Lisa entrecerró los ojos con recelo al encorvado hombre sentado frente a ella, releyendo el único párrafo de su discurso que había conseguido escribir en toda una semana. Él corrió los dedos a través de su cabello y levantó el papel para poder reclinarse todavía más.
Hasta el momento, no había indicios del extraño que había aparecido la noche anterior. No había esa voz extra profunda que dejara palabras resonando en su abdomen, no había intensas e indescifrables miradas hacia ella. De hecho, él era tan… como sí mismo que no estaba seguro de sí había imaginado todo el asunto, cortesía de varias copas de sake. Sus ojos se entrecerraron otro poco, buscando por algo diferente.
—Lisa, no creo que vayas a ser de mucha ayuda si todo lo que haces es admirar mi cabello. — dijo sin alzar la mirada del papel.
Aunque su voz le sorprendió, consiguió no mostrarlo.
—No creo que tratar de entender cómo algo como… eso… —Señaló el desorden. —Pueda brotar naturalmente de la cabeza de alguien pueda ser considerado 'admirar'.
—No te avergüences —Objetó. —De verdad es un increíblemente atractivo fenómeno folicular totalmente natural. No hay nada malo en apreciarlo… —Él echó un vistazo por encima del papel. -… mientras me ayudes a escribir este maldito discurso.
—Tú…
—Eres imposible, Lo sé. —Finalizó con un movimiento de mano. —Ahora, ven acá y dime qué hacer para que esto tenga más sentido.
El sol ya casi se había puesto por completo cuando Takashi bajó su bolígrafo y se estiró ruidosamente.
—Bien, necesito irme. —Él crujió su cuello. —Tengo una cita.
La cabeza de Lisa se levantó con sorpresa. Él le miró por un momento antes de añadir:
—Con Mag
—Oh. —Ella puso los ojos en blanco y comenzó a ordenar los papeles en la mesa.
Él alzó una ceja.
—Sabes, podrías unírtenos.
Ella se detuvo para verlo a los ojos.
—Bueno, no me gustaría meterme entre dos amantes. —Dijo con una fingida seriedad.
Él sólo se encogió de hombros.
—Oye, no digas que no te gusta sin probarlo.
—¡Takashi! —Exclamó, escandalizada. Su tono tal vez había sido ligero, pero había algo decididamente perverso en la sonrisa que estaba poniendo. Ella sintió sus mejillas ardiendo. Compadeciéndose de ella, él suavizó su expresión.
—Aunque, en serio, vamos a ir en grupo. Deberías venir, ¿Cuándo fue la última vez que saliste a algún lado?
—Bueno, Sarah...
Él le interrumpió.
—Se fue de misión esta mañana. No me digas que no tienes permitido divertirte un poco. Incluso Naty va a estar ahí.
Ella suspiró. Tenía razón… No era como si no tuviera permitido pasar un buen rato. Sarah
era mayor ahora y tomaba misiones lejos de casa. Ella podía permitir pasar una noche fuera con sus amigos. —De acuerdo. —Aceptó finalmente. —Déjame ir a casa y cambiarme. Te veré en el bar.
—Si no estás ahí en una hora, voy a sacarte de tu casa, te guste o no. —Le advirtió.
—Sí, sí, jefe. —Ella entonó.
—Ex jefe. —Le corrigió. Ella le dio una mirada fulminante. Satisfecho, él asintió y se esfumó de la habitación.
—Tonto Takashi. — masculló mientras guardaba sus bolígrafos en su bolsa.
—Escuché eso.
Ella miró ferozmente a la dirección general de aquella voz incorpórea y sacó la lengua.
—Eres un idiota.
XXX
Ellos dejaron un espacio para ella junto a Naty al final de uno de los lados de la cabina. Cuando se sentó y le dio un breve abrazo a su amiga de ojos violetas, Emiliano le pasó una cerveza del cubo en medio de la mesa.
—¡Hola, Lisa! ¡No te he visto en una eternidad! —Él gritó, su clásica y amplia sonrisa apareció en su rostro.
—Me viste hace dos días en la reunión del consejo del hospital. —Ella respondió en una voz monótona.
El rubio jefe se frotó la parte posterior del cuello nerviosamente, sus ojos arrugándose como los de su viejo capitán.
