Lisa no vio a Takashi por algunos días luego de eso. Podría haber dicho que era porque el hospital la mantenía realmente ocupada, pero sólo habría sido parcialmente cierto.
La otra razón era que le estaba evadiendo.
Sus palabras luego de su combate le habían cortado demasiado profundo; eran demasiado cercanas a lo que su traicionero ser interno había estado pensando desde un tiempo atrás. Sabía que verlo de nuevo tan pronto le haría más difícil callar a su inner, así que se alejó de sus escondites favoritos e iba directamente al trabajo y de regreso sin desvío alguno. Sólo necesitaba tiempo para recordarse por qué la vida que había escogido era su mejor opción…
Por supuesto, no podría evadirlo por siempre.
Era temprano por la tarde, tres días luego de su combate, cuando recibió un golpe en su puerta. Ella bajó su cuchillo, se limpió las manos en su delantal y fue a abrir. Del otro lado estaba de pie un sonriente Takashi y una enfurruñada Sarah.
—¿Creo que esto es tuyo? — preguntó, empujando con cuidado a Sarah hacia la puerta. Ella sólo plantó los pies, bufó y sacudió la cabeza lejos de él.
Los ojos de Takashi se arrugaron un poquito más, luego se abrieron, su rostro (lo visible) volviéndose completamente serio mientras regresaba su atención a Lisa.
Cuando él no dijo nada, ella alzó una ceja hacia él expectante y con un impaciente:
—¿Sí?
Él frunció el ceño, tomando otro minuto para crear suspenso. Ella puso los ojos en blanco. Finalmente, él habló con gravedad.
—Entonces ahí estaba, metiéndome en mis propios asuntos, tomando la siesta inofensivamente en un árbol…
—Holgazán…—Lisa tosió en voz baja. El mohín en la cara de Sarah se rompió ligeramente en una sonrisa, pero rápidamente volvió a componerlo.
Por su parte, Takashi pretendió no escuchar y continuó con su historia. —… tomando la siesta inofensivamente en un árbol cuando me vi gravemente asaltado por nada menos que tu preciosa hija y sus compañeros de equipo. —Él se detuvo para lograr un efecto dramático, entonces se inclinó hacia adelante, bajó la voz, y reveló la peor parte: —Parecía que estaban decididos a ver lo que hay debajo de mi máscara.
Un gruñido de frustración vino de la chica de cabello n***o y corto.
—¡Pero es otra máscara, mamá! —Sarah interrumpió en voz alta, una buena cantidad de decepción en su voz.
Mirando a la cara indignada de su hija y sus puños apretados, Lisa casi se echa a reír, recordando el día en que ella, Emiliano y Mark estuvieron decepcionados por encontrar la misma cosa. Mientras conseguía apaciguar su risa, miró a Takashi y se dio cuenta de que él mismo estaba luchando por mantener su rostro compuesto. Sus ojos se encontraron brevemente, bailando con alegría, antes de volver su atención a su atacante, quien había estado gruñendo todo el tiempo en que los adultos intentaban contenerse.
—Como sea, fue la idea del tonto de Rutbo. —Sarah finalizó con un desafiante ceño.
Confiada finalmente de que ella no comenzaría a reírse en el minuto en que hablara, Lisa miró severamente a su hija.
—No importa de quién fue la idea, Sarah, no deberías atacar ancianos… —Sintió que Takashi le veía fijamente. —… que duermen en los árboles. Especialmente si son lideres retirados.
—Sí, mamá. —Sarah murmuró.
—Ahora ve a lavarte para cenar. La comida estará lista pronto.
Sarah obedientemente fue adentro, pero no sin mirar de mala forma a Takashi. Él sólo le dio su típica sonrisa.
—Eres imposible. —Lisa murmuró cuando su hija estaba lejos como para escucharla.
—Lo sé. —Replicó alegremente. —Es una de mis mejores cualidades.
—Si esa es una de tus mejores cualidades, no es sorpresa el por qué es tan molesto estar contigo. —Lisa replicó mientras abría todavía más la puerta. —¿Te quedas a cenar?
Takashi canturreó aceptando y la pasó para moverse a la sala. Ella le siguió, sintiendo algo entre irritación y afecto. Siempre podía confiar en el hombre para que dijera algo tan preocupante y luego aparecer de pronto, actuando como si nada hubiera pasado…
Un par de horas después, la cena terminó, los platos fueron lavados, y Sarah se había quedado dormida en el sillón. Sacando una botella del refrigerador, Lisa le ofreció a Takashi algo de sake. Él aceptó y se bajó la máscara, y se sirvieron el uno al otro una copa. El silencio en la cocina era pacifico cuando se sentaron uno frente al otro en la mesa, sorbiendo sus bebidas.
—Luce tan inocente así. —Takashi dijo, mirando la durmiente cara de Sarah.
—Así es. —Lisa se mostró de acuerdo. —Es difícil creer que ya es una soldado, yendo a misiones y haciendo planes para ver tu rostro.
Takashi asintió, la insinuación de una sonrisa sinvergüenza jugando en sus labios. Él tomó otro sorbo.
Ella se río por el recuerdo de la cara de disgusto de su hija.
—Supongo que al menos ahora puedo entender más o menos por qué la escondiste todos esos años…
—El entretenimiento más barato disponible. —Explicó con un encogimiento de hombros y una sonrisa torcida.
Lisa sacudió la cabeza reprimiéndolo.
