Benjamín.
Con la mirada de todo el pueblo en mi voy por Catriel, Tahiel me mira furioso porque queria una sirvienta, la pedía solo para eso, y su mujer me mira de la misma manera porque se ve que queria lo mismo, librarse de las tareas diarias y de sus hijos. Me paro fuera de su tienda esperando a que su mamá me la entregue porque su padre no puede ni sentarse solo, cuando sale quedo sorprendido, no es la Catriel que conozco, tiene un vestido con las telas que le traje, su cara despejada con una trenza larga y flores por todo su pelo, se ve muy diferente y aun mas joven de lo que es.
—¿Catriel, aceptas irte con Benjamín a cumplir el rol de segunda esposa?.
—Si, acepto irme con él.
—Benjamín, puedes llevarla, cuídala aun cuando no es la principal, otórgale todas las comodidades que sean necesarias.
—Asi va a ser. —estiro la mano agarrando la suya, fría y temblorosa—. Ven conmigo Catriel.
—Si, me voy contigo. —de la mano la llevo a mi tienda en donde Yankiray está esperando, nos paramos delante de ella que nos sonríe, que Yan la quiera y respete quiere decir que Catriel es un excelente muchacha.
—Mañana será inspeccionada, ¿sabes el castigo que impongo Benjamín?.
—Si Yankiray. —se acerca hablándome al oído.
—Con calma Benjamín, te entrego a un joven pura.
—Lo sé. —va con ella diciéndole algo y Catriel asiente.
—Pueden pasar, a penas salga el sol venimos. —Welim no está, me obedeció y se fue donde su hermana a quedar, si fuera por mi la echo de mi tienda de una vez por todas, pero me dio dos hijos, no puedo hacer eso. La llevo a Catriel a su nuevo lugar sin decir nada, solo quedamos parados mirándonos, ella con terror en sus ojos.
—¿Tienes idea de lo que va a pasar?.
—Si, mi madre me explicó.
—Bien, sácate la ropa. —asintiendo se desprende las correas del vestido que le hicieron por los hombros, la tela cae al suelo quedando totalmente desnuda, es delgada, tiene unos pechos pequeños y bien redondos, una joven con un cuerpo bellísimo, caderas que me dicen que va a poder con los partos—. No voy a lastimarte Catriel.
—Lo sé. —me saco la ropa sorprendido porque reacciono de inmediato con ella, siento el deseo en su plenitud.
—Ven, vamos a la cama. —la guio de la cintura al medio del lecho con mis manos calientes de deseo, y me acomodo a su lado, muevo la mano hacia su vientre suave y pequeño, deseoso de verlo hinchado con mi hijo, lentamente subo la mano llegando a sus pechos.
—Mmm. —tiene los ojos cerrados y los labios apretados, sin dejar de verla aprieto su pezón derecho viendo como abre la boca.
—Catriel, tócame.
—¿Cómo lo hago?.
—Yo te guío. —me arrodillo en la cama y ella me imita apretando las piernas con fuerza—. Dame tu mano. —mirándola a la cara llevo su mano a mi pene, sigue el recorrido con los ojos enormes—. Envuélvelo.
—Si. —aprieto los dientes asi no la asusto de lo excitado que me tiene, es pura, no sabe lo que es tener un hombre excitado delante—. ¿Qué mas hago?.
—Mueve la mano.
