Capítulo 2

1680 Words
CAPITULO 2 Punto de vista Maximiliano. Lanzo el teléfono inalámbrico molesto sobre la mesa y me levanto cuidando de que mi camisa no tenga ninguna arruga al momento de caminar hacia la puerta de mi oficina, no sin antes tomar el abrigo del perchero. —¿Qué sucede? —pregunta Alejandra viniendo con el ceño fruncido hacia mí, la molestia está clara en mi rostro y por dentro siento que voy a explotar de la ira, pero aun así me doy el tiempo de bajar mis ojos por su cuerpo y fijarme en esa figura voluptuosa que tiene. —Nos vamos al proyecto, los habitantes del pueblo no están dejando que los de construcción hagan su trabajo y estos son unos incompetentes que deben llamarme en vez de encontrar una solución fácil a la gentuza irritable. Aprieto mi mandíbula, lo que menos tengo es tiempo y es justo eso lo que me están haciendo perder al tener que tomar un vuelo, porque no hay manera de que pase cuatro horas dentro de un auto de camino hacia allí. —El helicóptero ya esta listo, señor Nowak. Tomo el ascensor ignorando a mi asistente que me mira con los ojos llenos de pánico, pero finjo no darme cuenta, Alejandra continua a mi lado hablando por su móvil ignorando inteligentemente el ambiente molesto que se ha creado. Que yo he creado. —¿Tienes los documentos en orden? —le pregunto a Alejandra, es mi abogada y mano derecha, no hago nada sin ella y ella no hace nada sin mí. —Por supuesto —responde sin mirarme. Las puertas del ascensor se abren y soy el primero en salir, como dijo mi asistente, el helicóptero ya esta listo y con las aspas en movimiento, muevo mi cabeza hacia el piloto y subo al asiento, Alejandra se ubica a mi lado y saca su iPad, su mirada se pierde en este mientras yo centro mi mirada en el horizonte. Cosas como estas no deben suceder y por eso se hace un estudio previo, se obtienen permisos y se hace un p**o —esta vez uno muy grande— para evitar el retraso en una construcción que costará miles de millones. Lo que menos se espera es que se pierda el dinero invertido, que el plazo de entrega se alargue y que los inversionistas se echen hacia atrás por la demora de la entrega. Todo se traduce a perdida en dinero más que nada e insisto, es lo que menos quiero que suceda. Debería de estar planeando mi próximo proyecto, creando los diseños y preparando el costeo para la inversión, debería de estar haciendo muchas cosas, menos estar en un vuelo directo a ese maldito pueblo de porquería. Admito que en cuanto a rentabilidad, era uno de los más importantes debido a que el pueblo esta situado a la orilla de una de las vías mas importantes y concurridas de Estados Unidos, pero muy poco habitada, los analistas e investigadores concluyeron que crear un proyecto en este lugar era lo ideal porque en el pueblo no hay mucho que hacer y un nuevo hotel era justo lo que se necesitaba para la activación económica del lugar, lo que nunca dijeron fue que la gentuza del lugar iba a ser un dolor de trasero y un toca pelotas. Que ni la policía del lugar ponga alto a lo que sucede me deja pensando mucho. Quiero estrangular a la persona que esta al mando de esto, porque sé que hay una, siempre hay una cabeza líder y en cuanto vea al malnacido que está haciéndome perder el dinero, juro que lo haré pagar caro, lo pondré incluso a barrer el piso con la lengua si me sigue tocando las pelotas. A él y a todos los que se han unido. —¿Hay helipuerto cerca? —pregunta Alejandra y suelto un bufido molesto. —No señorita, debemos hacer un aterrizaje improvisado. Las uñas largas de ella se clavan en mi antebrazo y le lanzo una mirada que parece darle más miedo que el hecho de no tener donde aterrizar. Maldita mierda de día. —Me estas lastimando —digo con los dientes apretados, pero en vez de soltar sus filosas uñas ya enterradas en mi antebrazo, estas se clavan más cuando el helicóptero da unas pequeñas sacudidas a la derecha, me sostengo como puedo cuando mi cuerpo choca con la ventana. —Lo lamento, hay muchos arboles alrededor y debo evitarlos. —Lo que debes evitar es manejar estas maquinas si no sabes —suelto con el ceño fruncido. El piloto permanece en silencio mientras estabiliza el helicóptero y desciende más. Retiro la mano de Alejandra de mi brazo y me doy cuenta de que en efecto me ha dejado marcas de sus uñas y unas cuantas están a punto de sangrar. —Perdón —dice al darse cuenta de las marcas. La ignoro, de todos los hechos del día, unas marcas en mi antebrazo es lo mas insignificante. Casi 10 minutos después por