—Ven aquí, gatita. Déjame mostrarte lo natural que eres como sumisa —ordenó Kenzo. Mi cuerpo se movió antes de que las palabras siquiera registraran en mi cabeza. Me acerqué para estar entre las piernas de Kenzo. Mis nalgas presionaron contra su escritorio mientras me situaba frente a él. Las manos de Kenzo cayeron sobre mis muslos y lentamente subieron hasta mis caderas. Me agarró y me levantó para sentarme en el borde de su escritorio. Mis manos se agarraron al escritorio mientras mantenía mis ojos en Kenzo. —Si venir cuando te llamé no fue suficiente, entonces veamos si seguiste mis órdenes anoche —dijo en voz baja. ¿Sus órdenes de anoche? Espera... su semen. Lo olvidé por completo. Otra vez. Kenzo colocó sus manos en mis rodillas y comenzó a subirlas lentamente, haciendo que mi f