¿Qué me pasa?

1692 Words
Mientras que todos lo miraban con la boca abierta por el impacto, le pareció a Lisa que su corazón había dejado de latir. Aunque sus ojos sólo se habían encontrado por medio segundo, tiempo suficiente como para que nadie lo notara, el extraño calor en su mirada le había dejado sin aliento y encendido sus mejillas. Era como si de pronto hubiera desarrollado visión de túnel; se encontró a sí misma incapaz de girarse lejos de él, incluso aunque todo lo que podía ver de su cara ahora era la parte superior de su frente cubierta por su bandana. Todo lo que no era él se había desvanecido al fondo. Emiliano fue el primero en recuperarse.  —¡Oye, eso fue trampa, capitán! —Chilló, apuntando un dedo acusador al hombre cuya nariz estaba enterrada en un libro. —Tienes que elegir uno ¡No puedes decir ambos! La mesa estuvo silenciosa por un momento, hasta que, sin salir de detrás de su libro, preguntó simplemente:  —¿Por qué no? Es la verdad. —Bueno, qui-quiero decir… —Emiliano chisporroteó. Mag le dio una palmada en la cabeza.  —Déjalo así, Emiliano. Deberías estar contento de que dijera algo en primer lugar. Emiliano se desplomó en la cabina con un insatisfecho puchero y levantó su cerveza. Alejandra y Kisa comenzaron a charlar en silencio, y Ralph, finalmente liberado del agarre de Mag, se movió buscando el baño. Isai observó pasivamente, tomando sorbos periódicos de la botella en frente de él. Mientras tanto, Lisa había conseguido apartar los ojos lejos de Takashi, pero todavía no podía recuperar su aliento. Consciente en un nivel que todo el mundo estaba distraído, ella tomó la oportunidad para dejar algo de dinero y dirigirse rumbo a la salida. Ella mantuvo su ritmo normal para comenzar, pero prácticamente estaba corriendo para cuando llegó a la puerta, y estaba segura de que nada se había sentido tan bien como el primer respiro de aire que tomó cuando llegó afuera. Dejando que la puerta se cerrara detrás de ella y tambaleándose algunos metros a la derecha antes de desplomarse contra la pared, miró fijamente a las farolas al otro lado de la calle e intentó calmar a su acelerado corazón. Él lo había hecho de nuevo, justo igual que la noche anterior –le había sacudido hasta el fondo con unas simples palabras y una mirada. Llevó la mano hasta su garganta, los dedos agarrando ausentes el cuello de su blusa. Había pensado que había sido algún tipo de casualidad la noche anterior, si no una completa alucinación alcohólica, pero claramente no. Estaba comenzando a preguntarse si en verdad conocía algo al hombre. En ese momento, su pulso aún no calmado, la puerta del pub se abrió, y la nueva fuente de todos los problemas en su mundo salió y se giró para encararla. El corazón le saltó dentro de la garganta mientras sus ojos fueron una vez más capturados por su larguirucha forma. Sabía que debía parecer ridícula, de pie ahí sin moverse, con los ojos abiertos como un conejo congelado por la repentina aparición de un zorro, pero aun así parecía incapaz de moverse. Su cálida mirada se encontró con la de ella. Su rostro era tan familiar y la mirada que él le dio no estaba oscurecida como la que le había dado cuando él había dicho… aquello… en la mesa, pero sintió que le estaba viendo por primera vez. La comisura de sus labios se levantó en una pequeña sonrisa bajo su máscara mientras metía las manos dentro de sus bolsillos.  —Que tengas buenas noches, Lisa. —Dijo con suavidad, dejando sus ojos viajar de los suyos a su boca y de regreso a sus ojos, su entrecejo arrugándose muy ligeramente, antes de que él se diera la vuelta y comenzara a caminar lejos de ella en la dirección de su departamento. Incapaz de decir algo en respuesta, Lisa simplemente lo observó hasta que él se alejó demasiado del alcance de las farolas como para que pudiera distinguir su forma de la oscuridad. Cuando ella no pudo escuchar más sus pisadas, el puño que apretaba su blusa finalmente se aflojó, y su mano cayó débilmente a su costado. —¡Oh, ahí estás! —La voz de Emiliano estalló en la confusa neblina que eran sus pensamientos mientras él y el resto del grupo salían por la puerta. —¡Pensé que te habías ido! De alguna forma ella encontró su voz.  —N-no, sólo necesitaba un poco de aire. —Dijo con una falsa sonrisa. —Oh, de acuerdo, bien, vamos de regreso a la casa de Mag por una bebida, ¿Quieres venir? —Preguntó, completamente ajeno al hecho de que su amiga  se sentía como si hubiera sido golpeada por un autobús. Lisa sacudió la cabeza.  —No, está bien, Emiliano. Estoy muy cansada. Creo que voy a casa. —Aw, de acuerdo. —Emiliano hizo un puchero, jalándola para darle un abrazo de oso. —¡Qué descanses! —G-gracias. — croó, liberándose de su agarre. Una vez libre, embozó una sonrisa para todos los demás mientras y les dio las buenas noches. —¡Buenas noches, Lisa! —Corearon, ondeando la mano mientras se movían al departamento de Mag. —Buenas noches. —Repitió en silencio. Le tomaría otros diez minutos permanecer de pie bajo el amarillo brillo de la farola, con la parte trasera de su cabeza descansando contra el rugoso ladrillo del edificio, antes de sentirse lo suficientemente estable como para volver a casa. Cuando llegó ahí, hizo los preparativos para meterse a la cama, luego apagó las luces y se dejó caer sobre el colchón con un suspiro. Se sentía como si le hubieran pasado por un escurridor las dos últimas noches, ¿En qué estaba pensando ese hombre? ¿Siempre había sido así y nunca se había dado cuenta? Lo encontró difícil de creer. Conocía a Takashi desde hace casi 20 años. Pero, ¿Qué lo habría hecho cambiar? No es como si estuviera en esa edad de 'descubrirse a uno mismo'… A los 44 años, siendo un prodigio con más de 35 años de experiencia y un jefe retirado, hipotéticamente debería conocerse bastante bien… Rodó sobre su estómago y golpeó su cara contra el edredón. ¿Crisis de mediana edad? Eso podría tener sentido. Había estado sufriendo muchos cambios profesionales en los últimos años y como habían hablado la noche anterior, nunca había estado involucrado con nadie. "No quiero una relación a medias, Lisa" Sintió sus mejillas arder ante el recuerdo de la forma en que le había visto mientras hablaba. "Y entonces… después… me gusta suave y lento…" Enterró la cara más profundo en la manta, ¿En qué estaba pensando? Este era Takashi. Eternamente impuntual, lector de pornografía, molesto, quien había hecho todo en su poder para hacer que su cabello se encaneciera como el de él desde el día en que se conocieron. No importaba si recientemente su voz tenía el mal hábito de hacer que algo oscuro y desconocido se enroscara en su estómago. Oscuro, desconocido y no desagradable-su estúpido inner agregó. Jaló el edredón alrededor de sus orejas en un débil intento para bloquear pensamientos como ese. Probablemente estaba imaginando cosas de cualquier forma, y además, tenía a Mark. Su esposo. Quien no esta aquí... Lisa gruñó y giró la cabeza a un lado, estudiando la sombría pared como si tuviera todas las respuestas ¿Cuándo iba a volver? Estaba segura de que si él estuviera en casa, ella no estaría de pronto escuchando cosas extrañas en la voz de Takashi. De verdad, no era como si él hubiera cambiado o que siempre hubiera sido así y ella recién lo estaba viendo. Era más como si estuviera imaginando por completo el calor en sus palabras y ojos. Suponía que era algo que debía esperarse… había visto a Mark con poca frecuencia a lo largo de los años que pasar una cantidad significativa de tiempo con un hombre le haría sentir un poco rara. Especialmente si ese hombre era uno atractivo. No que pensara que Takashi era atractivo o algo así. Probablemente el adjetivo no cumple con describir su belleza. Su ceño se frunció mientras se daba la vuelta y se deslizaba debajo de la manta, determinada a dejar de pensar sobre perezosos ojos color carbón y molestas profundas voces hablando sobre cosas duras, rápidas y suaves y lentas. Un minuto después, estaba pateando el edredón fuera de ella y levantándose para abrir la ventana. Hacia demasiado calor en su habitación. Deslizó la cortina a un lado con el brazo derecho y levantó el marco con la izquierda. El aire nocturno estaba ligeramente más frío que el aire dentro, pero ella se sintió un millón de grados mejor mientras la suave brisa flotaba sobre ella. Inclinó la frente contra el cristal y observó las polillas volar alrededor de la luz del pórtico de su vecino. ¿Takashi, huh? Suspiró, dejando que la cortina cayera de nuevo en su lugar y se volvió a acostar. Realmente él era imposible. ¿Y qué había con la forma en que le había dicho que tuviera buenas noches? ¿De verdad había imaginado que él había visto su boca mientras lo decía? Todo lo demás sobre el intercambio fue normal. Aunque tal vez su tono fue un poco más suave, menos burlón, menos que lo usual… Se apretó el puente de la nariz. Dios, ¿Qué le sucedía? Estaba actuando como una adolescente, analizando cada detallito de pocas interacciones con un tipo. No… con Takashi. De todas las cosas ridículas. Nunca había tenido una fase de enamoramiento por un profesor como Alejandra con su capitán cuando eran niñas; ¿Por qué la tendría ahora con 30 años? Ridículo. Sin mencionar que estaba casada. Seriamente tenía que haber algo malo en ella. No había forma en que estuviera interesada en su ex capitán, y definitivamente no había forma de que él estuviera interesado en ella. Esto era producto de extrañar a Mark y pasar demasiado tiempo con su antiguo maestro.  Eso era todo. Probablemente.
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