Capítulo 5
Punto de vista Maximiliano.
—Fuiste muy buena persona en la demanda —escucho decir a mi contador mientras estás sentado frente a mí, su pierna derecha esta sobre su rodilla izquierda y mueve un adorno que hay en la mesa auxiliar que tiene frente a él —. A ver, era un negocio de millones y estás perdiendo casi un 80% de lo invertido.
—Y pude haber perdido el 100% si no hacia eso —espeto sin dejar de observar el programa de arquitectura que tengo abierto en el monitor.
—Pero es muy poco —sigue diciendo él y lo acepto. El dinero que he pedido a la loca del pueblo en la demanda es nada a comparación con lo ya invertido. Lo tengo muy claro, pero era eso o…
—Esa gente no tiene nada, son demasiado pobres, en el plazo que he dado no podrá darme ese dinero y entonces su casa pasará a ser mía y ella tendrá que dejar el lugar, sin ella de por medio la construcción se llevará a cabo sin ningún problema y ya nadie más se atreverá a decirme nada porque saben que terminarán en la calle.
—Lo tienes todo muy bien pensado —me dice quedando más tranquilo.
—Yo nunca pierdo —me encojo de hombros.
Nunca debió haberse metido conmigo, era tan obvio quien saldría perdiendo…
Recuerdo esa mirada de suficiencia, la manera en que cuadraba los hombros luciendo intimidante, pero la veré arrastrándose por el suelo sin donde caer muerta. La veré llorar y suplicar por perdón, pero yo nunca perdono.
—La investigamos —le cuento a Richard, fija los ojos en mi —, hace algunos años perdió a sus padres y entonces quedó con la casa como herencia, solo es ella así que no estoy matando a una familia. Es joven, me pareció un poco guapa, puede irse a vivir con su novio, la casa es el menor de sus problemas.
—Sigo sorprendiéndome de la capacidad que tienes para saber de todo.
No le respondo, si quiero tener un imperio exitoso, debo hacer incluso cosas que otros tildarían de “malas”, pero para mí, es solo un medio para llegar a un fin.
He aprendido de primera mano que a mi nadie me va a regalar nada, que si quiero algo lo consigo cuésteme lo que me cueste. Mis proyectos no se quedan solo sobre planos, se hacen realidad.
A mi manera.
Tenía un plan A, pero me lo jodieron todo interfiriendo con una construcción, así que ahora mi plan B es mucho mejor que el anterior, tendré más terreno para usar y romperé el ego de una mujer que no es nada ni nadie.
—¿No quedó con alguna herencia por ahí que le permita pagar el dinero y salirse con la suya? —pregunta y niego rápidamente con la cabeza.
—No tiene nada, lo revisamos bien. Es una simple ayudante en la veterinaria de medio tiempo y nada más —comento mientras hago unos últimos retoques al nuevo diseño que estoy creando.
Este contratiempo en esa construcción me hizo perder un poco el rumbo de mis nuevos proyectos, se suponía que, en el próximo año y medio, esa sería nuestra única prioridad, pero ahora tuvimos que comenzar a trabajar en nuevos proyectos y continuar algunos que habíamos decidido no eran tan importante.
Sin duda alguna fue algo que descuadró mi año, pero lo compensará pronto.
Mi proyecto se comenzará de nuevo en máximo tres meses, aunque esa gente no lo sepa y crea que nos hemos rendido porque así lo quisieron.
No nos rendimos nunca.
Al menos yo no.
—Recuérdame jamás llevarte la contraria, no quiero perder mi casa por eso.
Mi boca se curva en una pequeña y malvada sonrisa.
—Me voy antes de que te venda mi alma, ya he cerrado este mes, nos vemos el siguiente.
Sale de mi oficina y sigo concentrado en lo mío. Jazmine, Jazmine… Olía igual que la flor. Te veré pronto de rodillas ante mí.
Punto de vista Jazmine.
—¡Campaña “Salvemos a Jaz”! ¡Únase, unase! —mis mejillas están muy coloradas mientras veo a Olive gritar con un megáfono por todo el pueblo, cubro mi rostro avergonzada. Y es que no me avergüenza el tener que pedir dinero para pagar la maldita demanda, lo que me avergüenza es la manera en la que Olive me tiene exhibida sobre su auto como si fuera un monstruo de circo.
Han pasado tres días desde que me llegó la demanda y esta mañana Olive llegó a mi casa junto con Lukas para decirme que tenían una idea increíble, tuve que llevar primero a mis hermanos al colegio antes de poder escucharlos.
—¿Qué idea tan increíble tienen? —pregunto cruzándome de brazos.
El cansancio es muy notorio en mí, tengo unas muy grandes ojeras y mi cabello esta opaco y sin vida, lo he tenido que recoger en un moño para que no se viera tan desastroso. Le he dado mil vueltas al asunto de la demanda, no sé como reunir el dinero, una de las formas sería vendiendo la casa, pero aun así me faltaría más del doble y uff… suelto un suspiro bastante agobiada con toda esta situación.
—Mira, tu estas en esta situación porque has querido lo mejor para el pueblo y el pueblo no eres tú, somos todos —dice Olive dándome una tierna sonrisa. —Así que todos tenemos que contribuir porque no solo tu has prohibido que hagan esa construcción, lo hicimos todos, pero la única afectada directamente fuiste tu y no es justo.
—A todos nos corresponde un poco de esa deuda.
Niego con la cabeza ante las palabras de Lukas, si, comprendo que el pueblo somos todos, pero hay personas que no tienen nada, viven de las pequeñas caridades que hacemos todos y no es un pueblo muy rico, el dinero no sobra y a veces hace falta. Decir que la deuda es de todos es como decir que a absolutamente todos nos quitará la casa porque no tenemos para pagar.
—No sé, no creo que sea buena idea —confieso soltando un suspiro.
—Sabíamos que dirías eso, por eso hemos traído muchas ideas para hacerte cambiar de opinión —entrecierro mis ojos con miedo de lo que se les haya ocurrido.
Olive siempre ha sido un poco suelta de cabeza, nunca mide sus acciones y por ella he terminado en situaciones que no valen la pena ser mencionadas.
—Durante el próximo mes, vamos a hacer bazares, ventas, ferias y un sinfín de actividades para los pueblos vecinos. La idea es pedir colaboración a todos, que si don Pacho nos ayuda con sus verduras, que si doña Leti nos da lana de sus ovejas…, en fin, hay demasiado por hacer.
—Y todos haríamos cualquier cosa por ayudarte, sea como sea —aclara Lukas —, no todos tienen dinero, pero tienen recursos y los recursos se convierten en dinero.
Olive toma mis manos.
—Tu confía en nosotros, no vamos a dejarte sola. Estamos todos juntos.
Mis ojos se llenan de lágrimas, creo que puedo ver una luz al final del túnel después de todo.
—Está bien, confío en ustedes.