El rostro de Emma ardía por el impacto de las innumerables bofetadas, pero en sus ojos destellaba la ira, las lágrimas se acumulaban en sus ojos, no de dolor sino de impotencia por haber sido doblegada por alguien a quien ella siempre sometía a sus burlas y acoso. Por primera vez Melissa no se había dejado absorber por sus insultos y malos tratos. Temblorosa y maltratada profirió algunas maldiciones: —No te permitiré salir victoriosa esta noche, miserable. —Salió de la terraza dispuesta encontrarse con su víctima, estaba confundida y angustiada de pensar que su prometido y su enemiga estaban disfrutando algún momento más íntimo, la fama de su prometido sentenciaba de ser un picaflor. Pasando por una de las habitaciones escucho unos leves ruidos de unos tacones golpeando de forma animo