —era la verdad.
— ¿Cómo te llamas?
— Ashley, no mentí, es mi nombre —seguí —, este es mi cabello, debes ser el primero que lo ve al natural —era la realidad —, son mis ojos, no invente nada, porque no tiene sentido contigo —subí mis hombros.
— ¿Por qué?
— Te iras, eres islam, tienes que casarte, cumplir roles, tu ambiente es otro —simplifique.
— Entonces tengo el placer de ver tu verdadera yo —afirmé.
— Parece —comencé a comer.
— ¿Abusaron de ti?
Aquella pregunta me dejo con las manos quietas, estaba tomando mi café y él preguntando algo que no pensaba responder, porque no había forma en que yo respondiera eso.
— No creo que sea una pregunta apropiada —deje la taza.
— Lo es si con una sola mano en la cintura te podes toda tensa —junte mis cejas.
— Es tan simple como el hecho de conocerlo —negó.
— Eso no fue por no conocerme —retruco —, le avisaste a Demon, mis hombres me avisaron que tiene dos guardias fuera esperando por ti —sonreí —, sabes que no corres riesgo, así que dime.
Su tono de voz fue demandante. Quise rodar los ojos, pero no tenia sentido, algo me decía que no daría brazo a torcer.
— Sí, pero no de la forma que piensas —tomé aire —, no me violaron, no paso eso —tomé aire —, me golpeaban, molestaban, tocaban —lo último fue un susurró.
— ¿Dónde mierda te paso eso?
Su prácticamente salió como un rugido, estaba molesto, con las manos apretadas, sus dientes a la vista mientras esos dos labios carnosos sisean aquellas palabras.
Se veía salvaje, poderoso y bastante candente.
— No importa eso —tomé mi café —¿Qué es lo que tengo que hacer en las próximas reuniones?
Sus ojos se fijaron en mí y luego pasaron por mi cuerpo, al menos que tuviera vista biónica no podría ver nada de lo que guardaba debajo de la tela.
Es lo que pensaba hasta que tomo mi mano y la acerco a su cuerpo. Su pulgar trazo mi muñeca, aquella línea que dejaba en claro mi pasado.
— Maadha fa’alu lak ya, amira? [ ¿Qué te hicieron, princesa?]