Capitulo 8

1052 Words
Salomón reía al verme molesto; luego observó el lugar, el palacio y preguntó: "¿Dónde estamos? ¿De quién es ese palacio? Alguien muy presumido debe vivir allí, es un palacio enorme". Yo resoplé y dije: "El palacio parece estar abandonado; esos malditos me la pagarán". Empecé a caminar mientras decía: "Es mi palacio. Lucifer sabía que aquí tengo todo para crear la fórmula; parece que está abandonado". Salomón sonrió y dijo: "Qué pregunta estúpida hice. ¿Quién es más presumido que este ídiota?". Yo sonreía mientras caminaba hacia una entrada secreta del palacio; no quería que nadie supiera de mi regreso, más que Luna, y no sabía quién habitaba el palacio. Al entrar, llegué a mi habitación; Salomón me siguió. Aunque por fuera el palacio estaba abandonado, con los jardines hechos un desastre y la hierba alta, por dentro todo brillaba como recién lustrado. Se notaba que Luna estaba aburrida y se pasaba los días limpiando. Al entrar, no la escuché ni la sentí por ningún lado; parecía que ella se había ido a algún lado. Esto me parecía raro, ya que era de madrugada y era pleno invierno. Al entrar a mi habitación, dije: "Salomón, deja de seguirme. Voy a ducharme; busca algo de mi ropa. Si esa vieja estuvo aquí, mi ropa debe estar planchada y guardada. Luego busca una habitación y ve a ducharte". Él se molestó al oírme y dijo: "Niño sin alma, tu ropa me quedará enorme. ¿Y qué es ducharse?". Yo resoplé, busqué algo de ropa cómoda y se la pasé. Luego lo llevé al baño y le enseñé a usarlo. Cinco minutos después, él aprendió y lo llevé a la habitación que fue de Edward. Él no era bajo, pero tenía casi la misma contextura física que Salomón. Allí, Salomón se bañó y buscó algo más acorde a su cuerpo; todo le quedaba largo, pero no tanto como mi ropa. Yo medía 1.81 metros, pero el volumen de mi cuerpo era mucho más grande que el de Edward, Vlad y Salomón. Luego fui a ducharme; pasé una hora en la ducha mientras pensaba. Después salí de la ducha y me vestí. Cuando salí de la habitación, Salomón estaba en la sala; él había recorrido todas las habitaciones y se había puesto una de las gabardinas de Vlad y uno de sus sombreros. Al verlo, dije: "Con la ropa adecuada, te quedará bien ese tapado. Ese sombrero pertenece a un amigo muy loco; aún extraño sus tonterías". Salomón sonrió y dijo: "Él sí sabe de moda". Yo sonreí al oírlo. Luego volvió a decir: "Niño sin alma, tengo hambre. Salgamos a cazar algo". Yo sonreí y dije: "Salomón, mi nombre es Paúl; sin embargo, en batalla, cuando lleve mi pasamontañas puesto, debes decirme Estigma". Salomón resopló y dijo: "Paúl, tienes muchos nombres. Sin embargo, dime, ¿qué es un pasamontañas?". Yo reía al oírlo; debía enseñarle todo sobre el mundo moderno, pero yo también debería ver qué pasó este tiempo y acostumbrarme. Tendría que renovar toda mi tecnología, ya que también la que conocí era obsoleta. Luego de oírlo, dije: "Iré a la cocina por comida; luego te mostraré el desastre que hizo la humanidad en todo el mundo". Él se asombró y dijo: "¿Acaso en esta época la comida se suicida? ¿Cómo podrías ir a buscarla a una sala?". Yo sonreí y dije: "Mejor quédate sentado y no toques nada hasta que regrese". Él asintió y me fui a la cocina; sabía que Luna vivía aquí, así que ella tendría lista comida para calentar por si yo regresaba. Ya saben, ella estaba algo loca y obsesionada con darme de comer. Unos minutos después volví con comida para los dos; yo traía mucha comida con carnes de todo tipo. Sin embargo, al llegar, Salomón estaba sentado mirando una pared; él parecía muy asustado y un aroma a carne cocinada se sentía en el aire. Así que pregunté: "¿Qué tocaste?" Él me miró y dijo: "Esa cosa de allí es muy peligrosa, pensé que era una serpiente y quise matarla con esa daga, pero sentí como si una centella hubiera golpeado mi cuerpo y salí volando carbonizandome". Yo empecé a reír a carcajadas al oírlo. Luna no usaba mucho la tecnología, así que tenía una pequeña radio para escuchar sus canciones favoritas. Aunque el palacio se manejaba con la energía de ondas, aún había electricidad en algunas partes para que Luna conectara su radio. Al ver el cable de la vieja radio, Salomón quiso cortarlo con un cuchillo metálico y, al hacerlo, fue electrocutado. Luego de comer, busqué un portátil viejo; este funcionaba aún, pero era casi obsoleto. Sin embargo, aún se podía ver y leer. Salomón era un tipo muy listo, pero no muy inteligente, así que dije: "Iré por mis fórmulas; aprenderás más rápido después de que te las inyectes. Te daré tres fórmulas hoy y luego crearé la nueva". Él se sorprendió y dijo: "¿Por qué tantas fórmulas? Solo crea la última". Yo resoplé y dije: "Tú necesitas las dos fórmulas anteriores; tu cuerpo sigue siendo humano y explotarás a cada minuto si te doy la última solamente. También tendré que hacer más para ese idiota". Salomón se quedó pensando y dijo: "Dijiste que serían dos más, pero mencionaste que me darías tres". Yo resoplé y respondí: "Salomón, sin contar tus cicatrices en el rostro, pareces un hombre de 40 años muy maltratado. Una de esas fórmulas quitará tus cicatrices y te quitará al menos 5 o 6 años de la piel". Él sonrió y dijo: "Vamos por esas fórmulas de una vez". Yo sonreí y me fui rápido a mi habitación secreta; él volvió a quedar solo en la sala. Al entrar y buscar mis inyecciones en un lugar secreto que ni Aixa conocía, pude ver que faltaba la última inyección de la nueva fórmula que me quedaba, después de asesinar a Samael. Mis raciones siempre eran de tres; usaba una y dejaba tres de ellas para una sobredosis. Al buscar en el compartimiento secreto, noté que en este faltaba la última de mis fórmulas. Mientras resoplaba, encontré una nota que decía: "Papá, si volviste y buscas la inyección mata ángeles, la usé en mí. Gracias por mi regalo de cumpleaños número 18".
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