La voy guiando asi va aprendiendo lo que me gusta, tiene que hacerlo así como yo voy a ir aprendiendo lo que le gusta, que nos casemos sin una pizca de amor no quiere decir que vamos a pasarla mal en la cama, es un matrimonio por conveniencia, por su parte como dijo, su edad ya es avanzada para un matrimonio en el cual sea la principal, necesita protección y alimentos, su padre no puede proporcionarselo y ella se convierte en un blanco facil para que los hombres abusen de ella, y por mi parte es que quiero mas hijos, tengo treinta y siete estaciones de verano y Catriel no me repugna como lo hace Welim, es más, me excita, hace unos días cuando me dijo de que la acepte como esposa le dije la verdad, no me parece nada atractiva, pero si tendría intimidad sin problema, tal como estamos ahora, aunque ahora es la primera vez que la veo mas bella de lo que nunca la vi, o tal vez me obligo a verla diferente asi no me arrepiento de lo que hice. Lentamente la recuesto en el lecho que de ahora en mas vamos a compartir solo cuando tengamos intimidad, soy un hombre muy mujeriego y lo reconozco, siempre dije que las mujeres son mi debilidad, y muy pocas veces beso en la boca ni menos en las intimidades, pero con Catriel es diferente y va a ser diferente, soy el primer hombre de ella por eso mas que nada la elegí como la madre de mis futuros hijos, porque a pesar de ser mujeriego no voy a tolerar haberla visto con otros hombres, soy un descarado completamente, y Catriel es la única después de Anya que jamás la vi tonteando con los hombres, pero Yerimen me ganó la mano ahí, aunque lo felicito.
Con mucho cuidado entro en su interior, la miro en todo momento a la cara viendo sus reacciones, para saber si parar o seguir, Welim fue la primer mujer en mi vida, mi primera cagada como le digo, y no tuve nada de cuidado con ella, pero con Catriel es diferente, tengo experiencia, sé cuando parar y cuando no, sé contenerme y puedo darle un buen momento, pero cuando pueda, porque está vez no debe ni tiene que durar mucho.
—¿Estas bien?.
—Si. —me cargo en mi codos viendo sus lágrimas correr, le doy un beso mientras le seco la cara.
—Respira hondo así salgo de tu interior. —salgo de su interior arrodillándome, estiro la manta tapándola—. Voy por comida y agua, ya vengo.
—Esta bien. —totalmente desnudo voy a la cocina a buscar los alimentos que dejé preparados para darle, agarro la bandeja y el agua, cuando llego a su espacio la veo sentada, con las rodillas al pecho y se ve muy apetecible.
—Aca traje todo, debemos comer.
—La verdad que me dio mucha hambre.
—¿Estas muy adolorida?.
—Un poco. —le doy un vaso con agua—. Sabe Benjamin, me gustaría saber que debo hacer y como vamos a acomodarnos con Welim.
—Debes ayudar en la tienda y la cocina como venias haciendo. —corto carne poniéndola en pan así come—. Ya no vas a hacer trabajos como ir a limpiar a los corrales ni nada de eso, solo te vas a encargar de la comida y el lavado de la ropa, después no vamos a compartir lecho a diario. —muerde el pan asintiendo—. Puede que pase mas tiempo contigo hasta que te embarace, pero también debo pasar tiempo con Welim.
—Entiendo, ¿de verdad quiere un hijo?.
—Si, por eso te elegí, me gusta como eres, considero que vas a ser una gran madre para mis hijos.
—Voy a hacer lo mejor que pueda.
—Yo voy a darte todo Catriel, solo obedéceme y todo va a ir bien. —la miro sorprendido porque deja el pan casi intacto en la fuente, comió muy poco—. Come mas.
—Ya me llené, la verdad que no puedo mas.
—Bien, vamos a dejar la bandeja aca porque nos va a volver a dar hambre. —muevo todo dejando la cama libre y me vuelvo a inclinar sobre ella besándola—. No voy a dejarte esta noche.
—No me deje por favor. —la beso con mas dureza subiéndome arriba, le separo las piernas no dando mas—. Mmmjjj, oh Benjamín, me duele.
—Ya pasa, me quedo quieto hasta que pase.
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En la mañana me despierto muy sorprendido, la estoy abrazando desde atrás, me alejo de inmediato sentándome, debo ir a hacer la carne y despertarla así se prepara para recibir a Yankiray y las ancianas que vienen a controlarla.
—Catriel, despierta. —esta hecha una bolita durmiendo—. Catriel, despierta, ya vienen las mujeres a controlarte.
