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El Secreto del CEO Travieso.

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Opal Evans es una mujer de veintisiete años que vive en la ciudad de Nueva York. Trabaja como secretaria en una compañía de electrónica muy grande. Aunque nunca ha conocido al CEO. Opal recientemente perdió mucho peso después de una mala ruptura. Sus amigos tratan de sacarla de la ciudad después de meses encerrada. Cuando un cretino en el club no la deja en paz, Opal se va. Solo para ser seguida. En un intento de desprenderse de su perseguidor, Opal entra a un edificio etiquetado como 'Tienda de mascotas'. ¿Quién hubiera pensado que una tienda de mascotas estaría abierta a esta hora? Mientras está allí, Opal se encuentra en una situación muy incómoda. ¡Esto no es una tienda de mascotas en absoluto! Es una escuela de sexo. Un lugar donde los Dominantes traen a sus Sumisos para ser entrenados. ¿En qué se ha metido Opal? Opal intenta salir, abandonar este lugar. Solo para terminar en las garras de un hombre asiático de aura oscura y sexy. Sin embargo, Opal no parece asustada por él en absoluto, pero él se siente atraído por ella. Afortunadamente, él puede ayudar a Opal a salir del edificio de manera segura. Al día siguiente en el trabajo, la vida de Opal cambia por completo. Resulta que este hombre misterioso sabe más de ella de lo que ella pensaba. ¿Qué va a hacer con su nueva mascota? ¿Quién es exactamente este tipo? ¿Y Opal puede proteger su corazón de él? ¿O sucumbirá a sus deseos internos?

