Capítulo 5 Simplemente nada.

2160 Words
Pov. Malik Cuando fue la última vez que alguien me rechazó. No tenía idea de cuando había sucedido eso, pero estaba seguro de que había sido hace mucho tiempo. Por lo general no tenía problemas con las mujeres, yo solo me acercaba, charlaba con ellas y podía obtener lo que quería. Ahora todo aquello se había quedado nada. Me había vuelto loco cuando me dijeron que estaba en el baño y que Amanda también se encontraba ahí. casi me da algo cuando supe de que todo esto podía joderse. No confiaba lo suficiente en ella como para darle el poder sobre esta situación. Demon había hablado maravillas de ella, pero yo no estaba tan seguro de que todo sea cierto. La charla en la mesa continuó, todos se veían enfrascado en lo suyo y yo solo la miraba a ella que sonreía con elocuencia y gran carisma. — Entonces —la esposa de uno de mis socios tomo la palabra —Ashley —no me gustaba por donde iba esto —¿Qué haces? Digo, a que te dedicas. Sabía a donde iba esa pregunta. Estaban viendo si era un buen partido, alguien con títulos o algo que dejara en claro que estaba a mi altura. Pero sobre todas las cosas, ellas sabían que era un hombre de una religión muy marcada. Mi nombre me delataba y había rechazado a su amiga por mis costumbre. — Bueno, estudio administración de empresas —sonrió —, negocios específicamente, llevó más de la mitad de la carrara —ladeo su rostro. — Pensé que no se les permitía a las mujeres de su religión estudiar. Y ahí estaba donde todo se complicaba, no me iban a creer. Ella había arruinado todo. — Mi padre es un hombre de mente abierta —siguió —, las mujeres no podemos estudiar en nuestro país, por factores culturales, sociales y políticos —tomo su copa de agua —, dependé de la ciudad se nos consideran como mujeres que solo tenemos dos cosas por hacer, ser madres y esposas, el hogar es nuestro lugar natural —la miró —, en mi cultura, acá no —cruzo sus brazos —, me vine a estudiar a América, no me quedo en esta ciudad, porque no podemos vivir juntos hasta el matrimonio, pero no cambia que sea real. Parecía que tenía una respuesta para todo y me gustaba. Era bueno que así fuera. — ¿Es algo que decidieron ustedes? —consulto Amanda. — Sí, yo la elegí para ser mi esposa —hablé tranquilo. — Tengo curiosidad —dijo de nuevo la mujer pesada —¿Cómo hacen con el tema de las relaciones? Digo, si no se acuestan como saben que les gustara estar con el otro —nos señaló a ambos. No creía que fuese un tema para hablar. No me parecía i siquiera respetuoso de su parte, aun cuando ella se viera tan desentendida con el asunto. — No es un asunto para hablar en un almuerzo —respondió ella —, ni en privado —acoto —, es un asunto personal, que no tiene que importarle a ninguno. Mis ojos se quedaron fijos en ella, no parecía darle importancia a lo que creían o pensaba. Sin embargo, ninguna parecía dispuesta a dejar pasar el tema porque de nuevo hablaron. — Dicen que tienen que estar puras para el matrimonio —dijo una —, lo que indica es que el único hombre con el que debes tener relaciones es él ¿Qué pasa si no te gusta? Dudaba seriamente que ella no hubiese tenido ya algo con alguien, digo, su trabajo, por más que ella haya puesto las distancias, dejaba en claro que ese sentido no era muy inhibida. — ¿Cómo sabría eso? —parpadeo —, no hay parámetros de referencia como para saberlo —subió sus hombros —, pero si lo que te preocupa es mi pureza, puedes estar tranquila, no era alterada. No parecía mentir cuando decía aquello y eso más curiosidad causo en mí. No hablamos más, nadie dijo nada hasta que nos levantamos para volver a todo el acting. Ashley se mantenía a mi lado, no hablaba, solo observaba a todos y sonreía de