Marie recibió la respuesta a la pregunta que hizo a su abogado y cortó la llamada, entrado por la puerta principal del edificio y pasando a un lado de la recepción desde donde la empleada a cargo le llamó. —Discúlpeme, señora —dijo la joven mujer a quien Marie se detuvo a prestar atención—. Le han dejado esto aquí hoy —agregó la rubia, rodando la mirada hacia un gran ramo de rosas rojas y un peluche que estaban sobre la mesa a un lado del ordenador con el que trabajaba la recepcionista—. Me han encargado entregárselo en cuanto la viera. Marie caminó pasitos hacia la alargada mesa en forma de U tras la que estaba la recepcionista amable y atenta. —¿Estás segura que es a mí a quien dejaron esto aquí? —preguntó Marie escéptica, arrugando el entrecejo un poco antes de enarcar u