Benjamín.
Unas semanas atrás.
—Mawunko. —lo saludo de la mano entrando a su tienda—. Mi hijo me dijo que me buscabas.
—Si, siéntate amigo.
—Hola Benjamín, ¿Cómo está Catriel?.
—Bien, la verdad que ha mejorado bastante, gracias a los dioses y tu atención con ella. —me convida un té bien caliente.
—Voy a estar pendiente a ella, es demasiado pequeña y tu grande, ese niño va a ser grande.
—No digas eso que me asusta, tengo miedo que no soporte el parto, mi mayor temor cada día al despertar.
—Va a ir todo bien, la cuido con todo mi tiempo y sabiduría,
—Muchas gracias por las molestias, por ir a verla seguido. —se sienta del otro lado de Mawunko recibiendo a su hijo en brazos—. Mawunko, cuéntame qué sucede.
—Bueno, llegó un mensajero, cuando el tiempo mejore nos solicitan a la reunión