lado, contestaba lo justo y necesario. Era como si supiera en todo momento que decir. La música comenzó y tomé su mano entre la mía, sus ojos fueron al agarre y señale la pista haciendo que afirmé despacio. Sus ojos estaban fijos en los míos mientras tomaba su pequeña cintura. — Lo llevas bien —sonrió de lado. — Gracias, es un poco complicado —miró todo —, tuve que estudiar un poco sobre Marruecos antes de venir —sonreí. — Demon abarca todo —subió sus hombros. — Yo lo hago, no me gusta sentirme insegura en mi trabajo, no es algo que me agrade —tomó aire. — Me parece bien, los negocios se hacen a todo o nada —me aleje para hacerla girar. — ¿Eres un hombre de negocios? —sus ojos almendrados me observaron curiosos. — Lo soy, me gusta tener el control en todo —afirmó. — ¿Puedo preguntar algo? Sabía que esto no era parte de nuestro acuerdo, ella no tenía por qué sacar información de mí, pero yo sentía curiosidad por ella. — Solo si puedo preguntar algo luego yo —afirmó tranquila. — Claro —subió sus hombros —, mi vida no es interesante —ladee mi rostro. — La vida de todos lo es —miró al suelo. — No lo veo así —carraspeo —, en fin ¿Por qué no llamar a su verdadera prometida? —relamí mis labios. Llamarla a ella implicaría traerla a mis negocios y nadie sabía sobre ellos, era algo que no me gustaba compartir. Mi trabajo acá no tenía que ver con nada en Marruecos. — Porque no tengo —simplifique —, solo necesito que Amanda se mantenga alejada de mí. — Entiendo. No tenía la confianza para hablar de esto con ella, no quería hacerlo. Solo era un trabajo y ya, nada más. — ¿Por qué negocios? —consulté. Parecía bien educada, con modales, pero no sabía si eso se debía a que Demon daba un gran servicio o ella simplemente venía de una buena familia. Solo que una mujer de buena familia no estaría haciendo este tipo de trabajo, ellas no se prestan para algo como esto, no para algo tan denigrante. — Demon me ofreció trabajo en sus empresas si estudiaba —respondió trabajo —, algo para salir de este trabajo, me quería dar un puesto de secretaria cuando me conoció, pero no había terminado mis estudios —susurró. — ¿Por qué? —la hice girar de nuevo. — Me quede huérfana y en la calle —me detuve —, me enviaban a la escuela, pero nunca termine el último año, Demon me pago ese año y luego la universidad, porque quise seguir. Ella era huérfana, no tenía familia más allá de Demon, lo que no entendía es porque no trabajaba como secretaria en una de sus empresas. Aunque todos los que trabajaban ahí tenían conocimientos en negocios, cada uno de ellos llevaba un título que los ayudaba al trabajo. — Supongo que le tienes aprecio —susurré antes de volver a movernos. — Lo adoro, me dio una buena vida. Hice una mueca. No creía que Demon fuese malo, pero sin duda, era raro todo ese apoyo hacia ella. Dudaba de las intenciones que podía llegar a tener. Aunque a mí no tenía por qué molestarme. Esta chica solo era una cuartada para lo que venía. Para evitar que Amanda me molestara, solo eso. — Entiendo, es parte de tu historia. Afirmó y la música cambio. Nos separamos para volver a hablar con las personas. Me disculpe con ella para ir a hablar con unos socios de negocios. — Tu mujer es radiante Malik —sonreí. — Lo sé, es bellísima —me pasaron un vaso con whisky —, ahora señores a lo nuestro. Señalaron la mesa y repartieron las cartas, mis ojos se quedaron fijos en ellas mientras volvía a tomar un puro entre mis dedos. — Tengo todo el camino libre para la exportación —hable —¿Cómo van los números? Podía jugar con ellos pero me interesaba qué hiciera lo que les correspondía. Ellos necesitaban saber que para todo había un tiempo. — Tenemos la plata, los hombre y todo despejado en caso