—Sádico. —Susurró.
—Escuché eso, Lisa
—Se suponía que así fuera, capitán. —Ella le enseñó la lengua. Él sólo alzó una ceja mientras caían en un confortable silencio.
Con el resto de la casa cubierta en la oscuridad y el sake calentando su vientre, todo empezaba a lucir un poquito borroso en la luz dorada de la cocina. Lisa se encontró a sí misma observando los callosos dedos de Takashi sosteniendo la copa de sake, ocasionalmente trazando el labio. Se maravilló por el hecho de que aquellos dedos, que lucían tan inofensivos envolviendo la copa de porcelana, eran de hecho una de las armas más mortales del mundo. En ese momento, lo encontraba demasiado difícil de creer.
Dándose cuenta de su mirada, Takashi soltó la copa y en esa mano descansó la barbilla. Los ojos de Lisa siguieron su movimiento hasta que notó que estaba observando su incipiente barba. Sus ojos se encontraron con los de él, y por primera vez no hubo ningún indicio de burla en esas profundidades grises. Sorprendida por la suave forma en que él estaba viéndola, rápidamente miró a otro lado, pero luego, recordando que este era Takashi, ella levantó su codo y lo dejó en la mesa e inclinó la mejilla contra la palma, su cara dirigida a la de él.
—Me pregunto cómo es dormir y despertar con quien amas cada día. —Murmuró, su atención yendo de su rostro a la pared mientras hablaba.
Takashi le dio a su perfil una indescifrable mirada antes de girarse.
—Como si lo supiera. —Dijo con simpleza. Su voz no guardaba ninguna emoción.
Lisa no dijo nada por algunos minutos. Eventualmente, la curiosidad sacó lo mejor de ella, entonces preguntó:
—¿Por qué nunca has estado con alguien, Takashi?
Aunque la pregunta no había sido hecha con ligereza, la seriedad en la atmosfera pareció disolverse en el instante en que su nombre salió de sus labios. Él regresó su mirada a ella, una luz burlona de nuevo en sus ojos. Dándole una media sonrisa pícara, dijo deliberadamente.
—Sabes… No soy virgen, Lisa.
—Yo- qu- —Lisa tartamudeó, un sonrojo coloreando sus mejillas. Entonces se dio cuenta de que él se estaba burlando de ella, y sus ojos brillaron con ira. —¡Sabes que no me refería a eso! —Ella bajó el brazo de la mesa y se giró con un bufido.
Ante esto, él comenzó a reírse en serio, con esa risa rara y honesta que siempre encontró contagiosa.
—Acabas de lucir exactamente igual que Sarah—Se río en silencio, la diversión escrita en todo su rostro.
Ella se giró de nuevo hacia él intentando lucir indignada, pero esa contagiosa risa suya trajo una sonrisa a su cara contra su voluntad. Escondiéndola tan bien como pudo, puso los ojos en blanco y tomó un sorbo de su copa.
—Eres imposible.
—Aja. —Se mostró de acuerdo, todavía sonriendo, y levantó la botella de sake para llenarle la copa. Obedientemente ella sostuvo su copa y luego llenó la de él.
El pacifico silencio regresó una vez más. Mientras ella observaba a su hija dormir, su mente se relajó placenteramente. Takashi observó a Lisa.
Luego de un rato, su voz rompió el silencio.
—Siempre parecía haber algo más importante. —Dijo, reclinándose en su silla y se quedó viendo sin expresión alguna su copa, inclinándola hacia su cara.
Lisa se giró para verlo.
—¿Hm? —Preguntó antes de recordar la pregunta que había hecho antes. —Oh-
Pero antes de que ella pudiera responder, él continuó:
—Siempre había una misión larga, o una guerra, o una vacante como líder de una aldea que necesitaba ser llenada. Una relación no parecía tan importante comparado con eso.
Lisa comenzó a protestar, diciéndole que una relación siempre era importante, que siempre había una manera de hacerlo funcionar, incluso si no podían estar siempre juntos, pero algo en sus ojos le detuvo.
—No quiero una relación a medias, Lisa. —Dijo con finalidad.
Ella sólo pudo verlo, sus ojos bien abiertos, mientras sus palabras parecían hacer eco en su estómago. Él la miró de una forma en la que nunca lo había hecho cuando habló, una forma que no entendía, y su voz era de alguna forma diferente a como ella siempre la había escuchado –más baja, más profunda, completamente seria. No tenía vestigio alguno de su familiar tono casual y ligero.
De pronto, abruptamente, sintió como si no pudiera respirar ¿Así era como sus enemigos se sentían cuando lo enfrentaban en batalla?
Rompiendo el contacto visual bruscamente, Takashi hizo la cabeza hacia atrás para vaciar su copa de sake. Él la dejó con cuidado sobre la mesa y se levantó.
—Es tarde. Debería ir a casa.
Lisa asintió sin decir nada mientras caminaba hacia la puerta. Alzando la mano para tomar el pomo, se dio la vuelta para verla a los ojos una vez más. Parecía un extraño.
—Gracias por la cena… Estuvo deliciosa. —Su voz todavía era ricamente oscura y le hizo sentir incómodamente cálida.
Cuando la puerta cerró detrás de él, Lisa dejó salir un largo suspiro. No tenía idea de qué había sucedido. Su mano se sacudió mientras se servía una última copa de sake, y se estremeció cuando alzó la copa a sus labios
¿De verdad ese había sido Takashi?