—Mmmjj, si, ya voy. —me pongo la ropa negando donde sigue dormida, no la despertaría pero hay que cambiar las mantas.
—Catriel vamos, debes levantarte.
—Si. —se sienta gimiendo, cuando reacciona que está desnuda se tapa—. Ya preparo la cama.
—Si, no está decente el lugar, —señalo hacia afuera—. Voy a cocinar la carne, cuando este vengo por ti.
—Si, lo espero. —salgo viendo a las mujeres venir a verla, las espero asi les doy permiso de pasar.
—¿Podemos pasar a verla?.
—Si, eejj, ¿Yankiray, puedo hablar contigo un poco?.
—Si. —nos alejamos así le digo mi incomodidad—. ¿Qué sucede?.
—Emm, quiero informar que... Bueno, tomé varias veces en la noche a Catriel, la verdad que ahora entiendo que no debí hacerlo, pero las cosas se fueron... Solo queria avisar por si hay algo mal.
—¿Ella quiso?.
—Obvio que si, no soy un abusador Yankiray.
—Tranquilo hombre, ya vamos a verla y todo bien, ve a cocinar así le damos un buen momento ya que no tuvo cortejo ni caravana, y si que siento de esos sentimientos de no tener lo que toda mujer respetable tiene.
—Si. —la miro a los ojos porque lo que dice ahora lo entiendo—. Voy a hacer la comida, las espero.
—Bien, yo te la llevo. —voy hacia la tienda de mi hermana, ella ofreció cocinar en su espacio, en realidad vivo en el borde alejado del pueblo, y como mi cuñado y amigo es un guerrero tiene su parte alejada tambien, privilegios que gustan—. Ya vine.
—Crei que ibas a quedarte todo el día en el lecho con Catriel.
—Casi que me quedo. —comienzo a hacer el fuego en silencio, solo vamos a comer la familia.
—Papá.
—Hola hijo. —nos damos la mano con mi hijo Yemai, dieciocho estaciones tiene y ya con esposa—. ¿Tu hermana vino?.
—Si, le dije que debía venir. —se sienta a mi lado viendo como Yutiel pone la carne en las varillas—. ¿Cómo fue la noche?.
—Bien, ahora quedó con Yan y las ancianas.
—¿Papá, porqué otra esposa?.
—Porque quiero mas hijos, —no puedo decirle que aborrezco a su madre y que casi ni la toco—. Tu madre no se pudo embarazar nunca más y quiero más hijos.
—Aunque Catriel es horrorosa es una mujer que no tiene ninguna habladuría.
—Por eso mismo la elegí, porque por bella no fue, solo es para un beneficio y bueno, tengo que bancarme las consecuencias de tener hijos con una mujer sin problemas ni habladurías entre los hombres.
—Hay que tener estómago papá, que coraje.
—Es lo que hay, debes en cuando hay que hacer sacrificios para tener beneficios. —mi amigo me señala hacia atrás con las cejas y la veo parada detrás mío con lágrimas es los ojos, me paro sin saber que decir—. Catriel. —mueve la boca y al final señala la tienda de mi hermana.
—Voy a ver si necesitan de mi ayuda. —se va en silencio.
—Mierda, ¿Por qué no avisas antes?.
—No la vi, estaba de espaldas a ustedes.
Pasamos el día sin dirigirnos ni una palabra, esta triste, callada, como que su cuerpo esta presente pero su espíritu lejos, esto fue una gran lección para mi, jamás hablar de ella tan libremente, el tema es que a mi cuñado siempre le conté todo, y con mi hijo no hay secretos, es un hombre y hacemos cosas de hombres, es así de sencillo.
A la puesta del sol volvemos a la tienda en silencio, vamos a su lugar en donde me desnudo y me acuesto, ella hace lo mismo poniéndose a mi lado toda rígida, la miro en silencio hasta que me subo arriba y vuelvo a tomarla una vez mas, en silencio, sin gemidos, sin nada que decir, solo haciendo lo que hay que hacer.
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Comenzamos con esa nueva aventura, espero les guste...
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