de que sea necesario —los miré. — Se supone que solo es petróleo —se miraron. — Pensamos que capaz podíamos llevar algunas cosas más —miraron las cartas —, ya sabes, oro, diamantes. No, no lo sabía, porque no estaban autorizados para eso. Ninguno de ellos podía hacer algo como eso, porque yo no manejaba las cosas de esa manera. Al menos no para ellos. — No fue lo que acordamos —deje las cosas —, soy yo el que voy a entrar con todo eso, no me voy a quedar manchado por ustedes deberían saberlo —se miraron. — Estamos dispuestos a darte más ganancia —me reí. — Vamos, eso no es el problema —tomé el puro —, acá el problema es que ustedes piensan que pueden jugar conmigo y no es así. Deje las cartas en la mesa y camine a la barra, el chico me sirvió otro trago y los miré un momento. Tenía que volver, no podía dejarla mucho sola. — Tienen hasta mañana, sino —camine a la salida —, lamento informarles señores que cambiare de socios. Dejé las cosas y salí para ir directo al salón de fiestas mis ojos pasaron por el lugar hasta encontrarme con ella que bebía en un rincón. Pasó la mirada por todo el salón hasta dar directo con mis ojos. Sonrió de lado y levantó la copa en mi dirección. Mi cuerpo se movió para llegar a ella qué es acercó despacio. — Pensé que se demoraría más —miró a todos lados —, lamento informarle que mi horario ha concluido —arrugue la nariz. — ¿Tú horario? —afirmó. — Llevamos aquí más de cinco horas, tengo cosas que hacer —tomó aire —, Demon fue claro, son mis tiempos. Moví mi rostro y chasqueé los dedos, mis hombres se acercaron a nosotros automáticamente. Ashley los miró y luego a mí. — Nos vamos de la fiesta —arrugó la nariz. — No se tiene que ir conmigo —hablo bajo. — Es mi prometida, debo hacerlo —miró a todos lados. — Traje mi auto —subí mis hombros. — Eso no es problema, ellos lo llevan, nosotros podemos ir en el mío —moví la mano —, me gustaría conocerla un poco más. — ¿Por qué? —parecía en verdad contrariada. — Creo que es importante que sepamos cosas sobre el otro —caminamos a la salida —¿Quieres ir por un café? —miró de nuevo mi rostro. — Puede ser —mordió su labio —, si es necesario —sonreí. — Lo es, creeme —bajamos las escaleras y sostuve su mano —, la semana que viene hay un evento más íntimo, en casa, necesito que parezca que somos pareja. No pareció convencida, de hecho, no parecía ni siquiera interesada, algo que solo pudo hacer crecer mucho más mi curiosidad, ella parecía totalmente antipática con mi persona. — No estas camino a comer con la parca —susurré. — No es eso —hizo una mueca —, no fraternizo con los clientes —ladee mi rostro. — ¿Con ninguno? —negó. — No, con ninguno, no me parece bien —le abrí la puerta y estiré mi mano. Su cuerpo quedo parado frente al mío, sus ojos raros volvieron a dar con mi rostro. Esa mezcla de marrón y miel hipnotizante. — Creo que puedes hacer una excepción por mí. Sus ojos me analizaron con desconfianza, estire mi mano esperando que me diera la llave y bajo la mirada para abrir su bolso. — Creo que es importante que sepa, que sé usar armas —sonreí de lado. — Me parece una perfecta aclaración, azizti [preciosa.]—ladeo su rostro. — No creo que sea educado decir palabras en otro idioma —le guiñe un ojo. — Puedo decirte que significa si me acompañas. Miró dentro del auto y tomó aire antes de entrar en él. Cerré la puerta con una sonrisa y le dejé la llave a mi hombre. Rodeé el auto y miré a la entrada donde Amanda se encontraba. Seguramente diría algo, Ashley había dicho que estudiaba, ella dijo algo que salía de contexto, pero no estábamos en Marruecos, no tenía costumbres que seguir. Nunca la haría, porque esto no era nada.
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