Ellos estaban en la biblioteca, donde se encontró algunas veces durante la semana pasada para prepararse para el viaje que debía hacer a la Aldea de Ame. Takashi se asomó por encima del hombro de ella, sus ojos echando una ojeada a la página que estaba leyendo. El tema era etiqueta de Ame.
—Lisa, ya me sé todo eso. —Afirmó, extendiendo la mano y cerrando el libro, luego arrebatándolo de su mano cuando ella intentó abrirlo de nuevo. —No es como si no hubiera sido jefe por varios años. —Él arrojó el libro en la pila al extremo de la mesa y se dejó caer sin mayor ceremonia en la silla frente a ella, inclinando la cabeza hacia un lado para verla.
Lisa se reclinó en su silla y puso los ojos en blanco como si estuviera un punto de decir que eso no significaba que hubiera aprendido a comportarse correctamente. Tamborileó su lápiz contra la mesa y alzó una ceja escéptica a su dirección.
Él levantó una mano y se encogió de hombros.
—Sin mencionar aquella vez que tuve que ir de encubierto para asesinar a un alto oficial. Me volví muy familiar con la forma en que la clase alta interactúa. —Él miró hacia la ventana con pereza — No estoy preocupado por esa parte de la visita.
Lisa intentó imaginarse a Takashi en un traje, charlando con una enorme peluca, bailando con hermosas mujeres y bebiendo champagne. Incluso con su aguda imaginación, observando su postura jorobada y cabello salvaje, resultaba difícil.
—De acuerdo. —Suspiró. —Entonces necesitamos volver a tu discurso. Apenas hemos hecho un progreso.
Él le ignoró.
—Vayamos una entrenar, eso es una mejor opción.
Ella le miró incrédulamente. Era como un niño de academia atrapado en detención en un día soleado…
—¿Que? —Preguntó Takashi. —Han pasado años desde que tuve buen combate e imagino que también ha pasado un rato para ti…
Su entrecejo se arrugó. No necesitaba un recordatorio de las cosas a las que había renunciado para criar a su hija.
La esquina de su cubierta boca se levantó en una sonrisa retadora.
— ¿Asustada de perder contra un viejo? —Se mofó.
Le miró ferozmente.
—Bien. De acuerdo abuelo, lo pediste
Antes de que pudiera responder, ella había desaparecido, los papeles en la mesa revoloteando hacia el suelo a su paso.
La sonrisa de Takashi se amplió en una mueca maliciosa mientras se desvanecía fuera de la habitación.
Él la encontró escondiéndose en los árboles del campo de entrenamiento 3. Aunque inmediatamente se camufló en el medio del follaje del otro lado del campo, supo que ella se había vuelto consciente de él en el instante en que había llegado; incluso si no había estado en el campo de batalla en diez años, era una oficial muy buena.
Agachado contra un tronco, tuvo la advertencia de la más ligera de las brisas viniendo desde atrás de él antes de que un puño enguantado se estrellera contra la corteza donde su cabeza había estado.
—Eso no fue muy amable, Lisa. —Le acusó mientras saltaba sobre la rama de otro árbol arrojando un puñado de cuchillos a su dirección.
Ella los desvió con sus propios cuchillos y luego desapareció sólo para reaparecer debajo de él, preparada para darle un puñetazo a la rama debajo de su pie. Medio segundo antes que sus nudillos hicieran contacto, él saltó, y ella tuvo que usar un hechizo rápido para evadir la ráfaga de explosivos que había dejado atrás.
—¿Quién es el que está siendo grosero ahora? —Gritó con el clon que había creado bajo la cobertura del humo de los explosivos.
—No tengo idea de lo que estás diciendo, Lisa. —Su profunda voz le habló con suavidad en la oreja, una mano le sujetaba el brazo contra su espalda y la jalaba con fuerza hacia el pecho de él, la otra sostenía un cuchillo en su garganta.
El clon tembló involuntariamente antes de desvanecerse con un estallido mientras un pie cubierto con una bota voló hacia su cabeza desde atrás. Él la esquivó con facilidad, girándose para encararla y agarrando su tobillo, empujándolo hacia abajo. Ella arrojó ambas manos hacia el suelo y, torciendo su torso, lo golpeó con el otro pie. Él liberó su tobillo y saltó hacia atrás algunos pasos. Se miraron fijamente el uno al otro por un momento, cada uno corto de aliento. Takashi no pudo esconder su sonrisa… estaba entretenido de verdad.
Del mismo modo ella estaba disfrutando; le sonrió con rapidez antes de que se encontraran con el choque de metal. Cuando se volvió evidente que estaba comenzando a tomar control de la pelea, ella saltó hacia atrás y estrelló su puño en el suelo, enviando hacia él una larga grieta y pedazos de tierra al aire. Él pareció caer en la grieta recién creada y ella fue engañada por un breve momento antes de sentirlo debajo. Esperando hasta que él emergió, se giró y le tomó los brazos extendidos, jalándolo fuera del suelo y arrojándolo a través del campo.
Él aterrizó sobre sus pies, una mano en la tierra, deslizándose hacia atrás y provocando una nube de polvo. Cuando su movimiento se detuvo, él la miró y sacudió la cabeza.
—Esa fuerza tuya me sorprende en cada ocasión.
Ella sólo sonrió satisfecha y comenzó a formar sellos manuales.
