—Guau... No esperaba esto cuando exigiste que viniera temprano al trabajo. Volteé la cabeza para ver a Beck entrar y cerrar la puerta. Sus profundos ojos marrones se quedaron fijos en mis ojos azules mientras cerraba la puerta. Un escalofrío de emoción sacudió mi cuerpo. Tampoco ayuda que Kenzo siga estimulando mi clítoris. Beck entró al despacho caminando despreocupadamente. Kenzo se apartó de mí. Retiró sus dedos de mí. Gemí mientras volvía a mirarlo. Justo a tiempo para verlo lamerse los dedos. —Oh, no te detengas por mí —dijo Beck. —Sí, no te detengas —gemí. Mi rostro se ruborizó. Oh, hombre, ¿realmente acabo de decir eso? Como si no me importara en absoluto que Beck me vea excitarme. Kenzo se rio. —Llamé a Beck temprano por una razón, Opal —me dijo. Me animé ante eso. Tal vez