En vista de que ya se estaban escuchando las voces de apuro, reaccioné y tomé una toalla pequeña, humedeciéndola un poco en el lavamanos, procedí a limpiar las secreciones evidentes que Vero tenía en sus piernas y nalgas. Ella estaba aún en estado de shock, pues no reaccionaba, solo me seguía con la mirada turbada y aún respirando agitadamente producto del orgasmo recién sentido.
Ella se dejó limpiar las nalgas por el paño húmedo y colaboró abriendo un poco las piernas, allí sentí en ambas manos la dureza de sus montículos de carne, y también logré pasar el paño sutilmente por su sexo. Para luego limpiar de la rodilla hacia arriba y nuevamente rozar su sexo, provocando ligeros sobresaltos de Vero.
Haberme descargado en el anillo de Vero no bajó para nada mi excitación, más bien la potenció. Salí del baño donde dejé a Vero hecha un desastre, apenas pude terminar de soltarle los moños, el maquillaje mal hecho y pese al pañito húmedo, aún quedaron restos de mis flujos y sus flujos en sus partes más íntimas. La cantidad de flujos de Vero producto de su excitación fue impresionante.
Luego de un baño relámpago y vestirme aún las mujeres no habían terminado, sin embargo bajé a la sala a ver un partido de fútbol que sabía estaban dando. Allí estaba el suegro que me convidó a tomarnos un whisky mientras ellas terminaban.
Al rato de estar hablando de negocios con el suegro, empezaron a bajar las mujeres en un simulado desfile de moda desde que aparecen en las escaleras hasta pasar frente a nosotros.
La primera bajar fue Cami, tenía un vestido muy ajustado de espalda descubierta y un amplio escote en forma de V que dejaba ver completamente el canal entre sus senos, el vestido era color azul claro y de falda larga entubado con una apertura desde la mitad del muslo izquierdo y unas sandalias trenzadas hasta las rodillas. Su maquillaje era casi inexistente solo unos tonos azules en los ojos y un brillo en los labios. Y una coleta bien trabajada. El suegro y yo estallamos en aplausos y cumplidos. Cumplidos que Cami recibió con una sonrisa fría.
Algo no encajaba en ella, no sé si era lo musculosa, casi la falta de maquillaje, las sandalias, ningún tipo de prendas o joyas. No sé por qué, pero me pareció algo ruda para el vestido. Pensándolo bien pocas veces había visto a Cami en vestido. Un pensamiento algo extraño pasó por mi mente, pero no pude desarrollarlo ya que de inmediato Gise apareció en la cabecera de la escalera anunciando ella misma su entrada.
Ya había visto el vestido en la cama y la había visto ya casi maquillada. Pero no la había visto ya armada. Y realmente estaba muy hermosa, el vestido era azul marino oscuro casi n***o, con el hombro derecho descubierto sin manga y el otro cubierto que termina en manga larga y un guante del mismo tono da la sensación de ser una sola pieza. En el brazo derecho un guante largo hasta medio brazo. A la altura de donde empieza el vestido del lado derecho. Todos los bordes del vestido están cubiertos con una fina enredadera de encaje con brillantes. Es de tela gruesa así que cae pesadamente a sus pies causando suaves movimientos ondulantes a los pasos. El vestido es también entubado solo que más suelto que el de Cami y éste no tiene abertura, limitando la amplitud de los pasos de Gise. Uno tacones del mismo color con una pequeña hebilla en brillantes de adorno y un moño muy delicado adornado de finas piedras, un dije colgando del cuello y unos zarcillos pequeños en brillantes, completaban la combinación con el vestido.
