Luego de llegar a su casa, lo primero que hizo fue darse una ducha para asear su cuerpo. Tenía una sonrisa enorme en su rostro. Reconciliarse de esa forma tan drástica había sido mágico. Se había dejado llevar por sus emociones y había accedido a la propuesta de Michael. Quién se había disfrutado el momento y no había perdido la oportunidad de seducirla. Se preparó un plato de fruta con cereal y se sentó frente al televisor. Cerró los ojos y suspiro. Se sentía maravillosamente bien, el teléfono de la casa empezó a sonar y se extrañó. Rara vez llamaban, de seguro era de alguna aseguradora ofreciendo algún producto. Sin embargo, estaba de muy buen humor y atendería. —¡Aló! —¡Hola hija! —De inmediato ella reconoció esa voz, era el abuelo Joseph. —¡Abuelo! ¿Cómo estás? Ha pasado tanto ti