fin estamos tocando suelo, salgo del helicóptero sin esperar a nadie y camino hacia la construcción que sé donde esta porque la vi desde el aire. No me toma más de cinco minutos llegar al lugar a pesar de que no estoy vestido para atravesar este tipo de terreno. Veo a varias personas reunidas alrededor de la maquinaria, como si la tuvieran secuestrada, me enfoco tanto en descubrir que es lo que esta pasando allí que no me doy cuenta de la plasta de mierda que resulta bajo mi zapato izquierdo de la marca Hermes de color n***o, zapato que cuesta más de 1500 euros al ser personalizado con mi nombre y ahora esta lleno de mierda de no sé que animal. —¡Joder! —exclamo con fuerza mientras limpio mi zapato restregando la suela contra el césped luego de fijarme que este si esta sucio. Escucho una carcajada no muy lejos de donde estoy, pero no me fijo en quien es y sigo con lo mío. Ya estoy harto de este día y apenas va comenzando. —¡Max, espérame! —grita Alejandra tras de mí. Sigo ignorándola, pero escucho un pequeño grito y mi cabeza se gira instantáneamente hacia el sonido. Frunzo los labios cuando veo a Alejandra en cuatro en medio de esta zona verde. Se levanta con rapidez dejando ver sus rodillas llenas de tierra al igual que las palmas de sus manos con las que debió haberse sostenido, uno de sus tacones esta roto y su rostro está completamente rojo mientras me mira con vergüenza. —No voy a caminar así —se señala las rodillas —, y menos descalza por este lugar. Inspiro profundamente. —Voy a demandar a las personas que están entorpeciendo mi obra y mi abogada decide no ir porque es demasiado torpe como para caerse en medio de un pequeño camino no pavimentado, ¿en serio? ¿Tan poco profesional eres? —Me importa una mierda que tan profesional me vea, no iré. —Pues a mi me importa mucho menos lo que tu quieras, tienes que estar allí presente y no me importa si vas sin tacones, de rodillas o cubierta de mierda hasta la cabeza. Vienes porque vienes o hoy mismo te vas de mi empresa. —No me jodas Max, esto no da para despido es una situación de… —No quiero hablar más vienes o te vas para siempre. Años trabajando a su lado me hacen reconocer que esta furiosa y es muy orgullosa como para dejarse despedir por una tonta razón. La veo abrir su bolso, tomar unas toallitas húmedas y limpiar su cuerpo. No hay nada que hacer con sus tacones, así que, de una manera poco posible, consigue hacer equilibrio en medio de este imperfecto terreno, tomar su tacón aun bueno y quebrarlo para quedar igual que su ya dañado tacón. Su estatura baja un poco debido por haber perdido los centímetros ganados, pero aun así sigue siendo alta. —No era tan difícil, ¿verdad? No responde y llega a mi lado tan digna como siempre, continúo escuchando aquella risa que me tiene con dolor de cabeza, volteo a mirar el sitio de donde proviene aquel sonido y me doy cuenta de que es una joven quien se esta riendo sin dejar de mirar hacia el lugar en donde yo estoy. ¿Se está riendo de mí? Solo alcanzo a distinguir por la distancia que tenemos su delgada figura, su cabello rubio muy largo y abundante y su vestimenta. Un pantalón color fucsia chillón que me da dolor de cabeza de solo verlo y una camiseta sencilla de color blanco. Su cabello es lo que más destaca, bajo la luz del sol brilla como una lampara. A medida que me acerco, sus ojos se van haciendo más claros, a pesar de que estos están medio cerrados debido a sus carcajadas, puedo distinguir un azul muy intenso, sus ojos brillan con lagrimas mientras se carcajea con fuerza y a pesar de considerarla hermosa, sus actos me hacen verla como una mujer inmadura e irritante. Un hombre se me atraviesa en el camino, su uniforme me deja ver que es uno de los trabajadores contratados. —Señor Nowak, fui yo quien lo llamé esta mañana —comienza a decir —, nosotros… —¿Quién es la cabeza líder de esta “protesta”? —pregunto, mi voz sale tal como me siento. Lleno de furia y con ganas de estrangular el culpable. —En realidad es difícil señalar a una sola cabeza, pues todos se han unido con el mismo propósito —niego con la cabeza irritado —¸ aunque la señorita de allí ha sido quien ha solicitado su presencia en este lugar. Ha sido de las voces más presentes, una líder para todos. Miro el lugar en el que esta señalando, mis ojos se encuentran fijamente con esos ojos azules que me miran fijamente, la mandíbula se me tensa más. Inmadura, irritante y ahora mi jodido dolor de cabeza.
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