Capitulo Uno

1656 Words
Aprendí a besarte al cerrar los ojos y descubrí la manera de sentir la sedosidad de tu piel con solo soñarte. En la soledad te encontré tantas veces que creí perder la razón al verte frente a mí sonriendo, sin ese brillo en tus ojos que tantas veces me hipnotizó. Stuart Estoy harto de vivir esta maldita vida sin ella, siento que todo ha dejado de tener sentido y que solo volveré a ser yo mismo cuando la tenga a mi lado, pero ni siquiera la muerte se apiada de mí, porque mientras ella está en medio de ángeles, yo iré al infierno que me he forjado a fuerza de cada bala que he disparado. Le extraño, ¡maldita sea, la extraño tanto!, me hace tanta falta que me siento asfixiado cada vez que su voz desesperada se reproduce en mi cabeza; no pude hacer nada para salvarla, ¡soy un maldito hijo de perra que no supo proteger a la mujer que amaba! Le prometí que la cuidaría y no cumplí mi palabra, dejé que la mataran sin ni siquiera mover un dedo para evitarlo, no merezco ni el infierno, eso sería una recompensa para mí. Cuando de nuevo las emociones me atormentan el alma, lanzo la botella de licor barato contra la pared, me siento incapaz de continuar, las lágrimas se niegan a salir de mis ojos, ya estoy seco por dentro. Me quiero morir para estar a su lado, pero estoy seguro de que ella debe odiarme por no haberla cuidado, por no alejarme cuando me dijo que no podía vivir una vida escondida del mundo; fui egoísta al no apartarme cuando aún había tiempo. Me arrastro hasta la cama y cojo otra botella mal tapada, me la empino para beber directo de ella, el líquido ya no me quema, ni siquiera logro un estado de ebriedad que me permita un momento de paz. Me incorporo tambaleante y voy a la cómoda, donde guardé hace ya un par de semanas unos cuantos sobres de cocaína, necesito algo que me ayude a anestesiar todo este dolor que siento por dentro, no obstante, me detengo cuando escucho el pomo de la puerta, ¡no me dejan ni siquiera sufrir en paz!, se meten en mi vida como si de verdad les importara, ni siquiera son mi familia y pretenden psicoanalizarme cada vez que tienen la oportunidad. —Ya deja esa botella, apenas son las ocho de la mañana. No puedes continuar de esa manera, estás acabando con tu vida. —Como si me importara la misma retahíla de ayer. Maxwell no se cansa de intentar hacerme volver al mundo de los vivos, dónde ya no hay espacio para mí. Cierro el cajón y me devuelvo a la cama, donde me tiro con la botella en la mano y le doy otro trago. —Estaba feliz solo, sin que nadie me estuviese jodiendo la vida —espeto—, no es tu maldito problema ni el de nadie si a mí se me pega la maldita gana de emborracharme a la hora que sea —añado, y aparto la mano con la que sostengo la botella cuando intenta arrebatármela. —Nunca dejamos a la familia, recuerda que eres mi hermano y tú me enseñaste que la familia es primero —rebuzna, pero a mí no me interesa oír—, necesitas ayuda y si tú no la quieres buscar, entonces yo te voy a obligar a que la recibas —señala y enseguida coloco el cañón de mi pistola en su frente. —Me inyectas alguna de tus porquerías y te juro que será lo último que hagas —advierto, pero enseguida siento los párpados pesados. —Por suerte no soy el único que se preocupa por ti. —Maldición, Tom, se sonríe de medio lado, aunque intento decir algo caigo al suelo. ¡Maldita sea!, no me di cuenta de que Maxwell no entró solo. Estoy perdiendo facultades. Tom Me duele ver a Stuart de esa manera, sobre todo porque Mary sufre al no poder hacer nada para sacarlo de la depresión en la que se encuentra, y si él no pone de su parte será muy difícil ayudarlo a que sea el mismo de antes. Lo sostengo antes de que caiga y lo acomodo en la cama a la vista de todos. Comprendo que sufre, no imagino una vida sin mi mujer, que gracias a él está a mi lado, pero ya es hora de que continúe su vida, así lo habría querido Andrea. ―Hasta que se me cumplió la fantasía de dormir a alguno de ustedes ―digo para amenizar el ambiente y recuerdo cuando Max hizo lo mismo conmigo―, revisa el cajón, estoy seguro de que no guarda nada bueno allí. ―Apuntando con el dedo hacia el mueble. ―Es cocaína, nuestro amigo no solo consume bebidas que parecen gasolina, sino que también está consumiendo drogas. ―Sostiene varios paquetes en el aire con el polvo blanco―. Será muy difícil desintoxicarlo, peor aún, mantenerlo en abstinencia