Casi inmediatamente apareció en las escaleras Verónica. Con ese vestido no podía llamarse Vero. Simplemente parecía una diosa. El cabello suelto lleno de mechones finos en ondulaciones, un cintillo adornado en piedras finas. Hace que las ondulaciones detrás de él se vean como una explosión de brillantes por un baño de escarcha. Vestido azul rey sin manga ni tiras en los hombros, ajustado a su cuerpo escote circular sobre cada seno siguiendo una suave curva debajo de los brazos y cerrar en la parte baja de la espalda. Sus pecas en el pecho y hombros al descubierto, ciñéndose en la estrecha cintura y demarcando por detrás el inicio de potentes nalgas, el vestido se abre en amplitud hacia abajo siendo mucho más suelto que el de sus hermanas. El vestido se mantiene en su sitio solo por sus senos, la estrechez de su cintura y sus abombadas nalgas. Unos tacones en plataforma le da una imponente altura. Brazos descubiertos adornados con par de delicada pulseras de brillantes. Un brillante en cada oreja y una gargantilla gamuzada con una roseta de brillantes le da un toque súper sexy a esa niña-mujer
Todos incluyendo Cami la recibieron con aplausos y vítores yo por dentro celebraba lleno de lujuria, no solo por lo que acababa de vivir, si no por todo lo que prometía.
No hizo falta esperar mucho, casi inmediatamente apareció en la escalera doña Zaira Andrea, vestía de n***o un vestido ceñido al cuerpo de cuello alto, manga larga, espalda completamente abierta hasta la parte baja de la misma, el vestido es largo y abajo se abre arrastrando una pequeña cola, muy elegante, la manga larga terminando en finos guantes negros. Venía ataviada en joyas muy brillantes. Me atrevo a decir que eran diamantes pues doña Zaira Andrea no se anda por las ramas. Además era una boda de la alta alcurnia y debía lucirse.
Realmente la doña se veía muy bien, su estilizada silueta nada tenía que envidiar a las hijas, con senos operados por supuesto y un culo bien parado, que es indudablemente la mamá de los culos de la casa. En vez de parecer una señora muy cerca de la tercera edad más bienes toda una MILF que apenas pudiera estar llegando a los40.
Ya listos todos, nos dispusimos a partir directamente a la recepción, ya que no llegaríamos a tiempo a la iglesia a presenciar el acto. Salimos en dos autos, en el del suegro iban ellos dos y Cami y yo llevaba la camioneta de la suegra con Gise y Vero.
Hablando trivialidades con Gise no podía apartar la mirada de Vero en el retrovisor. Ella estaba mirando fijamente hacia fuera de la ventana sin expresión alguna, desde que salimos hasta que llegamos, me tuvo desarmado ya que no sabía que pensaba. Eso sí de lo bella que estaba yo no podía dejar de verla.
Ya en la fiesta todo empezó lento, el suegro y yo entablamos una conversación de negocios al ritmo de los whiskeys que nos tomábamos, y las mujeres: Gise, Cami y doña Zaira Andrea cual Joan Rivers, Giuliana y Kelly Osbourne en Fashion Police criticándole el vestido a todas las féminas de la fiesta y también Vero que estaba entre ellas y nosotros específicamente frente a mí.
No podía dejar de estar pendiente de lo que ella hacía o no hacía, se sentía sola en la fiesta, una que otra vez fue sacada a bailar por algún chico, pero al rato volvía después de haber bailado una o dos canciones.
Sabiendo que el vestido de Gise no se presta para bailar la invité a bailar salsa una vez. A ella le encanta bailar salsa, pero su vestido le da movimientos limitados a sus pasos y luego de dos canciones fastidiada por no poder bailar libremente ya estábamos de vuelta en la mesa.
De regreso, ella misma me pidió que sacara a Vero que tenía cara de aburrida. Y así fue que me vi en la pista de baile con Vero, al tomarla entre mis brazos la apreté con fuerza a mi cuerpo y tomándola de la izquierda empezamos a bailar.
La noté nerviosa, sin decir nada buscaba su mirada, pero ella me evitaba. Entonces aprovechando que estábamos a la misma altura por sus altísimos tacones acerqué mi cachete a su sien y pegados seguimos bailando.
