La puerta se abrió, dejándome ver otra vez al hombre de los ojos verdes –Ven –Quedándose bajó el dintel, extendiéndo su brazo hacia el exterior de mi habitación. -¿De verdad? –Pregunté incrédula, ante el hecho de que estaba invitándome a salir de las cuatro paredes, que habían sido mi prisión de los últimos meses. -Sí –Cerré el libro y salté de la cama. Presté atención al recorrido, un pasillo un tanto estrecho, las paredes grises y sin ventanas –Me han dicho que te has portado sumamente bien –Sören, comenzó la conversación mientras iba delante de mí. -Solo cumplí mi parte del trato –Acepté. Se paró al final del pasillo, donde otro más ancho me recibió. Extendió una vez más su mano hacia el lado derecho, y continué ese camino, pero con Sören detrás de mí. -¿Quieres saber cómo está el