**Edy**
Mi cordura me estaba abandonando. La pierna me temblaba involuntariamente bajo el escritorio, mis dedos golpeteaban a ritmo y constancia la madera, mientras en mi cabeza se repetía una y otra vez la misma pregunta: ¿en qué chingados me había metido?
-¡Edy! –Hank, mi hombre de confianza llamó mi atención –Colin acaba de llegar –Me puse de pie, en lo que Hank dejaba completamente la puerta abierta, para dejar entrar al hombre que estaba a punto de arruinarme.
-Esperen aquí –Ordenó a sus hombres justo cuando pasó por el dintel. Habló con total seguridad y despreocupación, porque sabía que yo no representaba ninguna amenaza para él.
Y a esas alturas, era yo quien debía tener miedo.
Giré mi rostro a mi empleado, que acababa de colocarse a mi costado –Espera afuera Hank –
Se acercó hasta mi oído -¿Estás seguro? –Cuestionó contrariado, desconfiado y con temor por mi seguridad.
-No, pero no me queda de otra. Mantente a un lado de la puerta –Revelé con sinceridad, y el corpulento hombre obedeció, cerrando la puerta al salir.
-¿Quieres arruinarme o qué Colin? –Pregunté directamente.
-¿A qué te refieres? –Su sonrisa de burla me molestó; pero debía cuidar muy bien mis palabras, porque Arnoldo Colin era alguien vengativo y rencoroso. Encendió un cigarrillo, extendió el brazo sobre el sillón en el que se había sentado, haciéndome notar su total tranquilidad ante el asunto.
Después de un breve silencio, me atreví a confrontarlo -No me dijiste de quién se trataba –Decidí sentarme frente a él, en el sillón individual.
-¿Eso hubiera cambiado tú decisión al aceptar el trabajo? –Se inclinó hasta la mesa, para dejar la ceniza dentro del pequeño recipiente.
-¡Por supuesto! –Respondí sin pensarlo demasiado, porque era más que obvio que no hubiera aceptado.
-¡Eres un puto cobarde Edy! –Continuó con su sonrisa burlesca, su postura sobre el sillón y fumando.
-Sé perfectamente de quién debo cuidarme, Colin. Y esa mugrosa chiquilla solo me ha traído problemas. El día del secuestro se llevó a 12 de mis empleados; al día de hoy, ya tengo 3 imposibilitados para trabajar. Y eso que la tengo encerrada, con la firme orden de no acercase a ella –Estaba frustrado, molesto e indeciso ante lo que debía de hacer.
Colin, movió su cuerpo hasta la orilla del sillón y su expresión cambió radicalmente, haciéndolo lucir amenazante. La furia era más que notoria en la mirada que estaba dedicándome -¿Aún no te deshaces de ella? –Su pregunta me hizo percatarme que yo había hablado de más.
-Eso es ponerme la soga en el cuello, ¿no lo entiendes? –Suspiré, con el pánico comenzando a recorrerme el cuerpo.
-Y no hacerlo es ponértela conmigo. Tú sabes en dónde pones tu lealtad Edy –Se puso de pie, acercándose al muro donde colgaban algunas fotografías con mis clientes más destacados. Y en ese momento, me di cuenta que estaba entre la espada y la pared.
-No sé cuáles sean tus planes,; pero, ésta juagada es demasiado arriesgada y mi cabeza está en juego. Todo lo que he logrado lo estoy echando por la borda –Se giró con una sonrisa descarada, para darle la última calada al cigarrillo antes de responderme.
-No hay ningún plan oculto, Edy. No es ningún secreto que el abogaducho no es de mi devoción y voy a darle donde más le duele –Lanzó la colilla al suelo, para pisarlo despreocupadamente, sin importarle la duela.
-Pero sabes quién está detrás del abogaducho –Le recordé, porque me pareció que lo había olvidado.
-¿Y qué? Un simple: ¡Ups! –Se tapó la boca, actuando su expresión de lamento -¡Lo siento! ¡No sabía de quién se trataba! Será más que suficiente –
-Será mucho más complicado que eso, lo sabes –Me estaba cagando en los pantalones, y tal parecía que él no podía ver la magnitud de la situación.
-¡Mira, Edy! Es una mocosa bien agraciada, concedámosle eso. Dirás que te gustó, pero que estaba poniendo en riesgo a tus clientes, por lo que le pegaste un plomazo y ya, asunto arreglado. Nadie va a desconfiar de eso – Con su actitud, estaba comenzando a sospechar que me quería tender una trampa.
-Para ti es fácil decirlo, porque es mi pellejo el que está a punto de ser quemado – Ya no me andaría con cautela.
-Y voy a apoyarte, cualquier cosa que suceda, voy a estar ahí para sacarte del problema –No le creí.
-Y, ¿cómo harás para que no se vea sospechoso? Porque eso apuntará hacia ti, y la verdad no te creo tan tonto como para ponerte en ese riesgo –Por supuesto que Arnoldo Colin, no tenía un pelo de tonto.
-¡Ay! ¡Edy! El enemigo de tu enemigo, se convierte en tu amigo –Su tono fue de ironía.
-Parece que pensaste en todo –Respondí de la misma manera, irónicamente.
-No te hubiera metido en el juego, si no supiera que esto va a salir bien. Solo hazme caso, pégale el plomazo y las consecuencias las enfrentaremos juntos –¡Maldito hijo de perra! Se acercó a la puerta –Cuando lo hayas hecho me llamas, para estar preparado –Pero antes de salir por completo, llegó la amenaza –Solo te pagaré hasta que tenga la prueba de que el trabajo fue realizado. Quiero… -Puso la mano sobre su mentón, meditando en las siguientes palabras –Su corazón –Su carcajada, llena de malicia y desfachatez, retumbó por el pasillo.
Hizo una seña con la cabeza a sus hombres, que lo siguieron al instante; mientras Hank, se paró a un lado mío, observando a todos los hombres salir del área.
-¿Quieres saber mi opinión? –Mi fiel empleado me habló por lo bajo.
-¿Escuchaste todo lo que dijo? –Pregunté sin inmutarme, después de todo le había pedido que se quedara detrás de la puerta. Hizo un sonido como afirmación, provocándome un suspiro, porque podía apostar que sabía lo que me diría –Habla –Lo insté.
-Te está usando de escudo –Eso era más que obvio.
-Lo sé… -Ya no sabía si era terror o coraje lo que recorría mi sistema.
-Creo que deberías darle el trabajo al limpiador –Inmediatamente captó mi atención, me giré a verlo con una expresión de duda –Le ha hecho ese tipo de trabajos al Doctor y a otros –Complementó su sugerencia.
Tenía buenas referencias y experiencia trabajando con el limpiador; además, no podía pensarlo demasiado, después de todo parecía ser mi única salida -Llámalo -