Al principio estaba algo "tiesa", o rígida al bailar, pero poco a poco se fue soltando y agarrando confianza, aprovechando su soltura la apretaba y soltaba a cada rato su cintura y buscaba que el contacto fuera cada vez más apretado. Mi mente juega a mi favor y me pinta imágenes de lo vivido temprano y eso bastó para despertar la bestia que habita entre mis piernas.
Ya con mi sexo duro bajé mi mano en su espalda a la parte más baja sin llegar a sus nalgas y procedí apretarla hacia mi pelvis parar que sintiera mi dureza. Ella dio un sobresalto y se me quedó mirando esta vez, yo la miré también y sin apartar la mirada le sonreí levemente. Y ella finalmente también me sonrió. No me lo esperaba realmente lo admito, me tomó por sorpresa y que después que sonriera ella misma se apretara más a mí. Sintiendo todo su torso desde su pecho hasta su pelvis pegarse más a mí.
Mi sexo estaba ya estaba en todo su esplendor, bajo el bóxer holgado y el pantalón de vestir era fácil ver una prominente carpa, pero pegado al cuerpo de Vero imposible notarlo.
Bailábamos salsa, no podía soltarla y dejar mi carpa al descubierto, ella también como buena bailadora no se me despegó tampoco, empecé un leve movimiento de caderas, donde ella sintió mi sexo empujar muy cerca del suyo.
Tres, cuatro, cinco, seis piezas de salsa y nuestros cuerpos se apretaban cada vez más. Ella miraba hacia un punto cualquiera detrás de mí y yo hacía otro tanto, sentía mi cuerpo lleno de sudor debajo del traje pese al frío del salón.
Sin dejar que empujar mi sexo contra ella, saber que ella lo siente y no lo rechaza, empecé a llegar al punto de no retorno. No podía descargarme allí, ella como otras veces me estaba haciendo llegar rápido. Todo a causa del morbo que ella inspira en mí, me hace pasar todo el día empalmado prácticamente.
Para suerte mía terminó el set de salsa y empezó la música electrónica, lo que me permitió abandonar la pista de baile que rápidamente se llenaba de jóvenes. Aprovechando la oleada me abroché el traje y logré tapar un poco la erección mientras ella caminaba frente a mí. Al llegar a la mesa rápidamente me senté y simulé estar muy cansado. Me serví un trago y me dispuse a seguir hablando con el suegro.
Más allá de la mitad de fiesta algunos invitados "alegres" hacían de las suyas, Cami con cara de aburrida empieza a criticar la fiesta, mientras Gise se está divirtiendo a costillas de Vero que está un poco más "alegre" de lo normal. Se le ha permitido tomar varias copas de vino y doña María andaba de mesa en mesa hablando con amigas.
Un nuevo set de merengue hace saltar a Vero de la silla y tomándome de la mano y pidiéndole permiso a Gise, me arrastra al centro de la pista de baile que esta vez está más concurrida.
Ella está desinhibida por los tragos y sonriéndome se me pega con toda la intensión y empezamos a bailar al ritmo de Juan Luis Guerra. Ella, como pocas veces empieza la conversación.
—¿Cuñado? estás muy guapo hoy ¿a qué se debe?
—¿Guapo yo? no, nada que ver ¡Guapa tú! hoy estás más hermosísima que nunca—le dije.
—Como siempre ¿no? —me dice ella toda risueña y orgullosa.
— Pues claaaro, pero hoy estás más radiante, hay un brillo en los ojos que no tenías antes —Le dije sonriendo irónicamente buscando indagar sobre lo que pasó hoy o estos días atrás.
—¿Sí? ¿Cómo así? —me pregunta algo incrédula.
—Bueno que a diferencia de otros días, hay algo distinto en ti. Puede ser una buena noticia, un regalo, algo nuevo pues, que hace que todo en ti se vea radiante y alegre.
—Hoy no me han regalado nada —me dice algo divertida.