—¡Ah, ja, ja, ja, es cierto!
Lisa sacudió la cabeza con desesperación e intercambió saludos con el resto del grupo, levantándose e inclinándose por encima de la mesa para abrazar ligeramente a Alejandra y decirle hola a Isai, Mag, Ralph y Kisa. Ella asintió con la cabeza a Takashi, quien estaba sentado frente a ella, junto a Alejandra. Él le correspondió con una pequeña arruga de sus ojos y la inclinación de una botella de cerveza alzada en su dirección.
Con las cortesías hechas, la conversación rápidamente recobró su ritmo; Las chicas discutieron el enamoramiento no-tan-secreto de Rutbo por Sarah mientras Alejandra intentaba explicarle a su esposo las sutilezas en los abrazos entre mujeres y Kisa suspiró cuando algo que Emiliano dijo puso a Ralph en modo de exhortación sobre la "belleza de la juventud ".
Afortunadamente, el discurso del hombre vestido en spandex verde fue cortado pronto por Mag, quien puso una mano sobre su boca y se giró hacia Takashi.
—Entonces, Takashi, ¿Cuál es…? —Preguntó maliciosamente, el palillo tintineando entre sus dientes mientras él lo movía de un lado de su boca a otro. —¿Duro y rápido o suave y lento?
-¿Eh? — se le quedó viendo a su amigo, desconcertado.
El resto de la mesa también miró a Mag como si de pronto le hubiera crecido una tercera cabeza.
Este suspiró como si intentara explicarle algo simple a un niño pequeño que simplemente no entendía.
—La pregunta en tu cerveza, hombre: "¿Duro y rápido o suave y lento?" —Él jaló el palillo fuera de su boca y apuntó la etiqueta en la botella de Takashi.
Todavía con una expresión que sugería que no estaba muy seguro de quién había dejado salir a Mag del hospital mental esa noche o por qué, Takashi alzó la botella por el cuello y la giró.
—¿Entonces cuál es? ¿A nuestro famoso y viejo jefe le gusta su sexo un poco rudo o prefiere hacer el amor dulcemente toda la noche?
Antes de que alguien más pudiera decir otra cosa, Lisa, con las mejillas más que un poco rosas, alzó la voz para protestar.
—Espera un minuto, Mag… ¿No estamos todos un poquito viejos para jugar estos juegos?
Mag abrió la boca para responder, pero Alejandra ganó.
—¡Oh, vamos, Frentona! —Le reprendió con los ojos en blanco. —Uno nunca es demasiado viejo como para jugar "¿Puedes hacer sonrojar al jefe?" ¿Cierto?
—Ex jefe. —Takashi interpuso por costumbre. En algún momento, él parecía estar leyendo, despreocupado de la discusión a su alrededor.
—¿Jefe, Ex Jefe, a quién le importa? Ahora también estoy curioso. —Emiliano dijo, la cerveza salpicando fuera de su botella sobre la mesa ya que la había derribado en su entusiasmo.
Lisa sólo gruñó y murmuró algo sobre molestos oficiales que nunca crecían mientras el resto del grupo, incluyendo Ralph, cuya boca seguía cubierta por la mano de Mag, y una Naty ligeramente sonrojada, giraban sus ojos expectantemente hacia Takashi.
Cuando se volvió aparente que no se iban a rendir, el hombre cerró su libro con un suspiro.
—¿Cómo me gusta? —Murmuró, mirando al techo.
Los acompañantes se inclinaron ansiosamente; nadie había pensado que de hecho respondería a la pregunta. Incluso Lisa, que se había declarado reacia a tales juegos inmaduros, no pudo evitar mirarlo con un poco más de atención que de costumbre.
—Hmm… —Él golpeó su barbilla pensativo. —Supongo que me gusta duro y rápido…
—¡Lo sabía! —Mag declaró. Emiliano asintió vigorosamente de acuerdo, golpeando con su puño el de Mag, victorioso.
La voz de Takashi interrumpió su celebración.
—… Y entonces… después… —Él continuó con lentitud, su tono más oscuro mientras bajaba la cabeza para atrapar la mirada de Lisa. —… me gusta suave y lento.
Con eso, volvió a abrir su libro y comenzó a leer como si nunca hubiera dicho algo.