en contra de su voluntad, encerrado será como un animal salvaje y con sus conocimientos no podremos confiarnos de una simple habitación acolchada, tenemos que esposarlo ―determina, y por mucho que me cueste admitirlo, es la única salida que tenemos por ahora. ―Hagámoslo antes de que despierte, no creo que le dure mucho tiempo el efecto del sedante si se estaba metiendo esa porquería. ―Lo tomo por los brazos y Max lo sujeta por las piernas para cambiarlo a una habitación preparada para nuestro amigo. Los demás esperan afuera del cuarto, están tan preocupados como nosotros por la situación, no hemos podido encontrar nada sobre el ataque que sufrieron de Andrea, únicamente quedó un collar, el mismo que ahora él lleva en su cuello y del cual no se aparta ni un segundo. Si tan solo pudiese centrarse y tener la mente fría, él encontraría a quienes le hicieron esto, tendría una razón para vivir, no importa si ese motivo es la venganza, con tal de que deje de matarse lentamente. ―Creo que lo ideal es esposarlo a la cama, así no podrá lastimarse a sí mismo y podremos acompañarlo en las crisis que seguramente tendrá ―sugiero una vez llegamos a la habitación. ―Pienso lo mismo, va a necesitar el apoyo de todos, Stuart no está bien ―pronuncia el abogado de Fernando, supongo que su relación mejoró luego de que también le ayudara a él con su mujer. ―Nadie lo dejará solo, si es necesario me quedaré a su lado día y noche ―clama Mary, ella le prometió siempre estar ahí cuando la necesitara, pero él rechaza a todos sin ningún cuidado, a pesar de que accedió a venir con nosotros para terminar con el juego del gato y el ratón, se niega a aceptar la compañía de alguno. ―No puedes, amor, sé que estás angustiada por él y estoy seguro de que no hay nadie más idóneo para acompañarlo a cada instante que tú, pero estás embarazada y necesitas descansar. ―Trato de ser cuidadoso con mis palabras, por su embarazo sus hormonas están muy sensibles y cualquier cosa la altera, supongo que ese es el motivo por el cual le ha afectado tanto la situación de Stuart―. Sí estarás a su lado, él te necesita mucho, pero promete que pensarás en ti y en nuestro bebé ―pido suavemente, y para mi sorpresa, asiente en silencio mientras gruesas lágrimas ruedan por sus mejillas. ―Fue una excelente idea haber comprado una cama de hierro forjado ―comenta Esteban mientras cierra las esposas en los tobillos de Stuart. ―Tienes razón, fue buena idea, pero no me atrae mucho la escena que estamos preparando, parecemos unos sádicos, listos para tener sexo salvaje ―vocea Zack, provocando que más de uno ponga los ojos en blanco―, ¿van a decir que ninguno se imaginó una escena sadomasoquista?, digo, aparte de dos o tres personas que tienen conocimientos prácticos ―añade, y enseguida la hermana de Alex sale del cuarto, al tiempo que Esteban le dirige una mirada a su esposa. Prefiero no decir nada, la intimidad de los demás es asunto de ellos, es que ni quiera me imagino como es que Zack se entera de cosas tan íntimas, no nos veo a todos en un día de chicos confesándole nuestros pecados al soltero del grupo. —Si no vas a aportar nada que realmente valga la pena escuchar, entonces ¡cállate! —rebato al ver que no piensa dejar el tema atrás—, sinceramente, ya no soporto la espera, ¿dónde estará la mujer que te convierta en un hombre maduro y serio? ―añado sintiendo la incomodidad de los demás. ―Claro, y luego vivir la misma vida que ustedes, como perros domesticados, pidiendo permiso hasta para respirar. Pues no, gracias, estoy feliz saltando de una cama a la otra ―cacaraquea, porque es lo único que sabe hacer. ―No sabía que estabas soltero, cariño, ni que tuvieras una tendencia a saltar como los conejos ―objeta la hermana de Alexander en tono asesino―, y para que quede claro, voy a disfrutar mucho ver cómo eres moldeado al gusto de una mujer que te ponga en tu lugar y te haga rogar por sus caricias ―acentúa cada palabra con tanta convicción que se me eriza la piel. ―Que te quede claro, ¡mi vida nadie la controla, ni mis amigos, ni ninguna mujer que pretenda dársela de diva conmigo! ―sentencia Zack, y luego se va, dejándonos a todos con la boca abierta. —Aquí hay algo y se lo tiene muy bien guardado —bufa Cassandra con una sonrisa divertida en los labios. ¿En qué momento Stuart dejo de ser el tema central de esta reunión?
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