Michael la tomó de las manos con ternura mirándola profundamente a los ojos: —No permitas que las sombras de otras personas empañen tu luz, —le dijo con sinceridad—. Eres única, radiante como el sol en un cielo despejado. Tampoco te compares con nadie, porque en mi mundo eres la única constelación que ilumina mi universo. No dejes que las apariencias te hagan sentir agobiada. Eres hermosa, fuerte y valiosa, mereces brillar sin miedo. Sus palabras eran un bálsamo para su corazón y ella sintió que, con él a su lado, podía enfrentar cualquier desafío con confianza. Sus ojos se encontraron en un silencio cómplice. Él con la sinceridad pintada en su rostro le confeso palabras que desarmaron todas las barreras que ella había construido alrededor de su corazón. —No es solo una fiesta, es un