Capítulo 4
Punto de vista Jaz.
Las piernas me tiemblan y debo tomar asiento en lo primero que encuentro, que resulta ser un pequeño cajón a la entrada de mi casa que resulta ser el lugar en donde se guardan los zapatos al entrar.
—Mierda, Jaz...
El susurro de mi mejor amiga me hace confirmar que el papel que sostengo frente a mis ojos no es fruto de mi imaginación sino que es algo real.
Muy real.
—¿Me... demandó? —pregunto sintiendo un frío pasar por mi cuerpo.
Dijo que lo haría, claro. Pero yo no le creí.
Joder, no le creí en lo absoluto que su amenaza era real, pero ahora estoy absolutamente convencida de que es tan real como el hecho de que tenemos que respirar para poder vivir.
—Joder... No tardó ni tres horas —dice ella mirando la demanda que tiembla ligeramente debido a mis nervios.
Y es cierto, la demanda llegó más rápido que aquel hombre.
Llegó tan pero tan rápido que ni siquiera me dió tiempo a pensar en que era una broma aquella amenaza, en que...
Pfffff.
La valentía que tenía hace algunas horas ya no está y ahora tengo miedo y estoy molesta. Demasiado molesta.
Mierda, ¿qué le sucede a ese hombre?
¿No puede simplemente conseguir otro lugar y ya está?
El dinero a él le sobra, a mi no y por eso él puede ir a comprar cualquier otro terreno para sus estúpidos proyectos, en cambio yo no tengo dinero para pagar...
—Doscientos mil dólares...
El jadeo escapa de mi boca tan pronto menciono esa cantidad de dinero. ¡Es demasiado!
—Tienes que ir a hablar con él —dice Olive con la mirada perdida. Esta incluso más preocupada que yo.
Leo con rapidez el documento, entre más cláusulas voy dejando atrás, más furiosa me voy poniendo.
—Diosssss. Mira —señalo la cláusula 3,5 —, dice que si no he pagado el dinero en un plazo de 60 días, la deuda será saldada con mi patrimonio.
—Mierda... —vuelve a decir ella y sé que no tiene ni idea de que significa patrimonio y por sus ojos, sé que espera que le expliques más a fondo.
—Significa que me quitará la casa de mis padres si no p**o esa cantidad de dinero en 60 días.
—No hay manera de que puedas conseguir ese dinero en esos días...
—¡Lo sé! —exclamo con un dejé de molestia, pero también con miedo.
La casa es el hogar de mis hermanos, ¿a dónde iremos a parar si ese hombre me la quita?
Maldito hijo de perra, Max Nowak...
—Jaz... Tal vez lo mejor sería ir a pedir disculpas y dejar que construya...
—De ninguna manera —interrumpo a mi amiga mientras niego con la cabeza moviéndola de un lado a otro con rapidez —, tengo miedo de perder mi casa, pero también tengo miedo de perder ese lugar... Significa mucho para mí, ambas cosas... Yo...
Rasco mi cuero cabelludo, siento náuseas, una ansiedad está creciendo muy dentro de mi, uno de mis párpados tiembla y arrugo un poco la hoja.
—Pero Jaz, no vale la pena discutir en una situación como está, ese hombre no va a descansar hasta verte muy arrepentida... Impedimos una construcción y ahora él... Joder, era tan sexy que nunca se me pasó por la cabeza pensar que era tan horrible persona.
—Ya, a mi tampoco se me ocurrió pensar eso.
No sé qué hacer.
Tal vez Olive tiene razón, tal vez la mejor solución es permitir que sigan con su estúpido proyecto y que me dejen en paz a mi sin ninguna deuda y con un lugar estable para mis hermanos, pero entonces una parte de mi, una gran parte de mi, piensa en todo lo que me arriesgué para defender este lugar.
Pienso en como tuve la valentía de no permitir que pasaran sobre mi e hicieran su cochinero.
Recuerdo como dije con seguridad que sobre mi cadáver tocarían ese lugar.
Y no sé cómo, pero lo cumpliré.