Autor original: Kj

Link: https://www.dreame.com/story/3420805632-naughty-ceo-s-secret

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Capítulo 1: Un poco sobre Opal
Hola, soy Opal Evans. Soy una mujer de veintisiete años que vive completamente sola. Tengo un apartamento en la ciudad de Nueva York. No es nada lujoso, pero es lo suficientemente bueno para mí. Además, es todo lo que puedo permitirme en esta ciudad tan cara. Trabajo como secretaria para la empresa Suzuki Industries. Es una empresa de electrónica. Trabajo en la sede principal, donde los jefes importantes presentan las novedades. Soy secretaria de un amable anciano en el departamento de contabilidad. Mi jefe se llama Ted. Es el hombre más amable y el único que apostó por alguien tan joven como yo. Trabajo para él desde hace cuatro años. Nunca se comporta de forma inapropiada conmigo y siempre es comprensivo. Es muy agradable. Aunque, este último año y medio ha sido un infierno. Hace unos tres años conseguí este apartamento con mi novio. Nos mudamos juntos para empezar a construir nuestras vidas juntos. Solo para que él me engañara al final. Maldito. El estúpido imbécil es un abogado de alta clase. Me engañó con su maldita secretaria. La ironía. Después de nuestra ruptura, las cosas en mi vida realmente se vinieron abajo. Tenía problemas para concentrarme en el trabajo. Hice enfadar a Ted por primera vez en su vida. Estaba realmente arruinándolo y estaba muy decepcionada de mí misma. Estaba atrapada en una rutina. Al principio, solo comía helado y lloraba. Las típicas cosas cliché que hacen las chicas cuando pasan por una ruptura. Quiero decir, ¿cómo puedes tirar por la borda una relación de tres años como si nada? Después de unos meses y de un apoyo muy necesario de mis mejores amigos... Las cosas dieron un cambio para mí. Un cambio realmente bueno. Finalmente, me di cuenta de que estaba llorando por nada. Las relaciones terminan. No puedo dejar que eso controle mi vida. Todavía necesito vivir, seguir adelante. Así que eso hice. Comencé a ir al gimnasio. A comer mejor. Y a concentrarme más en mi trabajo. Sinceramente, me volqué en el trabajo para distraerme. Incluso comencé un pequeño negocio de hacer y vender velas. No vendo lo suficiente como para abrir un negocio ni nada, pero es un buen pasatiempo que me da algunos dólares extra. En poco tiempo, volví a sonreír. A mis clientes les encantan mis velas y cuando no les gustan, tomo sus comentarios de forma constructiva. Ted estaba muy satisfecho conmigo y mucho menos preocupado por mi estado mental. Gracias a Dios. Estaba empezando a ser un poco embarazoso. A veces, cuando lo pienso ahora, todavía me da vergüenza. No puedo creer que dejé que un idiota tuviera tanto control sobre mis emociones. Obviamente él no se preocupaba, ¿por qué debería hacerlo yo? O, al menos eso es lo que decían mis amigos. Aunque a veces todavía me pongo triste. No creo que lo extrañe a él, o que esté triste por él. Solo creo que tal vez me siento un poco sola. Pero está bien. Ahora me va mucho mejor. Incluso fui y me conseguí un gatito. Fui a un refugio de animales local y adopté un gato n***o que nadie más quería. La señora que trabajaba allí dijo algo sobre cómo los gatos negros nunca son adoptados por superstición. Ridículo. Si algo, el pequeño Cobweb no ha hecho más que traerme suerte. Debo admitir que Cobweb me hace sentir menos sola. Al menos no tengo que volver a casa a la nada. No importa cómo haya ido mi día, puedo volver a casa y cenar con mi pequeño amigo. Otra cosa muy buena, perdí un montón de peso. Pasé de pesar doscientas cincuenta libras a un saludable ciento sesenta libras. Fue muy difícil, pero no tenía nada mejor que hacer con mi tiempo que ir al gimnasio. Nunca antes había estado tan delgada en mi vida. Nunca pensé que necesitaba bajar de peso, a pesar de que mi familia me lo decía. Todavía es un poco surrealista. A veces me miro en el espejo y tengo que hacer una doble toma. Para mí, parezco una persona completamente diferente. Mi cabello rubio fresa ha crecido mucho. Cuelga en ondas hasta mi trasero. Esta es la longitud máxima que lo he tenido. Debido a que he estado comiendo más sano, mi piel tiene un color pálido y radiante. Incluso mis ojos azules claros parecen más brillantes. Además, nunca me había dado cuenta de lo largas que son mis piernas hasta que perdí todo ese peso. Ha sido una experiencia increíble, este último año y medio. Sinceramente, no lo cambiaría por nada. Puede que haya pasado por una ruptura dolorosa, tal vez todavía esté un poco sola, pero ahora mi vida está abierta a cualquier opción que se presente. —Opal. Volteé la cabeza para ver a Ted asomándose por la puerta de su oficina. Casi son las ocho de la noche. Solo estoy aquí porque Ted sigue aquí. Su esposa me hizo prometer que cuidaría de él. Algo sobre que si no va a llegar a casa a una hora decente, ella igual quisiera que alguien lo cuidara. —¿Sí, Ted? —le pregunté. —¿Por qué sigues aquí, chiquilla? No puedes tener más trabajo —dijo Ted. Tiene razón, pero... —Si tienes trabajo, tu secretaria también lo tiene —le dije con una brillante sonrisa. Ted se rio y negó con la cabeza. —Dame cinco minutos más, luego nos vamos juntos —dijo. Asentí con la cabeza a Ted y él cerró la puerta para regresar a su escritorio. Sacudí la cabeza mientras levantaba el teléfono para llamar a su esposa. A ella le gusta saber cuando su esposo regresa a casa después de las nueve. *** —¡De acuerdo, chica! ¿Lista? —preguntó Ted. Miré mi reloj para