—Ah, no, no lo harás. —Dijo, usando su famosa velocidad para aparecer en frente de ella como si saliera de la nada, una mano cubriendo la de ella y la otra haciendo un hechizo de una sola mano. Ella jaló los brazos fuera de su agarre antes de que pudiera finalizar y rápidamente creó tres clones. Ella y sus clones comenzaron a correr alrededor de él, rodeándole cada vez más rápido hasta que lucieron como un borrón rosa y rojo.
Su movimiento fue abruptamente detenido cuando Takashi estiró la mano para tomar a uno de los clones por el hombro. Usó su cuerpo como ancla mientras pateaba con una pierna al clon más cercano y le arrojaba un cuchillo al otro. Se desvanecieron. Lisa se dirigió hacia él mientras el clon que quedaba tomaba la mano en su hombro, se dobló por la cintura y lo arrojó sobre su espalda hacia el suelo con un ruido sordo. Ella saltó sobre su clon para aterrizar con una rodilla sobre su pecho, la otra inmovilizándole el brazo izquierdo contra la hierba. Con el brazo izquierdo le empujó el derecho contra el suelo mientras sostenía un cuchillo bajo su mentón enmascarado.
Ambos estaban jadeando con fuerza para este momento, pero Lisa estaba comenzando a sonreír victoriosamente cuando parecía que Takashi se había rendido.
Debía haberlo pensado mejor. Apenas tuvo un momento para reaccionar antes de que él alzara la cadera abruptamente para quitarle equilibrio. Se estabilizó con ambas manos sobre la cabeza de él, pero el daño ya estaba hecho; él la tomó por el codo y la jaló hacia su pecho mientras le daba la vuelta, acomodándose pesadamente sobre ella, un cuchillo debajo de su barbilla.
—Bien, podemos seguir volteándonos el uno al otro hasta que nos quedemos sin energía o podemos decir que es un empate. —Dijo, sin dejar su agarre ni por un instante.
Lisa pareció considerarlo por un momento, entonces le miró a los ojos con una de las más astutas expresiones que él hubiera visto en su cara. Él supo el por qué un segundo después, cuando sintió una mano jalándole el cabello mientras frío metal era presionado contra su garganta. Nunca había desaparecido el otro clon.
-Mmm. —La Lisa real murmuró debajo de él, conteniendo una sonrisa. —Creo que me llevaré la victoria.
Él parecía desconcertantemente despreocupado. Ella frunció el ceño.
—Ah ah… no tan rápido, linda. —Dijo con su voz de maestro. Él le dio una sonrisa perversa mientras un par de fuertes manos retorcían los brazos de su clon tras su espalda y lo levantaban contra su amplio pecho, causando que lo liberara.
Inclinando su cabeza -ahora libre- hacia abajo para que las puntas de su revuelto cabello le hicieran cosquillas en la frente, le sonrió ampliamente mientras ella gruñía y levantaba la mirada, desapareciendo su clon. Él había tenido su propio clon acechando. Por supuesto.
—Yo gano Lisa. —Declaró, desapareciendo su clon y rozando los dedos casi imperceptiblemente a través de su mejilla mientras dejaba caer el arma a un lado de su cabeza. Ella no pareció darse cuenta. Él se dejó caer a su lado.
- Supongo que sigues estando en muy buena forma para ser un viejo. —dijo, volviéndose ligeramente para ofrecerle una media sonrisa burlona.
—Aja —Él aceptó complacido, retirando su mirada hacia las nubes que flotaban blancas contra el azul. Permanecieron en silencio por algunos minutos, recuperando el aliento.
—¿Lo extrañas? —Ella preguntó en silencio.
Él supo a qué se refería.
—Sí, lo hago. —Él no dijo nada por un rato. —Hay algo en estar en una misión… la camarería, la incertidumbre. El peligro.
—Si. —Ella dijo.
— ¿Qué hay de ti? —Él le miró por la esquina de su ojo. Su mirada estaba en el cielo.
Un minuto o así pasó antes de que ella respondiera. Finalmente, suspirando suavemente, admitió que lo hacía. Ella levantó un brazo para descansar el dorso de la mano sobre su frente.
—Quiero decir, amo el trabajo que hago en el hospital. Amo saber que soy responsable de salvar tantas vidas. Amo ser capaz de entrenar futuras generaciones de médicos… —Su voz se apagó.
— ¿Pero? —Él presionó.
—No lo se. —Hizo una pausa, tratando de encontrar una forma de explicar lo que estaba sintiendo. —Estoy segura de que una vez que se ha experimentado la vida en el campo no podrás estar completamente satisfecho sin ella.
Él miró de nuevo las nubes y dejó escapar una profunda exhalación. Él no se dio cuenta de que los ojos de ella trazaron su perfil mientras esperaba que respondiera.
—Si. —Dijo finalmente, pero ella podía darse cuenta de que no era todo lo que él quería decir.
— ¿Que? —Preguntó. Él tenía que saber por su voz que ella le estaba encarando ahora, pero no apartó los ojos del cielo.
—Sabes, no eres un líder retirado en sus 40. Puedes seguir yendo a misiones reales.
—Takashi… tú sabes que no puedo. —Sus palabras apenas fueron audibles, pero todos sus sentidos eran anormalmente agudos. Él escuchó lo que dijo.
Con lo que pudo haber sido un gruñido, él se levantó, tendiéndole la mano para ayudarla. Mientras él la jalaba para ponerla en pie, dejó correr el pulgar sobre su muñeca antes de verle directamente a los ojos.
—Puedes, Lisa. Él no está siendo justo contigo… Y lo sabes.
Con eso, liberó su mano y desapareció en un remolino de hojas.