—No tiene que ser a juro un regalo, alguna noticia o te dijeron o hicieron algo que te gustó mucho —Dije "hicieron" con énfasis para que me entendiera. Y así fue. En su rostro se dibujó por primera vez una sonrisa pícara.
La proximidad de su cuerpo, lo apretado que me tiene y bailando en el centro de la pista lejos de miradas afectadas. Están haciendo que mi sexo se ponga duro de nuevo. Bajo mi mano derecha a la parte más baja de la espalda. Y estiro mi brazo hasta tener mi mano en su cintura como tomando posesión de algo que es mío. Abro completamente mi mano y presiono los dedos osadamente sobre su cuerpo. Ella se estremece un poco, la presiono más hacia mí y muevo mi pelvis sobre la de ella, para que nuevamente sienta lo duro.
Esta vez sin disimulo presiono varias veces y para mi sorpresa ella también presiona. Ella no dice nada y continuamos bailando muy apretados. Ella me miraba fijamente y se veía deseo en sus ojos. Y me preocupé, alguien podía darse cuenta, su manera de mirarme la delataba fácilmente, además estaba tomada y no estaba midiendo consecuencias.
Termina el set de merengue. Nos dirigimos a la mesa donde se bebe una copa de vino de un solo tiro, la suegra que ya estaba en la mesa la regaña, increpándole por qué estaba tomando vino de manera desmedida. Gise y el suegro salieron en su defensa alegando que ya tenía edad y que además andaba en familia.
Vero se ríe de forma extraña y dice todo me da vuelta A lo que todos se ríen menos doña María.
Allí se me encendió el bombillo y dije llévenla afuera a que tome aire fresco, y todas dijeron que la llevara yo que la hice marear bailando.
Emocionado por la respuesta que esperaba de todas y haciéndome el derrotado, tomo a Vero del brazo y me la llevo hacia los balcones superiores de la casona donde se llevaba a cabo la fiesta.
Al salir por la puerta de vidrio de uno de los balcones hay dos árboles frondosos en grandes macetas bien recortados a cada lado. Así que nos dirigimos apurados hacia uno ellos y al bordearlo quedamos escondidos de la vista de la puerta.
Vero se apoya en la baranda de cemento del balcón y respira hondo y suspirando ruidosamente hace empinar su culito. Cosa que hizo que mi sexo se empezara a hinchar aceleradamente.
Me acercó desde atrás y con seguridad y descaro pego mi sexo duro con sus nalguitas. Ella da un leve Respingo y vuelve a suspirar ruidosamente. Esta vez la tomo de las caderas con ambas manos y la presiono hacía mi sexo y empezamos un rítmico perreo.
Ya era obvio que ella lo disfrutaba, y empezó a gemir con su boca cerrada. Y a pegar su cuerpo más al mío. Su espalda descansó en mi pecho y apoyó su cabeza en mi hombro derecho, su cara buscó la mía, sus ojos buscaron los míos y su boca encontró la mía.
Fue un beso dulce, suave, y a la vez ardiente y apasionado. No sé si por la espera o por todo el peligro que conlleva. Fue un beso que podría haber durado una eternidad.
El ruido alto de la música, nos avisa que se ha abierto la puerta del balcón. Ella velozmente toma de nuevo su posición frente a la baranda y empieza respirar lento y hondo. Yo me muevo a su lado y hago lo mismo.
Eran dos chicas que salieron a tomar aire fresco, venían agitadas de tanto bailar. Detrás de ellas a los segundos aparecieron dos chicos en iguales condiciones y se dispusieron a fumar cigarrillos.
Nos quedamos en silencio mirando hacia la noche que teníamos en frente. Pero fue un silencio incomodo, sentía que debía decir algo. Lo pensé por un momento y cuando me dirigí hacia ella. Ella simplemente se giró y se alejó de mí hacia la puerta del balcón, y desapareció a través de ella.
¡Mierda!... Otra vez.