ver la hora, nueve con treinta y dos de la tarde. Menos mal que llamé a la esposa de Ted por él. —Sí, déjame agarrar mi bolso —dije. Agarré mi bolso, apagué mi computadora y me uní a Ted en los ascensores. Cuando se abrieron, entramos y Ted presionó el botón para el piso de abajo. Luego suspiró mientras se frotaba la nariz. —Necesito llamar a Emily. Va a estar furiosa conmigo —dijo. Puse mi mano sobre la suya mientras sacaba su teléfono. —La llamé cuando me dijiste que faltaban cinco minutos. No está muy enojada contigo. Le dije que volvías a casa con flores y chocolates. Están esperando abajo en el vestíbulo para ti —le dije. Ted me dio una gran sonrisa. —¿Qué haría yo sin ti, Opal? —preguntó. Encogí los hombros. —Probablemente encontrarías a alguien mejor preparado para el trabajo —bromeé. Las puertas del ascensor sonaron mientras Ted se reía. —Eres más que apta para este trabajo —dijo. —¿Oh, sí? Entonces, ¿por qué todas las demás secretarias me odian tanto? —pregunté riendo. —¿Todavía te están molestando? —preguntó Ted. Nos detuvimos en la recepción donde el guardia de seguridad David nos esperaba. —Hola Opal, tengo tu pedido aquí —dijo David. —Gracias, D. Son para la esposa del Sr. Mackley —dije mientras señalaba al hombre a mi lado. —Chica afortunada —dijo David mientras le entregaba las flores y los chocolates a Ted. —Más bien yo soy afortunado de tener una secretaria tan atenta —murmuró Ted. David y yo compartimos una mirada divertida mientras trataba de no reír. —Sí, bueno, Opal es un paquete perfecto por sí misma. Bonita y amable —dijo David. Me sonrojé mientras desviaba la mirada. Incluso antes de perder tanto peso, David siempre fue amable conmigo de esta manera. Sinceramente, no sé cómo tomármelo. David es un chico muy guapo. Piel de chocolate oscuro, dientes perfectos y rectos, y está construido como un maldito guardaespaldas. Aun así, simplemente... no puedo convencerme de salir con él. No es que me haya pedido. —Mhm, eso es cierto, David —estuvo de acuerdo Ted—. No puedo creer que aún no esté casada —se rio. Le hice un gesto de desaprobación. —De acuerdo, vamos. Necesito encontrar un taxi —dije mientras me dirigía a la salida —Buenas noches, David. —Buenas noches, cariño —dijo David respondiendo. Una vez que Ted y yo estábamos afuera, esperé con él a que su coche llegara. —Deberías invitar a ese chico tan guapo a salir —dijo Ted. Le giré la cabeza hacia él. —No hay manera —dije. —¿Por qué no? Obviamente está enamorado de ti —dijo Ted. Sacudí la cabeza. —Increíble —murmuré. —¿Ya estás saliendo con alguien más? —preguntó Ted. Me reí mientras lo miraba. Creo que es trabajo de Emily interrogarme sobre mi vida amorosa, señor —le dije. Ted se rio de mí justo cuando su coche llegó. —Nos vemos el lunes, Ted. Dile hola a Emily de mi parte —dije mientras me volteaba para caminar hacia la calle. —Espera, Opal —llamó Ted. Me volví para enfrentarlo. —Deja que mi chofer te lleve a casa —dijo. Negué con la cabeza. —No, Emily se molestará si llegas más tarde —dije. —Insisto, y sabes que mi esposa también lo haría —dijo Ted. Mordí mi labio inferior mientras pensaba en qué hacer. Suspirando, decidí aceptar su oferta. Sería mucho más fácil que buscar un taxi y pagar por ello. —Gracias, Ted. *** Diez minutos después, me dejaron en mi apartamento. Ted llamó a Emily para decirle que me estaban llevando a casa, a lo que ella lo regañó por no hacer que su chofer me llevara a casa todos los días y me recogiera. Subí las escaleras del complejo hasta el tercer piso. Juguetee con mis llaves y abrí mi puerta. La cerré de un golpe detrás de mí, me quité los tacones y dejé mi bolso en el sofá. Luego fui a la cocina. En el momento en que encendí la luz, algo peludo comenzó a frotarse contra mis piernas. —Hola Cobweb, lamento haber estado fuera tanto tiempo hoy —le dije a mi gato. Cobweb solo maulló y ronroneó mientras seguía frotándose contra mis piernas. Me reí de él mientras me agachaba para levantarlo. Otra cosa que me encanta de Cobweb es que le encanta acurrucarse. —¿Qué tal si me cambio y vemos películas juntos? ¿Mhm? ¿Suena bien? —le hablé dulcemente a mi gato. Cobweb se frotó contra mí mientras nos dirigíamos a mi habitación. Lo puse en mi cama y se estiró. Me reí de él. —Eres un gatito tan tonto. Nunca había visto a un gatito estirarse así —le dije mientras le acariciaba detrás de las orejas. Desabroché mi falda lápiz mientras caminaba hacia mi armario. La dejé caer por mi cuerpo y la pateé hacia un rincón de mi habitación. Luego desabroché mi blusa y la tiré a un lado también. Me miré en el espejo solo con mis bragas y el sostén azules a juego. Todavía es extraño ver cuánto he cambiado. Me veo muy bien. Mejor de lo que nunca he estado antes. Tal vez no sería tan malo volver ahí afuera. ¿Es el momento? ¿Estoy lista? Me volví hacia mi gato n***o, que está sentado en mi cama mirándome. —¿Qué crees, Cobweb? ¿Crees que estoy lista para volver a salir? ¿Crees que puedo proteger mi corazón lo suficiente esta vez? —le pregunté. Cobweb solo me miró parpadeando. No entiende una palabra de lo que estoy diciendo. Aun así, es un mejor oyente que cualquiera de mis ex. —Bueno, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que he tenido sexo. Quizás sea hora —dije. —Miau —fue su única respuesta. Me reí de mi gato. Luego me cambié a unos pijamas. Regresé a mi cama, encendí la televisión y me acurruqué para la noche. No puedo creer que así esté pasando mi noche de viernes.

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