Ahora, un pacto con el diablo suena realmente atractivo.
Tengo un plazo de 60 días para conseguir una cantidad absurda de dinero, pero debo intentarlo. No me puedo rendir cuando esto apenas comienza.
—¿Sabes qué? —me levanto de aquella incómoda caja de zapatos —, iré a hablar con Lukas, tal vez él pueda decirme que todo esto es mentira y yo no debo pagar nada.
—¡Eso! —Olive aplaude un poco más relajada —, ve y cuéntale todo lo que está sucediendo, él sabrá que hacer.
****
Lukas es un viejo amigo, de esos amigos con los que alguna vez salí cuando estaba en la preparatoria. Fue mi primer beso cuando tan solo teníamos trece años y sé que siempre le guste, hasta ahora todavía me invita a salir y deja escapar unos cuántos comentarios de que me veo muy hermosa y esas cosas.
Nunca me ha gustado como para aceptar más que una amistad, es una gran persona, pero simplemente no encuentro esa química entre nosotros.
Aún así, es agradable verlo y saber que puedo contar con su ayuda.
Me da un abrazo fuerte cuando le cuento lo sucedido apenas me acepta en su oficina.
—Muestrame la demanda y dime qué fue lo que te dijo está mañana.
Lo veo concentrado leyendo la extensa demanda mientras le cuento cómo fue nuestra interacción hace pocas horas, lo veo suspirar de vez en cuando, morder el interior de su mejilla, reacomodar se en su asiento una y otra vez y a mi eso solamente me pone más y más nerviosa.
—Pues... tiene un muy buen abogado —dice sin despegar sus ojos de las letras.
—Abogada.
Alza las cejas impresionado.
—Jaz, es que... odio decirte eso, pero todo está a su favor, si esta demanda se lleva a una corte, el juez fallará a su favor porque legalmente no ha incumplido nada.
Cierro los ojos ante las malas noticias.
No, no, no...
—Los documentos de la propiedad del terreno es auténtica, tiene todo el derecho de hacer lo que le plazca, tiene permisos incluso ambientales, grabadores contratados... Podría haberte demandado por mucho más dinero incluso, es muy poco lo que te pide teniendo en cuenta de que ha dicho algo de miles de millones y viendo todo esto, él tiene razón.
—Entonces realmente estoy jodida.
Las lágrimas ruedan por mis mejillas, dios, es demasiado doloroso haber intentado salvar algo, pero que de una u otra forma lleguen a dañar todo.
—Tendré que hacerme a un lado y permitir que empiecen la construcción para que me deje en paz, ¿no?
Sus ojos me miran con lo que parece lástima.
Lukas no ha sido nunca un chico feo, tampoco el más guapo, pero algo destaca en él.
Y ahora, que sus ojos me miran con fijeza, veo que son tan azules como un día de cielo muy soleado.
—Hay otro problema —acomoda el cuello de su camisa como si está estuviera haciendo que el aire no llegue a sus pulmones.
—¿Más? —suelto un pequeño quejido.
—Acá se dice muy bien que la construcción no se llevará más, pero deberás pagar... No importa que él decida que en un mes o en cinco años quiera construir incluso una pequeña casa, el dinero debe ser sí o sí, abonado a su cuenta en un plazo de 60 días. Ahora no importa que te eches hacia atrás y les permitas hacer lo que quieran, ahora lo que piden es dinero y cuando de eso se trata... Poco se puede hacer.
—Me estás jodiendo...
Mis ojos están muy abiertos, Lukas me da una pequeña sonrisa triste y sigue explicándome como es que Max Nowak ha encontrado la manera de joderme en grande.
O le p**o su dinero o le p**o su dinero.
Es que no hay dos opciones y yo quiero que el mundo me trague y me escupa en un lugar en donde no tenga tanto sentido de pertenencia por un lugar.
—Jaz, algo haremos...
—Lo dudo muchísimo, ¡es demasiado dinero! No sé cómo lo voy a conseguir, pero por mi madre que ese hombre no me verá suplicando por misericordia...